El príncipe Andrés de Inglaterra no tendrá que enfrentar un juicio legal por abuso sexual a menores. El duque de York llegó esta semana a un acuerdo financiero extrajudicial con Virginia Giuffre, la mujer que lo acusó de haberla violado cuando era menor de edad. Tras el pacto, los abogados de ambas partes solicitaron que se suspendieran “todos los plazos” y se puso fin al proceso legal.
Aunque no se dieron a conocer los términos del acuerdo, la defensa y la acusación emitieron un comunicado conjunto en el que el hijo de Isabel II lamentó haber mantenido una relación de amistad con Jeffrey Epstein, el magnate estadounidense que dirigió durante años una red de tráfico sexual de menores. Además, confirmó que hará una “donación sustancial” a la organización benéfica que encabeza Giuffre, en apoyo a las víctimas del financista, quien se suicidó en prisión en agosto de 2019.
Así, en las últimas horas, el caso que ha generado fuertes dolores de cabeza a la Casa de Windsor dio un giro inesperado. El Príncipe Andrés, de 61 años, evitará sentarse en el banquillo de los acusados en una corte de Nueva York por abuso sexual. Y la noticia llega poco después de que se reavivara la polémica por el misterioso extravío de una de las principales pruebas del caso.
Se trata de la famosa fotografía de hace más de dos décadas, en la que se ve al duque de York junto a la víctima, la estadounidense Virginia Giuffre, que entonces tenía solo 17 años. En la imagen, el Príncipe Andrés rodea con su brazo la cintura de la joven y detrás, a solo unos metros, aparece una sonriente Ghislaine Maxwell, quien fue detenida a mediados de 2020 por su participación activa en la red de tráfico sexual de menores que dirigía Jeffrey Epstein.
Desde que la foto salió por primera vez a la luz en 2011, en las páginas del Mail on Sunday, se ha reproducido miles de veces en diarios de todo el mundo, y habría generado unos 160 mil dólares en honorarios. Sin embargo, es solo una copia. La captura original se extravió hace años y ni siquiera se sabe “si todavía existe”, según afirmó una fuente cercana a la víctima, en declaraciones al Daily Beast.
En agosto de 2021, después de décadas guardando silencio, Virginia Giuffre, que ahora tiene 38 años, acudió a los tribunales de Nueva York para presentar una denuncia contra el Príncipe Andrés, quien presuntamente la violó hasta en tres ocasiones cuando ella era menor de edad.
Giuffre afirmó que la primera agresión ocurrió en marzo de 2001, pocas horas después de posar en la famosa fotografía. Al prestar declaración, la estadounidense dio más detalles de aquel día: dijo que la imagen se tomó en la mansión que Ghislaine Maxwell tenía en Londres y añadió que al otro lado de la cámara estaba Jeffrey Epstein.
Tras el escándalo mediático que acarreó la denuncia, el ex duque de York negó con vehemencia todas las acusaciones. Afirmó que él nunca conoció a Virginia Giuffre y que ella estaba sufriendo delirios y “recuerdos falsos”.
La versión del príncipe podría haber sido creíble si no fuera por la famosa imagen que ha recorrido medio mundo y que hasta hace unos años estaba en poder de la víctima. En la foto, él y Virginia aparecen juntos. Se trata por tanto de un material visual fulminante que desmiente al acusado, al probar que sí conocía a la víctima.
Conscientes de que la imagen desmontaba las afirmaciones del duque, su equipo de abogados jugó la carta más previsible: insistieron en que la postal había sido manipulada o editada y por ello, en noviembre de 2021 exigieron ver la fotografía original, para que la analizara un especialista. Querían que el experto arrojara dudas sobre la autenticidad de la fotografía, pero nunca recibieron el archivo.
En declaraciones al diario Dailey Beast, una persona cercana a la víctima dijo que Virginia Giuffre perdió la impresión original. Por eso nunca la entregó a la defensa.
La imagen no está en posesión de Virgina
La fotografía original ya había sido examinada en su momento por el FBI, cuando se utilizó como prueba en la investigación contra Jeffrey Epstein. Tiempo después, Giuffre cambió su domicilio de Colorado, EEUU, a Sydney, Australia, donde se instaló con su esposo. En esa mudanza se habría extraviado el documento; es decir, en algún momento entre 2011 y 2016.
