Rania de Jordania: “la reina perfecta”, ícono de moda en el exterior y cuestionada por gastadora en su país

Hija de refugiados palestinos, musulmana pero liberal, enamoró a Abdalá el rey de Jordania cuando él ni imaginaba que heredaría el trono. Con 28 años se convirtió en la monarca más joven de la época, pero no todo fue ni es un lecho de rosas. Los reyes fueron denunciados por tener cuentas en Suiza por 200 millones de dólares

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Melena castaña, ojos almendrados y
Melena castaña, ojos almendrados y elegancia natural son las características que para los estilistas hacen de Rania, "la reina perfecta"

Una joven universitaria entra a un quirófano. Le realizarán una rinoplastia. El médico la mira conmovido. Sabe que la muchacha estuvo trabajando para pagarse ella misma la operación porque su nariz la acompleja. La intervención es un éxito. Nadie imagina que esa joven que ahora se mira feliz, casi mil días y noches después, se convertiría en la monarca más joven del mundo y la apodarían “la reina perfecta”: Rania de Jordania.

Rania Al-Yassin nació el 31 de agosto de 1970. Sus padres, un médico y una ama de casa eran palestinos de Tulkarem que por los conflictos bélicos huyeron de la zona en los 60. Instalados en Kuwait, sus padres decidieron criar a sus hijos Majid, Rania y Dania lejos de algunas tradiciones rígidas. Para que recibiera una educación occidental inscribieron a Rania en el New English School. Sus compañeros kuwaitíes se asombraban con esta refugiada palestina que se negaba a cubrir su cabeza con un velo porque argumentaba que usarlo o no era “un asunto privado”.

Para cursar la universidad se instaló en El Cairo, en la American University recibió su título en Gestión Empresarial. Luego de una mala experiencia laboral abandonó Egipto y volvió a Kuwait, pero con la ocupación iraquí y la Guerra del Golfo, la familia se refugió en Amán. Ella comenzó a trabajar en una multinacional de tecnología. Una tarde la invitaron a una cena con amigos. Rania aceptó, no sabía que ese día su vida daría un giro de 180 grados.

En sus redes Rania se
En sus redes Rania se presenta como “Madre y esposa con un trabajo realmente extraordinario”, (Maher Attar/Sygma via Getty Images)

En la cena estaba Abdalá II, el hijo mayor del matrimonio entre el rey Hussein y Amia, su segunda esposa -ya iba por la cuarta-. Aunque el joven podía aspirar al trono, por razones políticas, su padre había designado como sucesor a su hermano y tío de Abdala, Hassan bin Talal. Sin un futuro como rey, el muchacho creció con todos los privilegios y pocas obligaciones. Completó su formación militar, pero su pasatiempo favorito era volar helicópteros y conocer muchachas.

Esa noche al ver a Rania quedó deslumbrado. “En el momento en que entró lo supe ahí mismo… Fue amor a primera vista”, reconoció en la revista People. Abdalá se enamoró de esa joven con ojos almendra, que sumaba una conversación interesante, humor, le gustaban los deportes y se mostraba autónoma. Ella fue amable, pero no sintió la misma fascinación. El príncipe le pidió una cita a través de un amigo y sumó un regalo irresistible: una caja de bombones belgas. Rania se quedó con los bombones pero rechazó la cita.

Rania es embajadora de UNICEF
Rania es embajadora de UNICEF desde el 2007, presidenta Mundial Honoraria de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas

Pocos días después, él insistió. La invitó a cenar y le cocinó un menú japonés con pollo, gambas y ternera. Siguieron paseos en moto, vuelos en helicóptero, esquí acuático y atardeceres mágicos. Rania se enamoró.

Seis meses más tarde, la pareja anunció su compromiso matrimonial. El pedido de mano no fue inolvidable. “Yo habría soñado una proposición mucho más romántica, pero lo cierto es que estábamos hablando fuera del coche, le dije que nuestra relación iba cada vez más en serio y que veía que podíamos casarnos. Rania me miró, sonrió y no dijo nada”, recordó Abdalá en su biografía. El monarca interpretó el silencio como un “sí, quiero”. A cinco meses de conocerse, se casaron el 10 de junio de 1993.

