Arístides Vallejo, el talentoso sobrino del famoso poeta César Vallejo que pasó al olvido

El familiar del máximo exponente de las letras peruanas también tuvo su talento, aunque no logró la fama de su tío.

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Caricatura  de César Vallejo realizada por, Arístides Vallejo (firma Artds Ejovall), poco antes de que el poeta partiera a Europa, en 1923 (Cuadernos Hispanoamericanos)
Caricatura de César Vallejo realizada por, Arístides Vallejo (firma Artds Ejovall), poco antes de que el poeta partiera a Europa, en 1923 (Cuadernos Hispanoamericanos)

Cuando en la familia tenemos a alguien con un talento extraordinario, generalmente este se lleva toda nuestra atención y en la mayoría de casos el elogio de todos los parientes y amigos.

Lamentablemente en muchas de esas ocasiones ya no les prestamos atención a otros familiares que pueden tener otros talentos ocultos que pueden ser iguales o incluso mejor.

Pues ese parece ser el caso de Arístides Vallejo, pintor de profesión que más fue conocido por ser el sobrino del afamado vate César Vallejo y esta es su historia.

El tío se lleva las luces

Otra de las obras de Arístides Vallejo  (Rincón de la Historia Peruana)
Otra de las obras de Arístides Vallejo (Rincón de la Historia Peruana)

Y como no lo iba a hacer si César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 16 de marzo de 1892-París, 15 de abril de 1938) fue considerado en vida, y después de esta, como uno de los mayores poetas mundiales de todo el siglo XX y el máximo representante de las letras peruanas

Sus dos primeros poemarios ‘Los heraldos negros’ (1918) y Trilce (1922) pueden ser considerados como verdaderas obras de arte que tiene su sello propio.

La primera por tratarse de la búsqueda de un sello propio que lo caracterice y la segunda, por significar la creación de un lenguaje propio. Muy a tono con el vanguardismo poético que se ponía de moda a nivel mundial en aquellos años.

Para 1923, Vallejo publica su primera obra narrativa llamada ‘Escalas’. Ese mismo parte a Europa para no volver jamás a suelo patrio. Luego de breves estancias en diversas ciudades europeas como Madrid y La Coruña (España), Berlín (Alemania), residió hasta el día de su muerte en París, Francia. Trabajó como periodista, traductor y docente.

Aunque en la última parte de su vida, el bardo ya no publicaría más libros de poesía, esto no significó que dejara de escribirlas. Las mismas que aparecerían de manera póstuma.

Arístides Vallejo  también realizó varios dibujos de su tío (pagina12.com.ar)
Arístides Vallejo también realizó varios dibujos de su tío (pagina12.com.ar)

Por el contrario, si publicó varias novelas como ‘El tungsteno’ (Madrid, 1931) y el libro de crónicas ‘Rusia en 1931′ (Madrid, 1931). También, por ese tiempo escribió ‘Paco Yunque’, pero vería la luz años después de su muerte.

El libro de poemas póstumos ‘Poemas humanos’ fueron publicados a la par de ‘España, aparta de mí este cáliz’, en 1939. Estos trabajos llegaron al público gracias al trabajo de Georgette Vallejo, su viuda.

Según los entendidos, ‘Poemas humanos’ es el mejor trabajo poético de Vallejo. Y es por esta razón que muchos lo comenzaron a llamar ‘poeta universal’.

El sobrino olvidado

Suerte distinta vivió Arístides Vallejo, quien estuvo alejado siempre de grandes reconocimientos y de esa aura mundial que le hubiese gustado. Sin embargo, no por eso dejó de demostrar que el talento para el arte también corría por sus venas.

Al igual que su tío, Arístides nació en Santiago de Chuco en 1905, y optó por la pintura como expresión artística. Varios cronistas de principios del siglo XX lo han señalado como un pintor sencillo al que le faltó la publicidad de su tío.

‘Domingo de ramos’ de Arístides Vallejo (1949)
‘Domingo de ramos’ de Arístides Vallejo (1949)

En sus trabajos se puede ver a diversos personajes de pueblo y sus costumbres. Por ejemplo, en “Evita”, “Negrita de Malambo”, “Los borrachos”, “Domingo de Ramos”, se puede observar sus influencias indigenistas. También realizó algunos trabajos de pintura mural e incursionó en el mundo de la historieta con las “Aventuras de Pichiruri”, en 1942.

sCuando llegó 1937, fue uno de los participantes en el salón de artistas independientes en la Escuela Nacional de Arte del Perú. Finalmente la vida de Arístides Vallejo se apagaría prematuramente en 1949.

Según una vieja crónica de la desaparecida revista ‘Variedades’ se refería a él, en 1928, como “un muchacho taciturno, austero, sobrio, estudios y veraz, convencido que para llegar sobras las posturitas y de que lo que se requiere, entre otras cosas -una de ellas: talento- es una firme voluntad de caminar. Así él hace su camino simple y llanamente con el método del perfecto viajero, estudiando a conciencia su itinerario antes de ponerse en marcha y concediéndose al final de cada jornada el descanso indispensable (…) Vallejo dibuja a trazos enérgicos, personales y emplea únicamente los colores de su paleta”.

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