Cuando comentaron a la fuente que era extraño que la víctima perdiera una imagen tan importante para el caso, le restó importancia. Dijo que en muchas ocasiones el archivo auténtico desaparece y solo queda la copia, y apuntó:
“Recuerde que en el momento en que el FBI la estaba entrevistando, ella no estaba demandando a nadie. No estaba recibiendo asesoramiento legal. Ahora ha pasado por seis o siete años de litigio y tiene abogados que la asesoran y estoy seguro de que se comportaría de manera diferente, pero entonces era solo una niña”.
Opinó que la ausencia de la impresión original no impediría que la copia se admitiera como prueba, y reveló que el abogado de Virginia, David Boies, no estaba preocupado en absoluto, porque el caso no se basaba en la fotografía.
Quien también se ha mostró muy tranquila sobre este punto fue la propia Virginia. La víctima dijo que probablemente la instantánea estaría escondida en alguna de las cajas de la mudanza que dejó en la casa de sus suegros: “Quiero decir, hay siete cajas llenas de pistolas de plástico, con juguetes de mis hijos, fotos. No sé qué otros documentos podría haber ahí”, dijo al respecto.
Sin embargo, para el equipo legal del Príncipe Andrés, la desaparición del archivo original reforzaba su teoría de que había sido manipulado. Sin él, dijeron, será imposible realizar las indagaciones necesarias. De esta forma, lograban mantener a salvo la versión de su cliente. Aunque eso no convenció a la persona que habló bajo anonimato con el Daily Beast. En su opinión, no había nada que pudiera hacer el equipo legal del príncipe de Inglaterra para restaurar su credibilidad.
“La fotografía no les muestra teniendo sexo, pero se nota que estaban juntos. Muestra que se conocieron”, argumentó la fuente. “Cuanto más pelea por esa fotografía, más subraya el hecho de que el verdadero problema de credibilidad para él es si la conoció alguna vez. Esa es una batalla perdida para el Príncipe”, dijo la fuente, que se negó a contestar a la pregunta de si Virginia había buscado o no la imagen en las cajas.
Viendo cómo concluyó el proceso, quizás tenía razón. Los abogados del príncipe Andrés intentaron por todos los medios que el caso fuera desestimado, sin éxito. En medio del revuelo y ante la posibilidad de que finalmente el acusado fuera a sentarse en el banquillo, la Corona británica le obligó en 2019 a renunciar a sus deberes reales. A principios de 2022, le exigió además devolver sus patrocinios y títulos militares.
El escándalo que rodeaba a la imagen volvió a tomar fuerza hace solo unas semanas, con las sorprendentes declaraciones que realizó Victoria Hervey, amiga y ex novia del Príncipe Andrés, e hija del sexto marqués de Bristol. Ella aseveró que la foto que mostró Virginia fue manipulada, y que era una composición que se armó con una instantánea que tomaron en mayo de 2001 en St. Tropez, durante una fiesta de cumpleaños de Naomi Campbell. A la celebración, que se llevó a cabo en un yate, asistió Virginia, quien llevaba la misma camiseta blanca sin mangas que vestía en la imagen de la mansión. Según Lady Victoria, para realizar el montaje, se superpusieron distintas capturas y se utilizó a un irlandés como ”doble de cuerpo” del Príncipe.
A pesar del relato de la mujer, Andrew confirmó en 2019, durante una entrevista desafortunada que concedió a la BBC, que él sí era el que aparecía en la imagen. Sin embargo, dijo que era imposible que la fotografía se tomara en Londres, como afirma Virginia, ya que llevaba ropa muy casual.
“Oh, definitivamente soy yo, quiero decir, es una foto mía. No creo que sea una foto mía en Londres porque cuando salgo en Londres llevo traje y corbata. Eso es lo que describiría como mi ropa de viaje si voy al extranjero. Hay muchas fotografías mías vestido con ese tipo de ropa, pero no ahí”.
Finalmente, y a pesar de las especulaciones sobre el archivo original, el equipo legal del príncipe Andrés prefirió evitar los tribunales y realizar una generosa aportación para evitar un juicio con jurado popular. Y la acusación decidió aceptarla.
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