Amalia de Holanda cumple 18: la joven que nació para ser reina debuta en la vida de la Corte con la naturalidad de Máxima

Resguardada hasta ahora por sus padres de los actos, los medios y el protocolo, la heredera de la corona de los Países Bajos comienza mañana a cumplir funciones oficiales como miembro del Consejo de Estado, que preside el rey Guillermo Alejandro de Orange

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La hija mayor de Máxima Zorreguieta pasará desde ahora a cumplir funciones oficiales como miembro del Consejo de Estado, el órgano asesor más importante del gobierno y el Parlamento holandés (Katwijk/Getty Images)
La hija mayor de Máxima Zorreguieta pasará desde ahora a cumplir funciones oficiales como miembro del Consejo de Estado, el órgano asesor más importante del gobierno y el Parlamento holandés (Katwijk/Getty Images)

Toda su vida fue al colegio en bicicleta. Es la mayor de tres hermanas. Hace terapia. En el verano de sus 16, trabajó como moza en un bar de la playa. Siempre le gustó hacer tragos para sus amigos, adora montar, y de ese cóctel nació el nombre de su caballo, Mojito. Toca el violín y canta muy bien. Habla inglés, español y holandés. También le gusta jugar al hockey, al tenis, hacer judo, y esquiar fuera de pista: lo hace con naturalidad en Lech, Austria, o en Villa La Angostura, en la Patagonia argentina, desde que era una niña.

En algunas cosas, podría ser una adolescente cualquiera, de cualquier familia acomodada. Pero basta con acercarse un poco más a las fotos de su historia para ver los guardaespaldas a unos metros de la bicicleta, o a los clientes sorprendidos hace dos veranos por la inusual camarera en el chiringuito de la Costa Azul: ningún heredero a la Corona holandesa había tenido hasta entonces un trabajo común.

Catalina–Amalia Beatriz Carmen Victoria de Orange lleva en su nombre el rastro de la sangre real y plebeya de sus dos abuelas, su alteza Beatriz Guillermina de Orange-Nassau, y la argentina María del Carmen Cerruti Carricart, y el deseo de sus padres, Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda, de que su hija tuviera una infancia normal mientras la educaban como la sucesora del trono de los Países Bajos.

Nacida el 7 de diciembre de 2003 en el hospital Bronovo de La Haya, fue bautizada así el 12 de junio de 2004 en la iglesia de San Jacobo de la capital holandesa. Creció a pocos kilómetros, en Villa Eikenhorst, en Wassenaar, una casa de campo en donde Guillermo y Máxima la preservaron –junto a sus hermanas menores, Alexia (16) y Ariane (14)– de la fama y las obligaciones.

Toda la primaria fue a una escuela pública en donde fue tratada como una más. La secundaria la terminó con honores –cum laude– este año en el prestigioso instituto cristiano Sorghvliet, donde se especializó en Economía y Sociedad. En ese colegio, al que también fue en bicicleta durante seis años desde el palacio de Huis Ten Bosch, a donde se mudaron tras la entronización de sus padres, en 2013, también buscaron siempre protegerla del mundo exterior: sus compañeros fueron instruidos en cada inicio de ciclo lectivo para no subir a redes fotos de la princesa.

Ni siquiera eso pudo evitar que hasta grandes medios la convirtieran en objeto de bullying y body-shaming al que ella nunca respondió.

Amalia de Holanda en su sesión habitual de fotos de verano en el palacio Huis ten Bosch (Patrick van Katwijk/WireImage)
Amalia de Holanda en su sesión habitual de fotos de verano en el palacio Huis ten Bosch (Patrick van Katwijk/WireImage)

De todos modos, el propósito de los reyes para su hija siempre se mantuvo: con excepción de las dos citas fotográficas anuales pautadas con la prensa holandesa, y apariciones esporádicas acompañada en actos protocolares, Amalia pudo llevar una vida fuera de la atención mediática. Todo eso cambiará desde hoy, cuando cumpla 18 años.

