El oscuro caso de ‘Juanito’, el niño que murió envenenado y que nadie nunca reconoció

El menor fue recogido moribundo en una acequia en Villa María del Triunfo. No tuvo fuerzas para hablar y falleció luego de un mes y tres días en cuidados intensivos del Hospital del Niño.

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En un momento se pensó que el niño era David Papa Robles, pero todo fue más confuso cuando vieron a este niño vivo (El Comercio).
En un momento se pensó que el niño era David Papa Robles, pero todo fue más confuso cuando vieron a este niño vivo (El Comercio).

El caso ‘Juanito’ es un crimen sin resolver. Durante años la policía investigó para atrapar al asesino de este niño, pero nunca se llegó a confirmar quién era el pequeño, quiénes eran sus padres y quién lo había envenenado para acabar con su vida o si solo fue un accidente. En 1993, la sociedad peruana entró en pánico porque se creía que había un asesino de menores.

Nada se pudo aclarar y, en 2013, el caso pasó a los archivos policiales. La lápida donde fue enterrado en el pabellón de niños San Zoilo del Presbítero Maestro no tiene nombres ni apellidos, pero están los restos de un menor. ¿Por qué nadie reclamó por la vida de ‘Juanito’?

Cómo y dónde falleció

‘Juanito’ fue recogido de una acequia en Villa María del Triunfo. Fueron los vecinos quienes llamaron a los agentes policiales para que pudieran salvarlo. El martes 20 de julio de 1993 este menor, de tres o cuatro años de edad aproximadamente, fue llevado de emergencia al Hospital del Niño, en Breña, con algunos signos de vida.

Los médicos y enfermeras lucharon para que el menor se pudiera salvar. El niño no pudo decir nada porque no tenía las fuerzas para hablar y luego de 1 mes y 3 días falleció. Lo habían envenenado con ácido muriático mezclado con alguna bebida. Fue en el nosocomio donde fue bautizado como ‘Juanito’.

El niño fue llevado al hospital de emergencia, pero un mes y tres días después falleció. (El Comercio).
El niño fue llevado al hospital de emergencia, pero un mes y tres días después falleció. (El Comercio).

Las pistas del caso y los sospechosos

El caso fue tomado por la Dirincri de la Policía Nacional del Perú (PNP) y los agentes ya tenían una idea de los sospechosos del asesinato: los padres de ‘Juanito’. La razón era que nunca nadie fue a verlo al hospital, tampoco preguntaron por él y es extraño que eso no suceda en este tipo de accidentes. Aún más raro, nadie reclamó el cadáver del pequeño.

En plena búsqueda incansable para hallar a los progenitores, una mujer llamó a la Dirincri. Su nombre era Rosario Vértiz Contreras y mencionó que reconocía al niño al verlo en la televisión. Detalló que el menor era parecido al hijo de su empleada doméstica, Clemencia Robles (al parecer madre soltera), quien había renunciado a su puesto en la Perla, Callao, días antes del accidente. La denunciante detalló que el niño se llamaba David Papa Robles.

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El caso se aclaró un poco. Cambió todo para los agentes de Homicidios de la Dirincri. “Ella se fue pese a que nosotros nos encariñamos con el niño y le pedimos que se quedara. La última vez que nos comunicamos por teléfono nos dijo que ya no volvería a llamarnos”, contó la fiscal ad hoc Zulema Castro Pérez citando a la señora Vértiz.

Para que queden menos dudas, Rosario Vértiz fue a ver al niño aún moribundo para ratificar que era David Papa Robles, el hijo de su exempleada. Resulta que el menor tenía una cicatriz: “una pequeña marca dejada por la mordedura de un perro en la mejilla derecha”, le declaró a la fiscal. Efectivamente, ‘Juanito’, que en ese momento todo creían que era David Papa Robles, tenía esa marca. Además, también señalaba que el pequeño había nacido en el Hospital Alberto Sabogal del Callao.

David Papa Robles nacó en este hospital en el Callao.
David Papa Robles nacó en este hospital en el Callao.

La policía entonces se encaminó a buscarla por todas partes y los medios rebotaban la información para poder encontrarla. En plena búsqueda, el menor falleció, finalmente, el domingo 22 de agosto de 1993, en el Hospital del Niño. Sin embargo, los agentes policiales buscaron tres días después los archivos del nosocomio chalaco y compararon las huellas pelmatoscópicas (de las plantas de los pies) del menor registrado como David Papa Robles y el niño asesinado.

