El acuerdo financiero alcanzado para evitar un humillante juicio en Nueva York cambia poco para el príncipe Andrés en el seno de la familia real británica: descrito durante décadas como el “hijo predilecto” de Isabel II, queda ahora como un paria.
Aunque gracias a este arreglo extrajudicial escapa a la amenaza de un proceso civil por agresión sexual a menor, Andrés ya se vio en enero privado de sus honores militares, el gran orgullo de los miembros de la familia real británica, y otros honores para proteger la imagen de la monarquía.
El duque de York, de 61 años, vio su fortuna caer en desgracia debido a su amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein.
El pasado agosto, la estadounidense Virginia Guiffre, de 38 años, lo acusó de haberla agredido sexualmente tres veces en 2001, cuando ella tenía 17 años, por la intermediación de Epstein, condenado por pederastía, que se suicidó en prisión en agosto de 2019.
El duque de York, siempre ha negado estas acusaciones.
Pero en la perspectiva de que próximamente fuese interrogado por un proceso al que ahora escapa, dos masajistas habían relatado en los últimos días a la prensa sensacionalista británica sus experiencias con Andrés, al que una de ellas, Emma Gruenbaum, describió como un “tipo asqueroso”.
En noviembre de 2019, Andrés trató de defenderse sobre su relación con Epstein en una entrevista televisada con la BBC que se convirtió en un verdadero fiasco.
El príncipe, noveno en el orden de sucesión al trono británico, se mostró arrogante y carente de compasión por las presuntas víctimas de Epstein. Explicó que el financiero le había permitido conocer a gente interesante y juzgó simplemente “inapropiado” el comportamiento de su amigo.
La entrevista provocó tal polémica que lo llevó a anunciar aquel año que se retiraba de la vida pública, una decisión humillante y rarísima para un miembro de la familia real.
Nacido el 19 de febrero de 1960 en el Palacio de Buckingham, diez años después que su hermana, la princesa Ana, Andrés es el tercer hijo de la reina Isabel II y del príncipe Felipe. Niño fácil y lleno de entusiasmo, se dice que es el “hijo predilecto” de la monarca.
En su juventud fue uno de los solteros más codiciados y multiplicó las conquistas antes de casarse, en 1986, con Sara Ferguson. La reina le concedió el título de duque de York.
Dos hijas nacieron de esa unión, las princesas Beatriz (1988) y Eugenia (1990), pero el matrimonio no duró.
A pesar de su divorcio, en 1996, Andrés y Sara afirmaron ser siempre "los mejores amigos del mundo" y la duquesa recientemente salió en su defensa.
Tras su separación, Andrés fue visto junto a mujeres con los pechos descubiertos de vacaciones en Tailandia o participando en una fiesta con el tema “prostitutas y proxenetas” en Estados Unidos.
Después de 22 años en la Marina Real, el duque de York se convirtió en el representante especial del Reino Unido para el comercio internacional, pero fue sumamente criticado por sus elevados gastos a expensas de los contribuyentes.
Sus relaciones con el yerno del ex presidente tunecino Ben Ali, así como con el hijo del difunto dictador libio Muamar Gadafi y con un sulfuroso multimillonario kazajo ya eran vistas con malos ojos, pero en 2011 salieron a la luz sus vínculos con Epstein, condenado en 2008 por conducir a las niñas a prostituirse.
Una foto muestra al príncipe Andrés abrazando a una Virginia Guiffre de 17 años, que entonces era conocida por su apellido de soltera Roberts; en otra se lo ve paseando por Central Park con Epstein, en diciembre de 2010, un año después de que este saliera de la cárcel.
Esta relación fue “imprudente”, reconoció el príncipe.
(Con información de AFP)
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