Además de los festejos íntimos por la mayoría de edad de la que será la cuarta soberana en la historia de su país, la hija mayor de Máxima Zorreguieta pasará desde ahora a cumplir funciones oficiales como miembro del Consejo de Estado, el órgano asesor más importante del gobierno y el Parlamento holandés. Por el momento, no es el caso de la princesa. La toma de posesión de su cargo –y el primer acto público de esta nueva etapa– tendrá lugar mañana por la tarde en el salón de baile del Palacio Kneuterdijk de La Haya. Como máxima autoridad del Consejo, el rey será el encargado de presentar a su primogénita, y Máxima –que también lo integra desde 2004– también estará presente. Entonces, Amalia pronunciará un discurso y, después de eso, plantará una lima real en los jardines del palacio.

Sin embargo, hay dos cosas que ya están decididas y fueron anunciadas: la primera es que, antes de entrar a la universidad, la princesa se tomará un sabático hasta septiembre de 2022 para viajar, hacer pasantías en alguna empresa y otras actividades para las que sabe que no tendrá tiempo cuando su agenda se intensifique. Fue un consejo de su padre: “Siempre le digo: averigua tus límites. Ve a todas partes. Comete errores, tan lejos de los focos como puedas. Yo lo hice, mucho. Festivales, fiestas, todo eso y más”, dijo Guillermo en abril de 2017, en una entrevista que concedió por su cumpleaños número 50. Amalia todavía no sabe que va a estudiar, le interesan la historia, la economía y el derecho.

La segunda decisión, anunciada por ella misma en junio pasado, es que no cobrará los 296.000 euros anuales que –también desde hoy– le correspondían por derecho en concepto de gastos de representación, oficinas, personal, seguridad y todo lo que implicaran sus responsabilidades públicas, además de un extra de 1.338.000 euros.

La familia real de los Países Bajos durante la celebración del día del rey. Guillermo de Orange, Máxima Zorreguieta y sus hijas Amalia (18), Alexia (16) y Ariane (14)(Dutch Press/The Grosby Group)
La familia real de los Países Bajos durante la celebración del día del rey. Guillermo de Orange, Máxima Zorreguieta y sus hijas Amalia (18), Alexia (16) y Ariane (14)(Dutch Press/The Grosby Group)

El porcentaje de su sueldo por los 24 días que restan hasta fin de año ya estaba incluido en el presupuesto holandés de 2021 cuando, Amalia le envió una carta manuscrita al primer ministro de su país, Mark Rutte, por la que renunció al dinero por el tiempo que se prolonguen sus estudios.

“Me siento incómoda mientras tenga poco que ofrecer a cambio, cuando hay otros estudiantes que lo están pasando mal; sobre todo por la incertidumbre de la pandemia”, explicó la heredera, en un contexto en el que la siempre altísima popularidad de su familia se vio cuestionada por sus gastos durante el aislamiento.

El gesto contribuyó a mitigar la controversia por las astronómicas cifras invertidas por los Orange en la renovación de los aposentos privados de Huis ten Bosch, las vacaciones en Grecia en medio del encierro obligatorio, y la construcción de su mansión de verano.

72123571. Amersfoort (Netherlands), 27/04/2019.- (L-R) Dutch Princess Alexia, King Willem-Alexander, Princess Ariane, Queen Maxima and Princess Amalia arrive on King's Day (Koningsdag) in Amersfoort, The Netherlands, 27 April 2019. The King's Day is celebrated on the occasion of King Willem-Alexander's birthday. (Países Bajos; Holanda) EFE/EPA/PHIL NIJHUIS / POOL
72123571. Amersfoort (Netherlands), 27/04/2019.- (L-R) Dutch Princess Alexia, King Willem-Alexander, Princess Ariane, Queen Maxima and Princess Amalia arrive on King's Day (Koningsdag) in Amersfoort, The Netherlands, 27 April 2019. The King's Day is celebrated on the occasion of King Willem-Alexander's birthday. (Países Bajos; Holanda) EFE/EPA/PHIL NIJHUIS / POOL

La princesa Amalia gozó, desde que llegó al mundo, del cariño que los holandeses tienen por sus padres y que creció bajo el influjo de la sonrisa de Máxima. Hace dos años, después de que intervino con solvencia y naturalidad en un reportaje a sus padres el Día del Rey, se convirtió en la tercera figura más querida de la monarquía neerlandesa, según la tradicional encuesta que se realiza durante esa celebración. El gesto de renunciar al sueldo que iba a corresponderle desde hoy, habría sido, en realidad, una respuesta al reclamo expresado por la sociedad en el sondeo de abril pasado, cuando tres cuartas partes de los consultados opinaron que no era correcto.