Las dudas se diluían cada vez más. Con esa “prueba” en las manos, afirmaron que se trataba del mismo menor. Entonces el niño, aún sin encontrar el paradero de los padres, fue enterrado en el Presbítero Maestro con el nombre de David Papa Robles.

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Sin embargo, seis días después de su muerte, el 28 de agosto de 1993, ya con el niño enterrado, apareció Clemencia Robles (29 años) ante las autoridades. La supuesta “asesina” no estaba sola, sino que estaba acompañada de su menor hijo David Papa Robles.

La madre de David Papa Robles

La Dirincri se vio obligada a reiniciar a las investigaciones al igual que el Ministerio Público. Al mismo tiempo, la madre denunció el hecho de dar por muerto a su hijo y rechazó la acusación mediática y policial como “asesina” o “sospechosa de asesinato”.

David Papa Robles en brazos de su madre. (El Comercio).
David Papa Robles en brazos de su madre. (El Comercio).

Clemencia Robles no se quedó tranquila y acudió al despacho de la fiscal Zulema Castro, para aclarar el caso porqué su hijo estaba “legalmente muerto” y, además “sepultado”. Al mediodía se acercó, junto a su hijo David, a la División de Identificación para la prueba palmatoscópica respectiva.

La madre detalló que venía laborando por 15 años en la casa de la familia Vértiz Contreras, pero que ya deseaba volver a su tierra, Huarmey (Áncash), donde estaba pasando sus vacaciones. “Yo estoy de vacaciones en mi lugar de origen y, al enterarme del caso del menor llamado ‘Juanito’, tuve que retornar de inmediato a Lima para que se esclarezca la situación”, dijo escuetamente.

Clemencia Robles se reencontró con Rosario Vértiz, su empleadora, y juntas festejaron que el niño estaba vivo. La madre del pequeño asistió en los siguientes días a la Beneficencia Pública de Lima para que borraran el nombre de su hijo de la tapa del nicho 102 B del ‘Pabellón San Zoilo’ en el Presbítero Maestro, donde había sido sepultado `Juanito’.

Un oscuro crimen infantil

Ahora la pregunta volvía a ser quién era el niño que fue enterrado. Cómo las autoridades se equivocaron de esa forma. Según respondió la fiscal Zulema Castro a los medios en diciembre del 2005 que los niños eran muy parecidos. “Suena increíble, pero lo eran. Cuando tuve en mi despacho al niño vivo era muy parecido al fallecido. Hasta tenía la misma marca en el rostro”, dijo pasmada.

Cuando se hizo nuevamente el examen de huellas plantares, la policía y la Fiscalía admitieron que hubo error y empezaron las investigaciones otra vez. Sí, 12 años después, aún no se sabía la identidad del niño envenenado. Se ofreció dinero para quienes ayudaran con el caso e identifiquen a los padres de ‘Juanito’, pero nada dio resultados.

En 2005 aún no existía un archivo de huellas digitales de los menores de edad como ahora. Por eso, se dificultó la identificación precisa del menor ‘Juanito’, hasta hoy enterrado con ese nombre en el ‘Pabellón San Zoilo’ del Presbítero Maestro.

Cementerio Presbítero Maestro y las historias de terror en su interior. (Municipalidad de Lima)
Cementerio Presbítero Maestro y las historias de terror en su interior. (Municipalidad de Lima)

En 2005 los trabajadores que cuidaban el pabellón informaron que en la lápida del niño habían flores frescas. Según contaron, un hombre llamado Manuel Gonzales Zulueta, visitaba “cada quince días al menor desde que fue enterrado”. Los medios se contactaron con él, pero solo respondió que había conocido a ‘Juanito’ por los medios de comunicación y que “se conmovió con su tragedia”. No declaró más.

Desde entonces, esa lápida no tiene nombre ni apellidos. Hay un niño de entre tres y cuatro años enterrado que murió por envenenamiento, pero no se sabe nada más. Los agentes policiales archivaron su caso.

Ahora esta lápida no tiene nombre ni apellido, pero están los restos de un niño envenenado. (El Comercio).
Ahora esta lápida no tiene nombre ni apellido, pero están los restos de un niño envenenado. (El Comercio).

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