Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza de Popular, saludó este miércoles la juramentación de Dina Boluarte como primera presidenta del Perú, tras la destitución y detención de Pedro Castillo.
“Deseo que su gestión se cumpla en respeto a la institucionalidad democrática, separación de poderes y por el desarrollo de nuestro país. Para ello podrá contar con el apoyo y respaldo de Fuerza Popular”, señaló la excandidata presidencial en su cuenta de Twitter, luego de que Boluarte llamara a todas las fuerzas políticas a una tregua.
“Expreso mi gratitud y reconocimiento a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional por el rol fundamental para salvaguardar la democracia y el orden constitucional. No es momento de ideologías, ni de derechas o izquierdas”, continuó la política antes de desear “éxitos en la conformación de un gobierno de unidad nacional”.
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La hija del expresidente Alberto Fujimori, quien dio un autogolpe de Estado en 1992, había exhortado al Congreso a destituir a Castillo, quien puso fin a su turbulento mandato al dictar un extemporáneo cierre del Parlamento, horas antes de que se votara una moción de vacancia.
Tras esta acción, el propio Gobierno le dio la espalda. El primero fue el entonces canciller, César Landa, quien presentó su renuncia y pidió ayuda a la comunidad internacional para frenar las intenciones de Castillo.
En medio de la cadena de renuncias de ministros, la nueva jefa del Estado, Dina Boluarte, denunció en sus redes sociales que el movimiento de Castillo era un golpe de Estado.
Fantasma del “Fujimorazo” de hace 30 años
La decisión adoptada por Castillo, ahora detenido, recordó lo ocurrido el 5 de abril de 1992, cuando el entonces presidente Alberto Fujimori anunció en un mensaje a la nación la disolución del Congreso y la toma bajo su control de todos los poderes del Estado.
El denominado “autogolpe de Fujimori”, que estuvo avalado por las Fuerzas Armadas, supuso un quiebre en el orden constitucional del país, algo que se repite hoy, 30 años después, en opinión tanto de legisladores opositores como de parlamentarios que hasta ahora apoyaban al Gobierno de Castillo.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió entonces, cuando los tanques de la División Blindada salieron a las calles de Lima y rodearon el Congreso, el Palacio de Justicia y los principales edificios institucionales y los militares arrestaban a dirigentes opositores, en esta ocasión, las Fuerzas Armadas dieron la espalda a Castillo.
Hoy, Fujimori —durante cuyo mandato se produjo la crisis de los rehenes en la Embajada de Japón, entre 1996 y 1997— está condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad y delitos de corrupción.
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