Fueron ensayos de su incorporación a ese perfil público del que había sido resguardada toda su vida y que coronó –¿qué otro verbo sino?– de la misma manera que su padre y su abuela lo hicieron al cumplir 18 años: con un libro que la presenta en esencia, para que ese pueblo que ya le pide gestos pueda también comenzar a conocerla.

“Alexander”, el perfil del rey, escrito por Renate Rubinstein, fue publicado en 1985. Treinta años antes, la reina Beatriz se hizo amiga de la escritora Hella Haasse mientras colaboraba con la edición de “Retrato de la princesa Beatriz”.

Máxima y Guillermo cuidaron siempre que sus hijas llevaran una vida "normal" más allá de los guardaespaldas y el protocolo de la corte (FP PHOTO / ANP PHOTO / XTRA ROYAL IMAGES LEX VAN LIESHOUT )
Máxima y Guillermo cuidaron siempre que sus hijas llevaran una vida "normal" más allá de los guardaespaldas y el protocolo de la corte (FP PHOTO / ANP PHOTO / XTRA ROYAL IMAGES LEX VAN LIESHOUT )

Que “Amalia”, la biografía autorizada de la princesa que la editorial holandesa Pluim presentó hace unas semanas, haya sido escrita por la escritora y humorista Claudia de Breij habla del carácter de la heredera. La Casa Real señaló en un comunicado que el libro es el resultado de las conversaciones entre la comediante y la adolescente durante el verano de 2021 sobre, entre otros temas, sus años de estudiante, su amor por la música, y lo que la monarquía y su futuro papel significan para ella.

De Breij dijo que la impactaron la sinceridad, el humor y la facilidad en el trato de Amalia, además de sus dotes para el canto –”haría que se dieran vueltas en sus sillas los jurados de cualquier reality”–, y que tomó la decisión de dejar fuera cuestiones demasiado privadas, “no porque sea una princesa, sino porque es aún una niña”.

Temporada de ski junto a Beatriz, Guillermo y Máxima (AFP PHOTO / PIERRE TEYSSOT)
Temporada de ski junto a Beatriz, Guillermo y Máxima (AFP PHOTO / PIERRE TEYSSOT)

Aunque no tiene ningún apuro por ser reina y jura que, si algo inesperado le pasara a su padre, preferiría que su madre asumiera la regencia, considera su destino un honor, “con la ventaja adicional de que le encantan las tiaras”, dijo su biógrafa a los medios holandeses. En el libro cuenta que tenía nueve años cuando se probó por primera vez la Tiara de Rubíes Mellerio, mientras Máxima se maquillaba.

“Solía ponerme las tiaras de mi madre, y también sus joyas. Cuando era muy pequeña, era habitual que ella se estuviera preparando para una cena importante y gritara: ‘Amalia, ¿dónde está mi anillo?’ –recuerda–. Amo las tiaras. Muéstrame una y sabré de dónde viene. Puedo reconocer todas las de Europa”, asegura entre risas la heredera, que aparece usando el accesorio en una de las fotos de su colección particular que se publican con la biografía.

Tenía 14 años cuando le explicó a Guillermo Alejandro que se había reconciliado con su futuro de reina. El rey soltó una carcajada y le dijo que lo había aceptado mucho antes que él. ¿Y si la monarquía se aboliera, después de haberse preparado tanto? Amalia le dijo a De Breij que eso tampoco sería un drama, al contrario: “Pueden hacer eso, por supuesto, y luego yo también seguiré viviendo”, dijo.

Las princesas tienen peleas como todas las hermanas, pero es su madre Máxima quien está atenta y se preocupa por eso. Hasta aconsejó la terapia de su hija mayor por este tema (Remko de Waal / ANP / AFP)
Las princesas tienen peleas como todas las hermanas, pero es su madre Máxima quien está atenta y se preocupa por eso. Hasta aconsejó la terapia de su hija mayor por este tema (Remko de Waal / ANP / AFP)

Apenas es una niña, como dice su biógrafa, pero Amalia se siente “al servicio” de los holandeses, y ya imagina cómo será su reinado: “Si puedo prevenir una mala situación a través de la diplomacia, si puedo hacer del mundo un lugar un poco mejor, entonces seré feliz. Le doy mi vida a los Países Bajos”.

