La historia del Perú post independencia, parece estar escrita solo por hombres. Al hacer una breve revisión de los libros que cuentan casi toda nuestra vida republicana, nos podremos dar cuenta que casi todos los grandes hechos de esta nación tienen protagonistas masculinos.
Pues lo que algunos no saben es que a través de nuestra historia también ha habido mujeres capaces de dejar huella al ser las primeras en dedicarse a una función que solamente estaba destinada para ellos.
Una de las peruanas que rompió las barreras del sexismo ridículo que impera(ba) en nuestra sociedad es Miguelina Acosta Cárdenas.
Ella es considerada la primera mujer que se convirtió en abogada litigante en el Perú. Y este fue el duro camino que tuvo que recorrer para lograr su sueño y, sin quererlo, hacer historia en este país.
Cuna de oro (o de caucho)
Si bien es cierto, Miguelina nació (el 23 de noviembre de 1887) en el seno de una familia acaudalada dedicada a la extracción del caucho en Loreto, esta situación le permitió que la mandaran a estudiar en varios países de Europa como Francia, Suiza y Alemania.
Esta oportunidad que le ofrecía la vida fue la ocasión propicia para que desde muy pequeña se diera cuenta de las grandes diferencias en el trato a las mujeres entre el Viejo Continente y nuestro país.
Con ideas totalmente nuevas y progresistas para un aristocrático como el nuestro, es que a su regreso funda el Colegio de Señoritas y el primer centro de educación inicial en Loreto.
El siguiente paso era llegar a Lima y conquistarla, pero no iba a ser una tarea sencilla. Ocurre que al querer postular a la universidad se encontró con diversas dificultades, tan solo por su condición de mujer.
Una de ellas fue que su educación a nivel secundario no fue reconocida por no contar con certificación peruana. Eso no la amilanó y cursó los cursos que fueron necesarios para poder ingresar a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Una vez terminada la carrera de letras, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas en la misma casa de estudios. De aquí recibiría su doctorado con la tesis “Reformas necesarias del código civil común peruano tendientes a hacer efectiva la igualdad civil y jurídica del hombre y la mujer”.
Ahora a trabajar
La vida normal de cualquier egresado de cualquier carrera dicta que una vez culminados los estudios universitarios, lo que corresponde es conseguir un trabajo.
Pero ante la imposibilidad que algunos estudios de abogados le abran las puertas a una mujer, es que la misma Acosta Cárdenas decidió abrir su propia oficina y desde ahí comenzó su verdadera lucha. Se dedicó a apoyar cuanta causa obrera o feminista se le cruzara por el camino.
Su activismo no solo se circunscribió a su labor como abogada, pues también se convirtió en presidenta de la Federación de Universitarias Peruanas.
Fue por medio de esta institución que lograba conectar a las estudiantes de nuestro país con las de otros países. También promovía que todas las peruanas tengan acceso a la educación secundaria y que se crearan más organizaciones femeninas obreras.
Para tal fin, lo que Miguelina proponía era un plan de extensión universitaria y la organización de comisiones de enseñanza y propaganda.
Al lado de Dora Mayer
Su trabajo social y el destino la llevó a conocer a otra prócer del feminismo en el Perú como lo fue Dora Mayer. Ellas, junto al filósofo y bibliotecario peruano de ascendencia china, Pedro Zulen fueron parte de la Asociación Proindígena, que defendía de los derechos de los pueblos originarios.
También desde 1917 hasta 1919, junto a Mayer, fue directora de la revista semanal ‘La Crítica’. Esta publicación solía tratar temas incómodos para esos tiempos. Tanto que fue prohibida por el gobierno de Augusto B. Leguía. Esta última situación no preocupó demasiado a Miguelina Acosta Cárdenas, que ya sabía de reveses, y continuó con su activismo.
El camino de la vida la puso como secretaria de la asociación Evolución Femenina, fue parte de la sección femenina de La Liga Agraria y su anexo El Bazar Nacional. También fue activa integrante de la sociedad Labor Feminista.
Pero eso no fue todo, pues la natural de Loreto también fue presidente del Comité Femenino Proabaratamiento de las Subsistencias, que estaba formado por mujeres obreras, comerciantes y amas de casa que se oponían al incremento de los precios de los productos que formaban la canasta básica
Ella creía firmemente en el importante rol que cumplía la mujer en el proceso de transformación social en la sociedad peruana.
Siempre al frente
Desde el 27 de mayo al 5 de junio de 1919 se declaró una huelga obrera en Lima y Callao que con el pasar de los días se tornó violenta.
Producto de ese movimiento, los manifestantes fueron perseguidos por las autoridades y varios fueron encarcelados. También varios estudios e imprentas fueron destruidos. El saldo fue de más de un centenar de muertos y unos 500 detenidos.
Demostrando su valentía, Miguelina participó con ahínco en estas protestas apoyando la lucha por los derechos de los trabajadores que exigían una jornada laboral de ocho horas.
La educación nos hará libre
Convencida que solo una mejor educación haría de esta sociedad más justa e igualitaria para todos, es que Acosta Cárdenas prácticamente peregrinó por varias escuelas de capacitación obrera para dictar clases a las mujeres.
Otro de sus grandes pedidos era que la instrucción fuera completamente laica (independiente de cualquier afinidad religiosa).
También incentivaba a las mujeres a acudir a las universidades para ampliar mucho más su espectro cultural, se oponía ferozmente a que las mujeres tuvieran que ser tuteladas por un hombre. Y que tuvieran un trabajo digno con salario justo.
Polémica con el ‘Amauta’
Uno de los grandes momentos de los que fue partícipe, de los tantos que tuvo en su vida, fue cuando se ‘atrevió’ a discrepar con algunos de los textos que José Carlos Mariátegui había publicado en su ahora mundialmente famosa ‘Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana’, en el capítulo Regionalismo y Centralismo.
En esas páginas, el filósofo marxista señalaba sobre Loreto que: “La montaña, sociológica y económicamente, carece aún de significación”.
Esto llenó de indignación a Miguelina que no tuvo reparos en enmendarle la plana al ‘Amauta’ y recordarle que el caucho era de gran importancia en la economía peruana. Por eso le pidió a Mariátegui que no se olvide de la sociología de la población amazónica. Esto provocó que el escritor se vea obligado a realizar algunas anotaciones a pie de página.
Y cuando estaba en la mejor etapa de su vida y el futuro parecía todavía más prometedor, la muerte la alcanzó de manera sorpresiva cuando solo tenía 45 años.
Todo pasó luego de una mala extracción de muelas realizada en 1933. La herida nunca terminó de cicatrizar y a la larga se le infectó con el trágico final. Pero con el increíble legado que muchas mujeres siguieron y siguen para intentar hacer del Perú un país más amable para con las mujeres.
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