Descalzo y sin hogar: Petiso, el niño lustrabotas que encontró la muerte mientras dormía en la Plaza San Martín

Aunque la historia detrás de su escultura se popularizó en toda la capital, hasta la fecha, nadie sabe la verdadera identidad del menor de edad conocido como ‘Petiso’, quien trabajaba y vivía en las calles.

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El Centro Histórico de Lima resguarda historias que ayudaron a la construcción de la identidad de sus habitantes. Sus protagonistas fueron personas que intentaron sobrevivir a esa capital que puede resultar caótica. La ciudad no fue una excepción a los choques culturales y las manifestaciones que se produjeron, como la migración de provincias, el trabajo informal, la discriminación, entre otras problemáticas.

Bajo esa realidad, y con la aspiración de hallar una mejor calidad de vida, niños asumieron las responsabilidades de adultos, alejándose de las escuelas o juegos para recorrer las calles en busca de trabajos, que en su mayoría eran forzosos y ponían en riesgo sus jóvenes vidas.

La necesidad y ganas de superación impulsó las labores móviles, como la de los lustrabotas, quienes no tenían un espacio ni horario fijo para laborar. Al igual que los canillitas, estos eran niños en su mayoría, huérfanos o que servían de apoyo a sus familias. Entre ellos, se encontraba ‘Petiso’, quien encontró un hogar en las frías calles limeñas.

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Plaza San Martín.
Plaza San Martín.

El niño lustrabotas de mirada triste

El tres de septiembre de 1983, un pequeño lustrabotas sin hogar, aparentemente de site años, hizo una pausa en su trabajo de a pie para poder refugiarse de la llovizna que le impedía caminar con normalidad. Él solo conocía el Centro Histórico como la palma de su mano, por lo que buscó donde reposar por unos minutos mientras el cielo se despejaba.

El cansancio y la falta de energía por no tener una alimentación adecuada, lo tumbaron, quedándose dormido dentro de una caja reflectora, ubicada en la Plaza San Martín. Este artefacto era usado para proporcionar iluminación a algunas zonas.

Los cables pelados y las gotas de lluvia hicieron una descarga, lo cual terminó por electrocutar a ‘Petiso’ mientras dormía. Con el paso de los días, su cuerpo fue encontrado sin vida y con signos de haber sufrido una muerte instantánea. Llevaba unos trapos que cubrían su cuerpo, pedazos de tela que usaba como ropa; además de estar descalzo y junto a su caja de herramientas que usaba para lustrar los zapatos.

Sus compañeros y vecinos del lugar que lo conocían nunca supieron cuál era su verdadero nombre, o si tenía uno, ni mucho menos si una familia lo buscaba. Todos lo identificaban como ‘Petiso’, apelativo que recibió por el pequeño tamaño que tenía.

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El reflejo del trabajo infantil

Esta triste escena no pasó desapercibida, no solo conmocionó a la capital, sino despertó la reflexión sobre las acciones de las autoridades para que muertes como las del joven lustrabotas no se vuelva a repetir.

Como un recordatorio a la tragedia, el artista Humberto Hoyos Guevara realizó una imagen de bronce, inspirado en los rasgos que tenía el pequeño. Destacó esa mirada triste y la parte superior de su cuerpo que evidenciaba su deteriorada salud. Mientras se ultimaban detalles para su instalación, el 31 de octubre de 1983, Carolina de Orrego, esposa del enconces alcalde de Lima, Alfonso Barrantes, fundó la Casa de los petisos, un homenaje al lustrabotas.

Su ubicación se dio a conocer en el año 1984, estando frente a la iglesia Nuestra Señora del Rosario. Para noviembre de 2021, la Municipalidad de Lima dio a conocer que un equipo de restauración y conservación de PROLIMA trabajaban en la superficie de la escultura, limpiando las capas de suciedad para poder pintar y barnizar, y que de esta manera, su conservación sea la adecuada. Esa zona dejó de ser su hogar, ya que se organizó su movilización a la cuadra 1 del jirón Quilca, en medio del teatro Colón y del edificio Giacoletti, frente a la Plaza San Martín, donde se produjo su muerte.

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