Abadalá siempre valoró la inteligencia
Abadalá siempre valoró la inteligencia y compromiso de Rania: la proclamó Reina en 1999 y le otorgó el rango honorario de coronel de las Fuerzas Armadas en el año 2004 (Photo by Maher Attar/Sygma via Getty Images)

La boda se celebró en el Palacio Zahran. Como relata la revista Vanity Fair, Rania se decidió por un imponente vestido diseñado a medida por Bruce Oldfield y un largo velo de seda. En vez de lucir una tiara prestada prefirió una diadema de cristal. Solo hubo un pequeño gran inconveniente. Eligió un mono tan alto que no pudo entrar cómodamente al coche. Tampoco fue fácil controlar el velo, el viento le jugó más de una mala pasada. Después del ‘sí, quiero’ pasearon por las calles de Amán y desfilaron bajo un arco de sables. Hubo torta de siete pisos y la jornada terminó con un espectáculo de fuegos artificiales.

La nacionalidad de Rania no preocupaba a nadie. Abdalá II no era el príncipe heredero, sino su tío: el príncipe Hasan. Rania y su marido no tendrían grandes funciones en la corte, excepto participar de algún evento protocolar pero no mucho más. Pronto vinieron los hijos. El primogénito, Hussein nació en 1994, Imán llegó en 1996, Salma en el 2000 y Hashem en 2005.

 Abdalá no era príncipe
Abdalá no era príncipe heredero, sino su tío, el príncipe Hasan (Photo by Maher Attar/Sygma via Getty Images)

Seis años después de la boda, a punto de morir, Hussein decidió nombrar a Abdalá como su sucesor. Se convirtió en rey el 7 de febrero de 1999 y días después, el 22 de marzo, Rania pasó de princesa consorte, a reina. Con 28 años se convirtió en la monarca más joven de la época.

Lejos de un rol protocolar, Rania decidió ocuparse de problemas sociales y apoyó iniciativas de hospitales e instituciones educativas. Desde entonces, en su agenda combina grandes recepciones en el palacio con visitas a los barrios más pobres. Defiende causas dispares desde la abolición de los crímenes de honor hasta los derechos de los osos polares. Suele participar en conferencias de líderes internacionales como en el Foro Económico Mundial. Con su marido estaban en París cuando sucedió el atentado a la sede de la revista Charlie Hebdo y no dudaron en asistir a la manifestación de repudio.

Rania y el rey Abdalá
Rania y el rey Abdalá

Sabe que Occidente la mira y lucha contra los estereotipos sobre Oriente. Aunque jamás lleva velo, salvo cuando visita una mezquita sostiene “En Occidente, la gente cree que el velo es un símbolo de opresión. No es verdad, siempre que la mujer lo vista por convicción”. Pide que a las mujeres árabes se las juzgue por lo que tienen dentro de la cabeza y no sobre ella. Poco tradicional, presume de tener registro de conducir y ella misma maneja su camioneta, algo prohibido para las mujeres de algunos países árabes.

La faceta de Rania como madre y el tipo de educación que brinda a sus hijos quedó clara hace unos años, cuando concedió una entrevista a Oprah Winfrey, esa gran confesora de famosos. Contó que a sus cuatro hijos no les daba ni todo lo que querían ni todo lo que pedían. “Tienen que ganárselo y trabajar para conseguirlo. Ordenar su cuarto, sacar buenas notas, demostrar que se portan bien y que se lo merecen. Creo que es muy importante que estén en contacto con la realidad”. Usa los mismos límites que cualquier mamá: “Por ejemplo, no pueden ver toda la televisión que quieran ni todos los programas que les gusten”. Eso sí les leyó todos los libros de Harry Potter. Tratando de darles algo de “normalidad” suelen organizar picnics familiares en la playa y bucean en el Mar Rojo.

