Si esto fuera un cuento de príncipes comenzaríamos con el conocido “Había una vez”, pero a diferencia de los cuentos que nos narran fantasías que sentimos reales, la biografía del príncipe Alberto de Mónaco narra una historia real que a veces parece de fantasía. Alberto Alexandre Louis Pierre Grimaldi nació el 14 de marzo de 1958, dos años después del casamiento de sus padres, el príncipe Rainiero de Mónaco y Grace Kelly y catorce meses después del nacimiento de su hermana mayor, Carolina.
Alberto no creció bajo la mirada amorosa de sus padres sino de Maureen Wood, su niñera. La muchacha había cumplido 19 años cuando los Grimaldi la contrataron para hacerse cargo de Carolina, que tenía un año, y de Alberto, recién nacido. Solo una vez al año, los principitos se separaban de Maureen para veranear junto a sus padres. Cuando Maureen se iba, Carolina y su hermano gritaban “¡no te vayas, no te vayas!” y estaban tristes varios días, tanto que en muchas ocasiones, Grace Kelly llamó a Wood para que volviera antes de sus vacaciones.
Para Alberto, sus padres eran casi desconocidos. Solo tenía permitido verlos tres veces al día y no todos los días. Hasta que cumplió 14 años tuvo vedado compartir la mesa con ellos.
La vida en el palacio tenía más de cárcel que de fiesta. Carolina y su hermano no iban a una escuela sino que recibían clases particulares junto a otros tres chicos elegidos no por afinidad afectiva sino por pertenecer a familias de la aristocracia monegasca. Los amigos eran algo desconocido, Rainiero solía decirle a su hijos que no debían confiar en los demás, excepto en su familia.
Carolina se convirtió en su gran compañera, aunque como todos los hermanos también se peleaban. Alberto luce una cicatriz en la cara fruto de la herida que le provocó la primogénita al lanzarle un tocadiscos. Con ella comparten la aversión por los fotógrafos que siguen todos sus pasos y el odio a las largas sesiones de posado oficial a la que deben someterse para lograr la foto perfecta.
Aunque con sus padres no compartía las cenas, sí actos oficiales. Salió a saludar al balcón de palacio desde los tres años y desde los seis iba a inauguraciones, corte de cintas y hasta estrechaba manos. Aprendió a sonreír ante las cámaras. Quizá tanta presión hizo que en la adolescencia mostrara un ligero tartamudeo, que desaparecería con el tiempo.
La universidad la hizo en la patria de su madre. En Massachusetts estudió ciencias políticas, economía, música y literatura inglesa. En 1981 se graduó en Ciencias Políticas. Además se perfeccionó en idiomas. De chico hablaba inglés con su madre y francés con todos. Sumó español, alemán e italiano.
Mientras Carolina ocupaba las tapas de las portadas por sus romances, su hermano Alberto parecía un muchacho prudente. Sin noviazgos escandalosos ni parejas estables para fotografiar se comenzó a rumorear que podía ser homosexual.
Pero parece que Alberto era un maestro en el arte de despistar. En 1993 tuvo una relación pasajera con la modelo alemana Claudia Schiffer y también se lo relacionó con Naomí Campbell. Mantuvo un breve affair con Diana Ross, -13 años mayor que él- Tatum O’ Neal y Angie Everheart. En la lista de relaciones sospechadas pero no confirmadas se suman Lisa Marie Presley, Diana Ross, Kylie Minogue, Monica Bellucci y hasta se dijo que el príncipe alguna vez intentó acercarse a Gabriela Sabatini.
A esta sucesión de relaciones sin compromiso muchos las veían como excusas o pantallas para no admitir que era gay. A su vez algunos hechos y estereotipos ayudaron a acrecentar los rumores. El príncipe solía ser muy tímido en público, huía de los periodistas y se decía que su padre lo consideraba “débil” y detestaba su voz aflautada. Para acrecentar rumores, en 2003 el príncipe aseguró que se iba a esquiar pero resulta que estaba en el Festival Gay Escandinavo y se divulgaron fotos suyas abrazado a dos drag queens. Alberto aseguró que solo se hizo las fotos porque las drags insistieron y que él ni sabía que había un festival gay en la ciudad. Mentira o verdad, lo cierto es que los rumores crecieron.
Para seguir aumentado los rumores en 2004 la ex Playmate, Victoria Zdrok afirmó en una entrevista al periodista Chaunce Hayden que una vez participo de trío con un amigo suyo y Alberto pero que el príncipe parecía más interesado en el amigo que en ella.
En 1992, estalló el escándalo cuando Tamara Rotolo, una camarera reconvertida en agente inmobiliaria, hizo una demanda de paternidad en contra del príncipe. Aseguró que luego de pasar unas vacaciones en la Costa Azul y tener un “touch and go” con Alberto quedó embarazada y tuvo a su hija, a quien llamó Jazmin Grace, una prueba ADN confirmó la paternidad. El príncipe conoció a su hija cuando cumplió 11 años, la reconoció como su hija a los 14 y le dio sus apellidos.
