El legado arqueológico que conserva el Perú es uno de los pilares para la formación de nuestra identidad nacional. Esta herencia tiene múltiples manifestaciones y se extiende a lo largo del territorio. Estos símbolos nos han permitido conocer el desarrollo de nuestros antepasados en las culturas y cómo lograron reflejar sus realidades en objetos, como cerámicos, telares, y demás valiosas creaciones.
Considerado el símbolo más importante del antiguo Perú
La cultura Chavín (1200 a.C. – 200 a.C.) es considerada como una de las más importantes de la época pre inca. Situándonos en la provincia de Huarí, distrito de Áncash, encontraremos el Centro Arqueológico Chavín de Huantar, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Para el antropólogo peruano Julio C. Tello, este sitio fue la matriz de las civilizaciones.
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El descubrimiento de la Estela Raimondi
Cuenta la historia que, en el año 1840, el geógrafo italiano Antonio Raimondi recibió una bienvenida hospitalaria de un campesino de nombre Timoteo Espinoza. Este lo recibió en su casa, donde le proporcionó alimento e intercambiaron historias que los locales conocían gracias a los relatos de sus antepasados.
Mientras conversaban y degustaban de los alimentos, el invitado especial pasó sus manos por debajo de la mesa, palpando con sus dedos un tallado que rápidamente llamó su atención. Sin mirar, reconoció que se trataba de un diseño, por lo que hizo un pedido peculiar.
Raimondi detuvo la cena y le preguntó al agricultor si es que podía despejar la mesa para poder visualizar la parte oculta. Él accedió, y con ayuda de sus familiares retiraron todo aquello que pudiera interrumpirlos.
Este monumento es uno de los más emblemáticas del país como obra de arte originaria. Su visibilidad ha permitido que sea admirada por ciudadanos de otras naciones, quienes llegan a nuestro país para conocer sobre nuestra historia milenaria.
Al parar la mesa, quedaron sorprendidos con lo que hallaron. Cuando la pusieron de pie notaron que había una silueta hecha en base a piedra, relacionándola de inmediato con la civilización que se desarrolló en esas tierras.
Este hallazgo casual de la Estela Raimondi se convirtió en el primer objeto de estilo Chavín que se dio a conocer. Basado en los estudios realizados por los expertos, su compleja decoración metafórica determina que pertenece a la época tardía de la valiosa cultura, entre los siglos VIII y V a.C.
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La Representación de un dios
Chavín logró inmortalizar a diversos dioses. Específicamente en esta pieza, se resaltó a la ‘deidad de los báculos’, la cual fue modelada en un bloque de granito, teniendo una dimensión de 1,98 metros de alto, 78 cm de ancho y 17 cm de ancho.
Esta es una divinidad antropomorfa, entendida como un dios que toma la forma de un ser humano o de un felino con la mirada hacia arriba. Posee afilados dientes, garras y con dos cetros en sus manos. En la parte superior, lleva adornos en lo que sería su cabeza y serpientes como cinturón.
Su traslado y conservación
El nombre que adoptó la pieza fue el de su descubridor, quien pudo reconocer su valor y vigilar que su conservación no se vea afectada por otras actividades que afecten su importancia en la historia.
Fue el geógrafo italiano quien impulsó su traslado a Lima para que sea estudiada y se priorice su cuidado, considerando que, por un tiempo incalculable, fue usado de distintas maneras. Esta primera acción se suscitó al conmemorar los primeros 50 años de la República, en el año 1871, cuando fue instalado en el Palacio de la Exposición, lo que hoy conocemos como el Parque de la Exposición.
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