A dos kilómetros de la playa donde hace un mes aparecieron los restos de la turista mexicana Blanca Arellano, víctima de feminicidio, los serenos del distrito de Carquín (Huaura) hallaron el miércoles un pie en estado de descomposición.
Los peritos forenses, que cercaron la zona conocida como La Costanera, indicaron que, por sus características, los restos podrían pertenecer a Arellano, cuyo caso conmovió al país en noviembre pasado, cuando desapareció tres meses después de llegar al país para conocer a Juan Pablo Villafuerte Pinto, su presunto feminicida.
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Policías y personal de la Marina aislaron la zona hasta la llegada de los representantes del Ministerio Público, entre ellos un fiscal, que reunió más evidencias. Agentes de Criminalística de Huacho quedaron a cargo de las investigaciones.
Juan Pablo Villafuerte, investigado también por trata de personas y tráfico de órganos, permanece en prisión preventiva por nueve meses. La tesis fiscal sostiene que este estudiante de Medicina, de 37 años, está vinculado a la desaparición y la muerte de la mexicana con quien mantenía una relación sentimental.
Arellano, de 51 años, llegó a Perú a fines de julio pasado para encontrarse con Villafuerte, a quien había conocido a través de una plataforma de videojuegos. Una vez en suelo peruano, ambos convivieron en un departamento de Huacho.
Los familiares de Arellano reportaron su desaparición el 7 de noviembre pasado, dos días antes de que la Policía hallara restos humanos en una playa de esta localidad.
Caso sin precedentes
Tras múltiples diligencias, las autoridades confirmaron que el cuerpo mutilado y sin órganos, encontrado en ese balneario, pertenecía a la turista mexicana: presentaban mutilaciones en las huellas dactilares, fracturas en las costillas del lado izquierdo, así como cortes “perfectos” con los que se le retiró el rostro y los órganos vitales.
Esta acción sin precedentes buscó evitar que la víctima sea identificada. Unas horas más tarde, los peritos también encontraron un anillo de plata. Al día siguiente, un torso sin órganos al final de un canal que desemboca en el mar y pasa frente a la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, donde estudia Villafuerte.
Según el análisis médico, el feminicida “practicó en la víctima un proceso de necropsia” y la piel de su rostro fue removida por alguien con “experiencia en instrumentos quirúrgicos”.
Con el caso de Blanca Arellano, ya son 39 las mujeres que, en lo que va de 2022, murieron asesinadas en la expresión más extrema de violencia de género en Perú, donde los feminicidios reportados en los últimos cinco años suman un total de 674.
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