La historia del feminismo en el Perú está llena de heroínas que lograron hitos realmente importantes para esta lucha que parece no tener final y no todas han tenido el reconocimiento que se merece para pasar a la inmortalidad que da el recuerdo.
Muchas de ellas no cesaron nunca en la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades para todas las mujeres del Perú
Una de esas mujeres que dejaron huella en esta lucha es María Margarita Magdalena Muñoz Seguín, mejor conocida como Margarita Práxedes Muñoz. Ella fue reconocida por ser una mujer que perfectamente podía desempeñarse en cualquier ámbito de la ciencia; además de ser una de las principales pionera del movimiento feminista, el movimiento filosófico del positivismo y por ser la primera fémina en entrar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Es mi vida
Nacida en Lima en 1862, y por el hecho de haber nacido en una familia de corte laico y liberal, es que tal vez nunca tuvo miedo de salir al mundo y cumplir sus sueños a pesar que a finales del siglo XIX el status quo señalaba que las mujeres solo debían dedicarse a la crianza de los hijos y al cuidados de la casa y del esposo. Además de ser fervientes católicas que condenen todo lo contrario a estas doctrinas.
Pero Margarita no estaba hecha de ese molde y por su educación poca convencional para su época era más que obvio que no iba a encajar en esos criterios misóginos y machistas.
Una de sus mayores actos de rebeldía contra la sociedad de esos tiempos fe el hecho de tener una hija y criarla sin presencia del padre. A Aspacia Muñoz la educó totalmente sola. Una acción que era censurable, pues ser una madre soltera en Lima era visto como una deshonra y vergüenza. Casi como hasta ahora.
El positivismo
Otra de las circunstancias por la que Práxedes Muñoz era vista como un bicho raro en la Lima de aquel entonces era porque compartía y promovía la corriente filosófica del positivismo establecida por el francés Auguste Comte. Esta corriente propugnaba la ida que el único conocimiento científico era aquel que podía ser validado por medio de la experiencia empírica.
Y eso no era todo, esta heroína del feminismo peruano también exigía cambios en lo que era el orden de la sociedad tradicional basado en dogmas de más de dos mil años promovidas por la Iglesia Católica.
En ese sentido, Margarita considerada que el rol de la mujer debía ser igual de protagónico que el del hombre, una idea inconcebible por aquellos años.
Lo bueno fue que ella no era la única que tenía esas ideas ‘locas’. Había más mujeres como ellas que ya reclamaban ser tratadas como iguales ante los hombres.
Cuando la escritora argentina Manuela Gorriti llegó a Lima a dar una serie de charlas sobre feminismo, Margarita fue una asidua concurrente a todas las veladas que sacudió todo el mundo femenino nacional.
Fueron noches en las que nuestra heroína terminó de moldear su mente con pensamientos progresistas y en las mujeres podían decir y hacer todo lo que la sociedad les prohibía.
Además también se dijo el lujo de conocer a otras fundadoras del pensamiento feminista peruanos como Mercedes Cabello de Carbonera y Clorinda Matto de Turner.
Cosa de locos
Sabiendo que los estudios universitarios solo estaban reservados para los hombres, Margarita se armó de valor para traer abajo esa absurda restricción y en 1882 postuló a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos logrando su ingreso a la Facultad de Letras y más tarde a la de Ciencias de donde se graduó con la tesis titulada “La unidad de la materia o identidad de origen de los reinos inorgánico y orgánico”, dedicada a Mercedes Cabello de Carbonera.
A pesar de la hazaña de ser la segunda mujer en el Perú en lograr el ingreso una casa de estudios, este acontecimiento no tuvo mayor relevancia mediática.
La primera había sido la cusqueña María Trinidad Enríquez quien ingresó a la Universidad San Antonio de Abad del Cusco en 1870.
Ayuda del ‘Brujo’
Tras culminar sus estudios, el entonces presidente Andrés Avelino Cáceres, al saber de su talento, le otorgó una ayuda económica para que continuara sus estudios en Santiago de Chile.
En la capital del país del sur asistió en calidad de oyente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile y se interesó en las enfermedades mentales. Tanto que llegó a trabajar como auxiliar en la clínica psiquiátrica del afamado doctor chileno Augusto Orrego Luco.
La evolución de Paulina
Justamente en la capital chilena publica su obra cumbre ‘La evolución de Paulina’ (1893), una novela que toma como pretexto la historia de amor de dos jóvenes para contar su propia vida y exponer el positivismo de Comte.
Para 1895, Nicolás de Piérola derrocó a Andrés Avelino Cáceres, quien era nuevamente presidente peruano luego de unas polémicas elecciones. A pesar de vivir en Chile, pero temiendo alguna acción en su contra, se exilió con su hija en Buenos Aires, Argentina.
En tierra guacha, funda una logia feminista con Clorinda Matto de Turner, además de dedicarse al periodismo y a la docencia hasta el día de su muerte. La misma que ocurrió en el 21 de enero de 1909, en la ciudad de Añatuya, en la provincia de Santiago del Estero (Argentina).
A pesar que la prensa argentina y uruguaya hicieron eco de su desaparición física, la noticia en el Perú casi pasó desapercibida. Solamente la educadora Elvira García y García le dedicó unas palabras: “No fue correspondida como merecía… su potencial intelectual, tan rico y espontáneo. Acabó sus últimos días en Buenos Aires, lejos de los suyos, y olvidada por sus compatriotas, que nada hicieron en su obsequio”.
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