Alejandro Granda Relayza, el humilde vaporino peruano que se convirtió en una superestrella mundial de la ópera

Fue el mismo expresidente Augusto B. Leguía quien le puso el mote con la que el tenor chalaco se haría conocido.

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Alejandro Granda Relayza interpretando ‘La donna è mobile’ de Giuseppe Verdi (JR)

Cuando uno habla de los grandes tenores que ha tenido el Perú, en el primer en el que uno piensa generalmente es en Juan Diego Flórez.

Y si bien no hay muchos más que él, incluyendo a Francesco Petrozzi o Andrés Veramendi, lo cierto es que hubo un peruano que llevó la cultura del ‘bel canto’ a otro nivel en nuestro país y demostró que en esta tierra también es cuna de grandes cantantes líricos.

Ese fue Alejandro Granda Relayza, quien fue el primer tenor peruano en alcanzar la fama mundial luego de que su jefe descubriera casi de casualidad el gran talento que tenía para la ópera.

Era vaporino

Alejandro Granda Relayza luciéndose en
Alejandro Granda Relayza luciéndose en una de las tantas presentaciones que dio por el mundo entero. (Dead Tenors' Society)

Nacido un 26 de noviembre de 1898 en la calle Puno del Callao, el hijo de don Vicente Granda y de Doña Teresa Relayza, se puso a trabajar desde muy temprana edad, pues el dinero no era algo que sobraba en casa.

Por lo que el buen Alejandro halló trabajo como maquinista en varios buques de la Compañía Peruana de Vapores como el ‘Vulcano’, el ‘Urubamba’, el ‘Huallaga’ y el ‘Mantaro’.

Fue en una de estas embarcaciones en las que en sus ratos libres solía subir a la cubierta y le daba rienda a lo que hasta ese momento era solamente una afición. Muchos de sus compañeros y pasajeros quedaban encandilados con la calidez y potencia de su voz.

Y fue en una de esas tardes en la que el capitán Torrico lo oyó cantar. Al terminar, se le acercó y le dijo la ya famosa frase: “Muchacho, tienes una gran voz, yo voy a ayudarte”. Y lo siguiente que hizo fue presentarle a la ya famosa compositora Rosa Mercedes Ayarza. Ese solo fue el inicio de su grandiosa historia.

El siguiente paso, y luego de una ardua preparación, fue la presentación en sociedad un 9 de octubre de 1924 en el antiguo Teatro Forero (hoy Teatro Municipal de Lima).

Esa primera presentación pública provocó que gran parte de la población, amante o no de la ópera, se vuelva fanática del arte del chalaco. Y tan alto llegó esa primera ola, que la maestra Ayarza le presentó al mismo presidente de la República, Augusto B. Leguía, quien de inmediato lo becó para que se traslade a Italia a seguir perfeccionando su voz. “El Perú también tiene un Caruso”, dijo el entonces mandatario, comparándolo (nada más y nada menos) con el afamado temor italiano Enrico Caruso.

Chalaco de fama mundial

Alejandro Granda Relayza no solo
Alejandro Granda Relayza no solo aprendió a cantyar como lo mejores, sino también a actuar de gran forma. (Dead Tenors' Society)

Instalado ya en el país de la bota, Granda Relayza comenzó sus estudios en 1924 en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán bajo la batuta de los maestros Alfredo Cecchi y Arnaldo de Marzi.

Su debut en el extranjero sucedió el 26 de febrero de 1927, en el Sociale di Como con la ópera “Iris” de Pietro Mascagni.

De inmediato comenzó a hacerse conocido en toda La Meca del ‘bel canto’. Así fue que el gran director Arturo Toscanini lo eligió para el estreno mundial de “Salmos Húngaros” de Zoltán Kodaly en el teatro La Scala de Milán.

No sería lo único que haría ese año, pues más tarde haría “Tosca” de Giacomo Puccini y luego “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, teniendo como acompañantes al barítono Carlo Galeffi y a la soprano Toti Dal Monte, nuevamente bajo la dirección de Toscanini.

La fama era cada vez más grande y su talento dejó de ser un secreto. Realizó diversas presentaciones en otras partes de Italia, como Génova, Nápoles, Venezia, Palermo, Bologna. También viajó a otras partes de Europa y del mundo como España, Portugal, Francia, Alemania, Finlandia, Rumanía, Hungría, Egipto, Chile y Estados Unidos.

Para 1932 regresa al Perú por primera vez desde su partida y fue recibido como lo que ya era: una estrella de talla mundial. Al año siguiente ofreció la única temporada lírica que dio en Lima con ‘Tosca’ en el Teatro Segura.

Desde entonces y hasta bien entrada la década 1940, Granda Relayza continuó presentándose en los teatros más grandes de América y Europa. No hubo público que no cayera rendido a sus pies debido a voz y actuación.

Sin embargo, hubo una segunda venida al Perú que lo vio nacer y, tal como la primera vez, recibió ovaciones y homenajes. Era 1946 cuando el tenor ofreció inolvidables espectáculos en los teatros Municipal y Segura de Lima. También en el teatro de la Comedia del Callao. El mismo que años más tarde sería rebautizado con su nombre.

Solo con los mejores

El teatro Municipal del Callao
El teatro Municipal del Callao antes era ‘de la Comedia’, ahora es Alejandro Granda Relayza. (Andina)

En el lenguaje deportivo, o futbolero más bien, se suele decir que para demostrar que tú eres el mejor, pues hay que ganarle a los mejores.

Esa receta es la que se le puede aplicar al cantante lírico, ya que compartió escenario con verdaderas leyendas universales del mundo operístico de la talla de Ricardo Stracciari, Bianca Scacciatti, Apollo Granforte, Ebe Stignani, Roseta Pampanini, Gianna Pederzzini, Gina Cigna, María Caniglia, Tito Gobbi, Licia Albanese, Renata Tebaldi, Magda Olivero, Carlo Galeffi y Lily Pons, entre otro. A ninguno tuvo nada que envidiarle.

Premios y retiro

Alejandro Granda Relayza en uno
Alejandro Granda Relayza en uno de sus viajes por el mundo llevando su arte. (Dead Tenors' Society)

No solo era el público que le regaló reconocimiento y fama a Alejandro Granda, sus ‘dos patrias’ también supieron premiar tanto talento. Primero fue su segunda casa, en 1939, le otorgó el título de “Caballero de la Corona de Italia”. Para 1947, es el Perú quien le entrega la “Orden del Sol”.

Ese mismo año, inaugura un centro de estudios en Hollywood (Estados Unidos) y tiene entre sus alumnos más destacados a los tenores Mario Lanza (estadounidense) y Manolo Álvarez Mera (cubano).

Su último espectáculo lo monta en La Habana en 1952 y luego se retira definitivamente para dedicarse a la enseñanza. Esto ocurrió un año antes que Fidel Castro y sus amigos se apropien de la isla. Se desempeñó como profesor del Conservatorio de Bellas Artes de México hasta finales de la década de 1950.

Para 1960, el gobierno peruano intentó repatriarlo para que dé clases en el Conservatorio Nacional de Música, pero las negociaciones no tuvieron los resultados esperados en ese instante.

Hay que esperar hasta 1962 para que recién pueda ser incorporado a la Escuela Nacional de Música como profesor de canto. Pero cuando la vieja flaca llega, lo hace sin aviso. Y así fue se llevó a nuestra primera gran estrella mundial de la música un 3 de setiembre de 1962. Un accidente cerebro-vascular silencio su voz para siempre, pero no puede borrar el recuerdo que dejó entre todos los amantes del ‘bel canto’.

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