Rania junto a sus hijos
Rania junto a sus hijos Hussein, Iman, Salma y Hashem (Photo by Jordanian Royal Palace via Getty Images)

Fronteras afuera, Rania impacta por su belleza y elegancia. Entre sus amigos más famosos se encuentran Bono y Carla Bruni. El diseñador Giorgio Armani la eligió de musa y llegó a decir que era la mujer más bella del mundo. Dueña de un estilo sofisticado, suele lucir prendas de Givenchy, Prada y Dior, pero también puede aparecer con leggins y zapatillas deportivas, sin perder ni un poco de su magnetismo. Sabe seguir el protocolo pero puede saltarlo, como cuando usa faldas de cuero.

Una de las grandes dualidades que enfrenta Rania es que por un lado se la destaca en las revistas occidentales como un ícono de moda, pero por otro en su país recibe críticas por lo que gasta en ropa. Hace unos años, las críticas arreciaron y el Palacio tuvo que emitir un comunicado para aclarar que “Su Majestad, la Reina busca representar a Jordania adecuadamente, así que intenta buscar un equilibrio entre la representación apropiada y un gasto moderado. Muchas de las prendas de Su Majestad son prestadas por casas de moda, ofrecidas como regalos o compradas a precios reducidos”. La declaración fue acompañada con un gesto de “austeridad”. La reina comenzó a reutilizar algunas prendas.

La pasión de Rania por
La pasión de Rania por carteras y bolsos es conocida. Siempre los lleva de complemento y de marcas de lujo europeas (Photo by Chesnot/Getty Images)

Un momento complejo fue cómo eligió festejar sus 40 años. Se organizó un evento para 600 personas en el desierto de Wadi Run. Se levantó una gigantesca mole con luces y el número 40 y se humedeció el suelo desértico para bailar con comodidad. Una fiesta inolvidable pero también escandalosa porque el país atravesaba un período de sequía que destruía su agricultura sumada a una crisis de electricidad que dejaba sin luz a varias poblaciones.

La situación empeoró porque meses después estallaron en Jordania las revueltas de la llamada Primavera Árabe. Los manifestantes pedían democracia y rechazaban enfurecidos “esos cumpleaños escandalosos que se celebran a expensas de los pobres y del tesoro nacional”.

Otra gran polémica la causan sus gastos en tratamientos estéticos. Se sabe que se inyectó botox y rellenos vitamínicos para intentar detener el paso del tiempo. El resultado es dudoso. Compruébelo el lector en esta imagen:

En una foto reciente con
En una foto reciente con Máxima de Holanda se puede observar los cambios no del todo favorecedores en el rostro de Rania

Cuestionada en su reino, Rania reina en ese reino complejo, extraño pero que es signo de estos tiempos: las redes sociales. En una decisión muy astuta sus primeras publicaciones fueron fotografías junto a líderes internacionales como Kofi Annan o Barack Obama, que combinaba con imágenes de comidas caseras, sus cuatro hijos y su marido pero ninguna de sus estilismos. En Instagram tiene 6,6 millones de seguidores y 10,4 millones que tiene en Twitter. Asombra la cantidad aunque cabe la pregunta ¿cuántos de estos seguidores la seguirían en caso de una revolución?

Con Abdalá acaban de celebrar 29 años de matrimonio. Fue un aniversario agridulce por la muerte del padre de Rania, Faisal Al-Yasin y por la información publicada por el diario The Guardian, que señalaba que los monarcas jordanos eran titulares de, al menos, seis cuentas bancarias en Suiza y acumulaban más de doscientos millones de dólares

"Lo importante es vivir sin
"Lo importante es vivir sin miedo. Lo más peligroso es darse por vencido y perder la esperanza. El principal enemigo no es el terrorismo ni el extremismo, sino la ignorancia”, asegura Rania. / (Photo by Maher Attar/Sygma via Getty Images)

La monarca le confesó a Oprah “El día que supe que iba a ser reina fue realmente aterrador”. Sabía que a la responsabilidad de acompañar a su marido en el trono se le sumaría el hecho de que todos sus gestos serían analizados y sus decisiones, cuestionadas. Sin embargo, parece que valió la pena o al menos eso declaró en sus redes cuando escribió junto a una imagen con su marido. “¿Cómo no enamorarse de esa sonrisa una y otra vez durante 27 años? Me siento tan afortunada y agradecida de tenerte a mi lado.”

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