La segunda hija de la princesa de Mónaco y Stefano Casiraghi llegó al mundo el 3 de agosto de 1986. Debido a las leyes sálicas, y a pesar de ser hija de una princesa, nieta de Rainiero III y sobrina del actual Soberano del Principado, Alberto de Mónaco, no le corresponde ningún título nobiliario y se encuentra undécima en la línea sucesoria al trono. Ello, a diferencia de su madre, que es princesa de Mónaco por nacimiento y, además, princesa consorte de Hannover, por su matrimonio con el príncipe Ernst de Hannover.
Fruto del matrimonio de su madre con Stéfano Casiraghi -un acaudalado hombre de negocios y deportista italiano- Charlotte tiene dos hermanos, Andrea (hijo mayor de Carolina de Mónaco) y Pierre Casiraghi. Alexandra de Hannover es su hermana menor, ya que es la hija que su madre tuvo con el príncipe Ernst de Hannover, quienes se separaron hace 10 años.
La infancia de Charlotte estuvo plena de momentos felices y la familia se mostraba sólida. Hasta que a sus 4 años, en 1990, Charlotte perdió a su padre en plena carrera náutica en el Campeonato Mundial de off-shore, que se disputaba en aguas monegascas. En menos de una década, esta fue la segunda muerte trágica que sacudió a la Familia Real. En 1982, su abuela Grace Kelly había fallecido a los 52 años, cuando el auto en el que se trasladaba junto a la princesa Stephanie se deslizó por la ladera de una montaña.
Tras el accidente que terminó con la vida de su padre, Charlotte vivió con su madre y sus dos hermanos durante dos años en Saint Rémy, un pueblo de la Provenza, en Francia. Allí, Charlotte asistió a la escuela Les Dames de Saint-Maur. La familia se instaló en la masía “Le Mas de la Source”, en las afueras del pueblo, donde daban paseos en bicicleta, hacían las compras, recogían flores, andaban a caballo y su vida transcurría de un modo austero, alejado de los grandes lujos. Todo ello, tal como era el estilo de su padre, algo que Carolina le quiso transmitir a sus hijos.
Esa época, a pesar de que fue breve, marcó para siempre el destino de Charlotte, que siempre buscó mantener un bajo perfil, alejarse de los flashes y permanecer en un segundo plano de la Familia Real. En 1992, retornaron al Principado y los niños siguieron con sus estudios en el Lycée François Couperin, ubicado en Fontainebleau.
Finalizada la etapa escolar, Charlotte estudió filosofía en la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne, mientras vivía con su familia en la mansión de los Grimaldi ubicada en la coqueta Avenida Foch, en los Campos Elíseos. Además de francés, habla cuatro idiomas de manera fluida: italiano, inglés y alemán.
La verdadera pasión de Charlotte son los caballos y la equitación. Es por ello que, desde pequeña, es amazona y se adjudicó varios premios internacionales en competencias muy importantes, que tuvieron lugar en Europa y hasta en Brasil. La hija de Carolina de Mónaco cuenta con el patrocinio de Gucci.
Dueña de un perfil muy bajo, en contadas ocasiones se muestra en los actos oficiales del Principado. Cada año, asiste con su familia al tradicional Baile de la Rosa, con el objetivo de colaborar con la Fundación Princesa Grace de Mónaco, entidad que preside su madre.
Charlotte mantiene una estrecha relación con su tío Alberto, el Soberano del Principado, y con su esposa, la princesa Charlene. Ocasionalmente, los hijos de la pareja real, los príncipes Jacques y Gabriella, comparten juegos con los descendientes de Charlotte, Raphaël Elmaleh, y Balthazar Rassam.
Desde su juventud, su vida amorosa ha sido tan turbulenta como la de su madre y su tía Stephanie, aunque Charlotte siempre intentó poner un candado para que sus historias no trascendieran públicamente. Su primer novio fue el joven aristócrata austriaco, Hubertus Arenque Frankensdorf, con quien se dejó ver entre 2001 y 2004.
La relación con el humorista y actor de origen marroquí, Gad Elmaleh -15 años mayor que ella- duró 4 años. Fruto de esa relación, se convirtió en madre por primera vez de Raphaël Elmaleh, quien nació en 2013. La pareja vivió en París hasta que el amor llegó a su fin y ella volvió a Mónaco.
Tras la ruptura sentimental, Charlotte mantuvo varios romances breves, hasta que en 2017 conoció al productor de cine francés, Dimitri Rassam, hijo de la actriz francesa Carole Bouquet. En 2018 y a través de un comunicado conjunto entre las abuelas, se confirmó la noticia: Charlotte y Dimitri habían tenido a su primer hijo en común. “Su alteza real la Princesa de Hannover y la señora Carole Bouquet tienen la alegría de anunciarles el nacimiento de su nieto, nacido el 23 de octubre de 2018. La madre y el niño se encuentran bien”, rezaba el comunicado anunciando la llegada al mundo de Balthazar Rassam.
En 2019, la pareja pasó por el altar. Su amor quedó sellado en una ceremonia íntima que se llevó a cabo en la abadía Sainte-Marie de Pierredon, en la comuna francesa de Saint Rémy. Allí, Charlotte había vivido dos años tras la muerte de su padre, había descubierto su pasión por los caballos y siempre fue uno de sus lugares favoritos para descansar. Un mes antes, Charlotte y Dimitri se habían casado por civil en el Palacio de Mónaco.
Charlotte y Dimitri formaron una familia ensamblada, ya que el productor de cine es padre de Darya, la hija que tuvo junto a su ex mujer, la modelo rusa Masha Novoselova. Sin embargo, en los últimos tiempos se rumoreaba de un posible distanciamiento de la pareja, que fue descartado cuando aparecieron fotos de ambos junto a sus tres hijos de vacaciones a bordo del yate Pachá, navegando por la costa de Nápoles. El matrimonio reside en París.
Al igual que su madre, gracias a su gran belleza y glamoroso estilo, Charlotte se convirtió en un icono de la moda internacional. Sus looks son imitados en todo el mundo y casi todas las marcas de lujo le ofrecieron contratos millonarios para ser la protagonista de sus publicidades, pero sólo aceptó algunas propuestas, como las de Saint Lauren, Montblanc y Gucci.
En algunas entrevistas, Charlotte confesó que uno de sus pasatiempos favoritos es leer pero que la materia que más le sigue interesando es la filosofía, la carrera que estudió y que hasta la fecha la tiene involucrada, incluso a través de la escritura de varios ensayos sobre diferentes temas. El último fue “Archipiélago de pasiones”, un tratado sobre los sentimientos humanos, y su texto fue escrito en conjunto con su profesor, Robert Maggiori.
Para el vínculo con Maggiori no es nuevo: fue su profesor de filosofía cuando ella cursaba el bachillerato. Desde hace algunos años, se unieron y organizan los Encuentros Filosóficos de Mónaco.
Hoy, a los 34 años, vive una vida familiar plena en París, donde transita la vida junto a su marido y se encuentra dedicada casi por completo a la crianza de sus hijos, manteniendo en el mayor hermetismo posible.