Camilla, la duquesa de Cornualles, celebrará sus 75 años este domingo con una pequeña cena familiar en la finca del príncipe Carlos en Highgrove, en el suroeste de Inglaterra.
Los festejos se realizarán después dal lanzamiento de un documental de la emisora británica ITV sobre la labor de la duquesa como editora invitada de la revista Country Life, durante el cual ayudó a producir una edición especial por el 125vo aniversario de la publicación. En un tributo personal, Camilla seleccionó a Charles, su esposo, como uno de sus héroes rurales.
“No es fácil escribir sobre tu esposo”, advirtió en el domunetal y confesó: “Mordí varios lápices mientras intentaba escribir”.
Se espera que a la cena asistan sus hijos Laura Lopes y Tom Parker Bowles, junto con su hermana menor Annabel Elliot.
El festejo de la duquesa llega en un momento en que la monarquía, y el lugar de Camila en ella, se encuentran en una transición generacional. A medida que la reina Isabel II, de 96 años, avanza en su reinado, otros miembros de la realeza asumen nuevos roles con más responsabilidades.
La duquesa, de hecho, ha asumido funciones en más de 100 organizaciones benéficas, centrándose en una amplia gama de temas, incluida la promoción de la alfabetización, el apoyo a las víctimas de la violencia doméstica y las personas que tienen osteoporosis. Conocida por tener un agudo sentido del humor, ha suavizado la imagen sofocante de Carlos y ha hecho que el heredero al trono parezca menos remoto y más accesible.
“Creo que ha habido una transformación asombrosa en términos de su personalidad pública. Definitivamente mejoró… Incluso puede verse un poco glamorosa a veces”, dijo Pauline Maclaran, autora de “Royal Fever: The British Monarchy in Consumer Culture”. “Ella siempre luce muy elegante pero apropiada para su edad. No tan torpe como solía ser”.
LA NUEVA IMAGEN
Camilla logró dejar de ser vista como la amante para ser considerada una figura central de la familia real británica. Logró demostrar que se enamoró de Carlos y no del príncipe. Desde el día de su casamiento anunció que cuando el eterno heredero ascendiera al trono, ella no asumiría el título de reina consorte, sino que se la conocería como la princesa consorte. Tampoco aceptó el título de princesa de Gales y prefirió el de duquesa de Cornualles de menor jerarquía, pero también menor pasado simbólico.
Carlos y Camilla se casaron en 2005, celebraron la primera boda de civil de la realeza británica, como coronación de una historia de amor que lleva más de tres décadas de encuentros y desencuentros clandestinos.
El flechazo ocurrió a fines de los 70 durante un partido de polo. Él, primogénito de la reina Isabel II y del Duque de Edimburgo; ella, hija de una familia tradicional, sin ningún título nobiliario.
Con sus 23 años, segura, y plantada, no dudó en acercarse a Carlos. Fue directa:
– ¿Sabía que su tatarabuelo el rey Eduardo VII fue amante de mi bisabuela Alicia Keppel? ¿No le parece excitante esta historia?
El príncipe quedó flechado por esa joven rubia que no tuvo pudor ni recato en ese primer encuentro.
Compartían el mismo círculo social, los mismos gustos por la caza y deportes y una atracción desmedida. A pesar del amor entre ambos, Camilla no cumplía el requisitos necesario en ese entonces para la realeza: la virginidad.
Esquivando las críticas y el rígido protocolo, fueron novios hasta que Carlos se embarcó en en un viaje con la Marina Real británica en 1973.
Despechada, ella también tenía sus propios planes: reconciliarse con su antiguo novio –Andrew Parker-Bowles, amigo de Carlos y ex de la princesa Ana.
Penny Junor, una de las biografías de la realeza asegura que con su matrimonio, Camilla le rompió el corazón al príncipe de Gales, cuando lo “engañó” con Andrew.
Ese fue el fin de un amor que no había terminado. Y también marcó el comienzo de la relación que conmocionó a la corona: la de Carlos y Lady Diana Spencer.
Hija del Conde John Spencery Frances Burke Roche, hija del Barón de Fermoy, la joven aristócrata conoció al heredero en 1977, en una apacible jornada de campo en que Carlos visitó a la familia junto a su perro labrador.
Cuatro años más tarde se casaron en la Abadía de Westminster, uno de los grandes enlaces reales del siglo XX. Pero ese fue quizás un matrimonio donde nunca existió el amor.
