La simple pregunta de un amigo que el rey Juan Carlos jamás pudo responder y su verdadero temor frente a la historia

El monarca abandonó España cercado por causas judiciales que marcaron los últimos años de su reinado. Se exilió en República Dominicana, donde planea vivir sus últimos años

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Foto de archivo del rey
Foto de archivo del rey emérito Juan Carlos I en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la Constitución de 1978, en el Congreso el 6 de diciembre de 2018, en Madrid, España (Europa Press)

Supo ser un paladín de la democracia allá por 1981, cuando uniformados españoles quisieron tomar por asalto el poder y él agrupó al resto de los militares alrededor suyo para evitar el golpe de estado que hubiera devuelto a España a años oscuros de su historia reciente. Se ocupó que todos sus compatriotas vieran su acto de heroísmo: salió por televisión en medio de la madrugada para anunciar que no toleraría la asonada y que él era el comandante a quien las tropas respondían.

La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”, cerró su mensaje nacional Juan Carlos I de Borbón aquel lúgubre 23 de febrero. Fue su momento de esplendor y se erigió como un gran conductor por lo que sería recordado durante años. Sabía que esa victoria le resultaría su pasaje a la historia. Pero quizás ese fue su gran pecado: creer que tendría vía libre a partir de entonces.

En una tarde de 2010, varios años después de aquel traumático episodio nacional, junto a un amigo Juan Carlos le expresó cuál era una de sus máximas preocupaciones en momento en que evaluaba abdicar en favor de su hijo Felipe. “El dinero”. Ni su familia, ni el futuro de España, ni alguna otra cosa más próxima. “El dinero”. La escena fue reproducida por el diario El País, de España. ¿El dinero? ¿Cómo podía ser posible que esa fuera la preocupación de un rey que lo tenía todo? O mejor dicho: que no necesitaba nada. “¿Pero, para qué quieres tú el dinero? Si siempre contarás con un pase de Iberia para viajar donde quieras... si tus amigos saudíes siempre te prestarán sus apartamentos para que te alojes donde te dé la gana?”, fue la respuesta de su interlocutor.

Del otro lado, silencio.

Justamente son esos amigos saudíes quienes podrían haber sido parte de los escándalos de corrupción que salpicaron sus últimos años al frente de la Casa Real española. Es que fue Juan Carlos el principal lobista para el tendido ferroviario de un tren de alta velocidad que uniría La Meca con Medina en Arabia Saudita. ¿Su comisión? Unos 100 millones de dólares, según investiga la justicia de su país y Suiza y por lo que decidió refugiarse en República Dominicana, un paraíso para algunos, un amargo exilio con playa para otros.

El rey Juan Carlos y
El rey Juan Carlos y Corinna Larsen, quien fuera su amante y quien supuestamente le administrara parte de su fortuna escondida (EFE)

Dos años después, el escándalo que ya era inminente durante esa rueda de charlas con su amigo, se hizo público. Fue cuando salió a la luz sus viajes de dinero y placer carnal con Corinna Larsen, quien fuera su amante y supuesta “administradora” de algunos de sus pecados financieros. Con su amigo volvió a reunirse hace dos semanas. La indiscreción trascendió: “Los menores de 40 años me recordarán sólo por ser el de Corinna, el del elefante y el del maletín”. Ese es el verdadero temor del rey emérito: que la historia finalmente lo recuerde por sus fotografías cazando elefantes en una sociedad que ya no tolera esas aventuras de otros siglos en lugar de ilustrarlo como un estadista que supo domar un momento bisagra en la historia de España.

República Dominicana

La isla caribeña es un destino que suele sonar cada vez que algún dirigente de renombre pretende no ser molestado por la justicia. Eso es por una razón por demás sencilla: sus acuerdos de extradición con otros países son muy limitados. Es así que Juan Carlos ya estaría instalado en República Dominicana, después de comunicar a su hijo, el rey Felipe VI, su decisión de trasladar su residencia fuera de España tras las últimas informaciones relacionadas con presuntas donaciones de Arabía Saudita no declaradas a Hacienda.

Según informa el diario ABC, el monarca se trasladó este mismo fin de semana a la localidad pontevedresa de Sanxenxo y desde ahí se desplazó a Oporto, en Portugal, para tomar un avión y viajar al aeropuerto de la capital dominicana. En sintonía, La Vanguardia dijo que el ex monarca de 82 años viajó en coche a Portugal el lunes por la mañana y luego voló hacia el Caribe, donde planea quedarse unas semanas con una familia que hizo su fortuna con las plantaciones de azúcar, antes de buscar un nuevo destino.

La reina Sofía y el
La reina Sofía y el rey emérito Juan Carlos en mayo de 2019 en Luxemburgo. Su esposa continuará viviendo, de momento, en el Palacio de la Zarzuela (Shutterstock)

En pleno cruce de conjeturas sobre a dónde podría haberse trasladado, el canal de televisión portugués TVI24 y el tabloide Correio da Manhã dijeron el lunes que Juan Carlos estaba en Cascais, una zona turística cerca de Lisboa, donde pasó parte de su infancia.

El gobierno socialista de Pedro Sánchez habría estado al tanto de los movimiento del ex monarca lo que llevó malestar dentro de su propia coalición política: Podemos, el grupo político de izquierda y filochavista que conduce Pablo Iglesias, se mostró indignado ante el ocultamiento de la información, de acuerdo a medios españoles.

La abdicación

Juan Carlos de Borbón abdicó en 2014 con una imagen pública por los suelos. Los españoles, mientras sufrían las penurias de la crisis económica, se enteraron que el rey se rompió la cadera durante un safari de lujo en el país africano pagado por un empresario saudita, en el que estaba acompañado por Larsen, su bellísima amante. A ello se sumó un escándalo de corrupción que llevó a su yerno Iñaki Urdangarin a la cárcel. En 2019, se retiró de la vida pública.

Por el momento, se desconoce el nuevo país de residencia que tendrá, así como la situación que tendrá su todavía esposa, la ex reina consorte Doña Sofía de Grecia que por ahora permanecerá en el Palacio de la Zarzuela. El mensaje tampoco da a entender que el destierro implique que se le despoje del título real.

La prioridad, como expresa la carta, aparenta ser el deterioro de la imagen de la monarquía. Ante las recientes revelaciones, Felipe VI buscó marcar distancia de su predecesor y anunció en marzo que renunciaba a la herencia de su padre y le retiró su asignación anual de unos 200.000 euros (219.000 dólares): el dinero, lo que preocupó al exiliado rey estos últimos años.

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