Sabe, por la historia de sus padres, que el deber es importante, pero el amor también, y que a veces los cuentos de princesas conllevan sacrificios enormes, y muchas lágrimas, aún en los momentos más felices: “Si el hombre que me apoya, a quien amo, con quien quiero pasar mi vida, no recibe la aprobación del Parlamento, entonces tendremos que ver qué hago. No puedo elegir a expensas de mí misma”, dice.

En el libro Amalia también cuenta algo que llamó la atención de gran parte de la prensa, aunque sería normal y saludable para otros adolescentes. Los reyes Guillermo Alejandro y Máxima tomaron la decisión de enviarla a un terapeuta infantil tras la muerte de su tío, el príncipe Friso, en 2013, tras un grave accidente de esquí. También les preocupaban las peleas con sus hermanas.

Una foto de su álbum familiar de Amalia junto a si abuela Beatriz, cuando aun era reina, y sus padres Guillermo y Máxima (AFP)
Una foto de su álbum familiar de Amalia junto a si abuela Beatriz, cuando aun era reina, y sus padres Guillermo y Máxima (AFP)

La princesa dice que todavía visita con regularidad al analista para desahogarse, y que si lo habla en público es, precisamente, porque piensa “que no debe ser un tabú”, especialmente después de lo que le pasó a su tía, Inés Zorreguieta, la hermana menor de Máxima, que se suicidó en 2018, a los 33 años.

“Todo el mundo habla de alimentación saludable y deporte. Pero, ¿qué importancia tiene mantener la salud mental? No puedes tener una cosa sin la otra –opina–. A veces todo se vuelve demasiado para mí: la escuela, los amigos, y por eso hablo con alguien. Si tengo la necesidad, pido una cita. Me desahogo y estoy lista para otro mes”.

No es una chica que viva con temores o atada a los fantasmas familiares. De hecho, con el antecedente de Friso, su pasión por el esquí fuera de pista podría ser un problema, como nota De Breij. Sin embargo, Amalia asegura que puede hacerlo porque sigue “un entrenamiento especial, con todo lo necesario encima, y siempre con un guía”.

Cuando Amalia suceda a su padre, seguirá el linaje de una dinastía de mujeres poderosas que Máxima llegó para fortalecer
Cuando Amalia suceda a su padre, seguirá el linaje de una dinastía de mujeres poderosas que Máxima llegó para fortalecer

Aunque fue educada en un colegio protestante, dice que no piensa que haya “un hombre en las nubes”, pero sí “algo más”, a lo que no necesita “ponerle un nombre”. Dice que Máxima le dijo una vez que la familia es el lugar para ensayar los conflictos, y que ella le hizo caso al pie de la letra: suele tenerlos con su madre. La escritora describe a Amalia como una chica centrada y capaz de cuestionarse sus logros, que de ninguna manera ve al trono como una carga, y que se considera tremendamente perfeccionista, un rasgo que habría heredado de su abuela reina.

Beatriz tenía 42 años cuando su madre, la reina Juliana, abdicó el trono en su favor, en 1980. Juliana había sucedido a su vez a la reina Guillermina en 1948, cuando tenía 39. Guillermo tenía 46 cuando fue entronizado. Es lógico que Amalia diga que aún no se siente preparada para ejercer su cargo. Cuando suceda a su padre, seguirá el linaje de una dinastía de mujeres poderosas que Máxima llegó para fortalecer. Llegado el momento, lo hará además acompañada de una generación de reinas mujeres en las otras monarquías europeas, como las princesas herederas Leonor de Borbón y Elisabeth de Bélgica.

Claro que con sus 18 años recién cumplidos, Amalia sólo espera que su padre “lleve una buena dieta y haga deporte”. En cuanto a Máxima, está de acuerdo con su biógrafa; cuando en un reportaje que concedió a la televisión holandesa en su cumpleaños de 50, en mayo último, le preguntaron qué sentía al pensar que algún día su hija sería reina, dijo: “Para mí sigue siendo mi niña”.

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