La vida de Pedro Castillo ha dado un giro de 360 grados en un año. A horas de la Navidad del 2021, el entonces expresidente de la República brindaba un mensaje a la Nación desde Palacio de Gobierno. Nada hacía presagiar que 365 días después estaría recluido en el penal de Barbadillo, donde cumple 18 meses de prisión preventiva por el autogolpe de Estado fallido contra el Congreso.
“Esta noche reine la paz y tranquilidad en todos los hogares. Hagamos que esta Navidad sea un espacio para fortalecer la unidad del pueblo peruano”, exclamó en un inicio. Luego, Castillo Terrones emplazó a la población a “tener fe y confianza” respecto al futuro del país que por esta época había mucha incertidumbre por el inicio de la tercera ola del coronavirus y los graves cuestionamientos contra su gobierno.
“El Perú es más grande que sus problemas. Nuestro pueblo es, quien con su esfuerzo cotidiano, nos ofrece la certeza de que todo puede mejorar. Los invito a tener fe y confianza en el futuro del país”, sostuvo. El entonces jefe de Estado agradeció que le permitieran ingresar a sus hogares para que siga con su lucha contra la discriminación y odios.
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“Agradezco que me dejen ingresar a sus hogares para desearles una Feliz Navidad. Trabajamos para mejorar la condiciones de vida de los peruanos, en especial de los vulnerables. Renuevo nuestro compromiso de luchar contra la discriminación y odios”, sentenció.
Luego de emitirse el mensaje grabado, Castillo viajaría a la ciudad de Cajamarca para pasar la Navidad junto a su esposa Lilia Paredes, sus hijos, padres y hermanos. Era la última cena familiar antes del 2022 que le depararía en el terreno político y judicial.
En la cárcel, sin familia ni defensores
El 7 de diciembre de 2022 será una fecha que Pedro Castillo recordará siempre. En un inusual mensaje a la Nación, el expresidente informaba al país que decidía “disolver” el Parlamento a horas de discutirse un tercer proceso de vacancia en su contra por presuntos actos de corrupción. Además, anunció la instalación de un “gobierno de excepción”.
“Tomamos la decisión de establecer un gobierno de excepción orientado a establecer el Estado de Derecho. (...) Disolver temporalmente el Congreso e instaurar un gobierno de emergencia excepcional”, afirmó. Luego del anuncio, sus ministros comenzaron a renunciar en bloque en rechazo al autogolpe. En paralelo, el Pleno del Congreso vacó a Castillo por más de cien votos. Incluso, aliados del Bloque Magisterial le dieron la espalda.
Además, el Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación, la Defensoría del Pueblo, la Junta Nacional de Justicia, entre otras instituciones, emitieron pronunciamientos de rechazo. Sin embargo, el anuncio más importante ocurrió desde el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que, entre líneas y sin referirse directamente, cuestionaba lo dispuesto por Castillo.
Sin respaldo político, Castillo se había quedado solo. Por ello, la Policía Nacional lo detuvo cuando se disponía a ir a la embajada de México en San Isidro para solicitar asilo político. El expresidente fue acusado por los presuntos delitos de rebelión y conspiración en flagrancia. Fue conducido a la Diroes, donde días después se dictó 18 meses de prisión preventiva.
En los días que estaba en la Diroes, el exmandatario recibía la visita de sus familiares y algunos congresistas. Sin embargo, su esposa Lilia Paredes y sus hijos brillaban por su ausencia. Después se conocería que ellos no iban a ver a Castillo porque estaban en la embajada mexicana como refugiados políticos.
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Según el semanario Hildebrandt en sus Trece, un parlamentario le comunicó a Castillo que su esposa e hijos iban a viajar al país norteamericano al haber recibido el asilo político. “El martes le dije que su familia iba a salir del país rumbo a México. Eso lo agarró desprevenido. Él no sabía”, mencionó el político que prefirió que su nombre no se conozca.
Castillo y su esposa también estarían alejados por un problema que ocurrió el 7 de diciembre. “Tengo entendido de que hasta ahora no ha superado un impase que tuvo con su esposa cuando lo detuvieron”, agregó la fuente de Hildebrandt.
Elisa, Elvira, Adelinda y Gloria Castillo Terrones estarían pendientes de la situación del expresidente de la República. También ayudarían de vez en cuando José Colunche Campos, primo de Castillo, y Vilma Vásquez, hermana de Fray Vásquez Castillo, uno de los sobrinos que la Fiscalía investiga por sus vínculos con los escándalos de corrupción.
Además, sus excolaboradores y amigos habrían abandonado a Castillo. Solo se vio por estos últimos días al exministro de Salud, Hernando Cevallos, que lo visitó en el penal de Barbadillo. A Aníbal Torres, que regresó a enseñar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ni Betssy Chávez, la última premier, se les ha visto por el centro de reclusión del expresidente.
Quién tiene más contacto con el profesor es su abogado Wilfredo Robles, quien reemplazó a Ronald Atencio y Raúl Noblecilla en la estrategia legal. Un escenario que muestra la realidad de Castillo por estos días en prisión.