La periodista Sally Bedel Smith aseguró que a partir de 1984 Lady Di y el príncipe dejaron de dormir juntos. Y que en 1986 él reinició la relación amorosa con encuentros secretos con Camilla, ya casada con Andrew Parker-Bowles.
El adulterio generó en Diana una obsesión por Camilla, hecho que llevó a la princesa a sufrir depresiones, intentar mutilaciones y hasta episodios de bulimia. En una conmocionante entrevista para la BBC, ella confesó su calvario: “Éramos tres en nuestro matrimonio; estaba demasiado lleno”.
La duquesa de Cornualles sabía que era una de las mujeres más odiadas por los británicos: “Durante más de un año, cuando vivíamos en Middlewick House, yo no podía ir a ninguna parte por el acoso de la prensa”, dijo.
Pero lo cierto es que ninguno de los dos se había ocupado de esconder lo que sucedía entre ellos. Sus matrimonios habían fracasado y la frustración volvía más apasionante su vínculo. Cartas de amor, encuentros clandestinos y una charla sexual telefónica que -aun en épocas donde no existía la viralización- se hizo pública:
Carlos: ¿Y qué pasa conmigo? El problema es que te necesito toda la semana, todo el tiempo. ¡Dios mío! ¡Si pudiera vivir metido en tus pantalones sería mucho más fácil!
Camilla: ¿En qué te vas a convertir? ¿En mi ropa interior?
Carlos: En un Tampax (tampón) ¡Estaría bueno!
Camilla: ¡Qué tonto eres! ¡Ay! Qué idea más buena.
La conversación filtrada por la prensa, se convirtió en un escándalo y dio la vuelta al mundo. Ya no había vuelta atrás.
La amante de heredero de la corona británica sufrió el desprecio de la la sociedad y el de la opinión pública. La misma Reina desaprobó enojadísima la relación de su hijo e incluso, según indican los rumores, se negó a coincidir en el mismo lugar que Camilla.
Durante años Camilla fue tachada de rompe matrimonios y acusada de destruir la gran historia de amor, el de cuento de hadas de Gran Bretaña.
Después de la trágica muerte de Lady Di en un accidente de coche, el 30 de agosto de 1997 en París, Carlos y Camila fueron libres para retomar su romance. Las encuestas que se mandaron a hacer en ese entonces mostraron el profundo rechazo que esa relación producía en el pueblo británico. Cautos, decidieron postergar el inicio de su relación.
Recién en 1999 la pareja se mostró en público por primera vez.
Con paciencia supieron esperar y fueron tomando el pulso de la sociedad para animarse a dar el paso definitivo que los uniría para siempre. Finalmente el 5 de abril de 2005 coronaron su agitada historia con una ceremonia en Windsor junto a la reina Isabel II, los príncipes William, Harry y los hijos de Camilla.
“No debió ser fácil para el príncipe Carlos decirles a sus hijos que la mujer a la que se había culpado de romper su matrimonio con su madre iba a convertirse en su madrastra”, escribió Angela Levin en Harry: Conversaciones con el príncipe.
La discreción de Camilla y el genuino amor que se profesan con Carlos lograron que la duquesa haya pasado de encabezar la lista de “las más odiadas de la realeza” a la de “las más queridas”. Los británicos aprendieron a querer a esa mujer de personalidad arrolladora, cercana, buena conversadora, cálida, amigable y con un gran sentido del humor. Su risa contagia a los demás. Valga esta anécdota, cuando la actriz Elaine Stritch le lanzó un “te ves fantástica”, Camilla le respondió “necesitas anteojos”.
Lejos del rol de madrasta malvada, el príncipe Harry declaró que Camilla era “una mujer maravillosa” que había hecho muy feliz a su padre.
Hace seis meses, en un comunicado con motivo de sus 70 años en el trono, la reina Isabel II expresó su “sincero deseo” de que Camilla fuera conocida como “reina consorte” cuando su hijo la sucediera. Con esas palabras, Isabel buscó responder de una vez por todas las preguntas sobre el estatus de Camilla, quien inicialmente fue rechazada por los admiradores de la fallecida princesa Diana, la primera esposa de Carlos.
La declaración de la reina marcó un gran momento en la transformación de Camilla de la “tercera en discordia” en el matrimonio de Carlos y Diana a consorte en espera. Una vez culpada por la desintegración del matrimonio, el público ha llegado a aceptarla en los años transcurridos desde que se casó con Carlos en 2005.
(con infromación de AP y EFE)
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