En mayo de 2005, Nicole Coste, una azafata originaria de Togo, aseguró que durante seis años había mantenido una relación con Alberto y que habían tenido un hijo juntos, Alexandre. Pocos meses después se emitió un comunicado en el que el príncipe confirmaba la paternidad.
“Créanme, me casaré... Pero cuando encuentre a la persona adecuada”, respondía Alberto cuando lo cuestionaban por su soltería crónica. La presión no era tanto por verlo feliz, ni siquiera asentado sino porque los hijos nacidos de relaciones extramatrimoniales quedaban excluidos de la línea sucesoria.
En el año 2000 se realizaba el Encuentro Internacional de Natación de Montecarlo cuando Alberto quedó impactado con la sudafricana que ganó los 200 metros de espalda. Ella se llamaba Charlene Wittstock. Dos años después se encontraron en otra competición y recién entonces el príncipe la invitó a salir. “El no, no sería una buena respuesta”, dicen que le dijo para convencerla. La relación era compleja ya que vivían a 13 mil kilómetros de distancia uno del otro. Sin embargo, en 2006 hicieron público su noviazgo.
El 1° de julio de 2011 y con 52 años Alberto de Mónaco se casó con Charlene. Pero días antes de la boda, trascendió que la mujer había intentado huir de Mónaco al enterarse de que su futuro esposo había tenido otro hijo con una amante durante el noviazgo de cinco años. Además la ex nadadora habría sido obligada a firmar un contrato pre nupcial en el que se exigía darle al menos un heredero y pasar cinco años casada hasta poder optar al divorcio.
El día de la boda en vez de una novia radiante se veía una mujer triste y agobiada, tanto que se la bautizó “la princesa prisionera” y “la novia más triste de la realeza”. Que los recién casados viajaran a Sudáfrica para disfrutar de su luna de miel pero hospedados en hoteles distintos aumentó los rumores de “boda arreglada y marketinera”. Las declaraciones de Alberto tampoco ayudaron mucho a creer en el amor. “Esta boda contribuirá a corregir la imagen estereotipada de Mónaco, a que se conozca mejor la identidad monegasca y sus valores económicos, sociales, culturales, humanitarios, deportivos y medioambientales”, declaración que sonó más a folleto turístico que a hombre enamorado.
En diciembre de 2014, por fin, nacieron los hijos de la pareja: la princesa Gabriella y el príncipe Jacques, heredero al trono. Desde entonces él reside en Mónaco y su mujer pasa la mayor tiempo en una casa situada en el sur de Francia. La no convivencia de la pareja acrecienta las especulaciones sobre un matrimonio en crisis constante. Aunque pasaron la pandemia juntos, cuando volvieron las actividades protocolares, Charlene volvió a pegar el faltazo. Para algunos esto indica que no se quiere divorciar de Alberto sino de sus obligaciones de princesa. Por lo pronto, la historia de esta pareja parece no tener puntos finales pero sí un permanente continuará.
Si como heredero al trono, Alberto no generaba muchas expectativas, como soberano no solo superó las expectativas, sino -como se dice por ahí- le cerró la boca a más de una. Mónaco era conocido en el mundo como un lugar de lujo y sin impuestos sobre la renta. Su glamoroso casino, su atrapante premio de Fórmula Uno y su puerto repleto de opulentos yates eran su carta de identidad. Pero también era conocido por sus 60 establecimientos financieros que lo llevaron a integrar la lista de paraísos fiscales no cooperativos establecida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), quizá por eso Mónaco cuenta con la mayor densidad de millonarios por metro cuadrado.
Consciente que sus tiempos no son los de su padre, Alberto declaró que “debemos continuar diversificando la economía de Mónaco, no podemos quedarnos en el turismo de lujo”. Y para no quedarse en el turismo de lujo decidió promover los habitantes de lujo. En Mónaco, uno de cada tres habitantes es millonario y se calcula que cerca de 2700 millonarios desean instalarse de forma permanente. Para que se puedan instalar, Alberto aprobó un megaproyecto para ganar unos 350.000 metros cuadrados al mar, obra faraónica si se considera que el territorio total del Principado es de unos dos kilómetros cuadrados. Se trata de un barrio con calefacción y refrigeración solar, estaciones de carga eléctrica, bicisendas y rompeolas para proteger la costa. ¿Cuánto costará una vivienda? Todavía no se sabe, por las dudas, estimado lector vaya ahorrando. Hoy el metro cuadrado monegasco oscila entre los 67 mil dólares y los 142 mil.
La pandemia afectó las dos grandes fuentes de ingreso del principado: el turismo de lujo y las inversiones. Al ver que la economía se resentía, Alberto decidió reducir los gastos del Palacio: los trece millones de euros anuales se bajaron a ocho.
Hoy la mayoría de los ciudadanos de Mónaco aprueban a ese rey que jamás brilló como sus hermanas, pero que sin embargo mostró que puede gobernar sin escándalos y con bastante sentido común. Quizá en su vida privada nunca fue un modelo de virtudes, pero ya lo dice la Biblia “el que este libre de pecados que tire la primera piedra”.
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