La semana política en Perú acabó con la presentación de una cuestión de confianza por parte del primer ministro Aníbal Torres ante el Congreso. Esta acción fue interpretada como una respuesta del Gobierno ante la aprobación de la denuncia por traición a la patria y la admisión de la acusación constitucional de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, contra el presidente Pedro Castillo.
Debido a esta polarizada coyuntura, Infobae entrevistó a la exprimera ministra Mirtha Vásquez, quien reiteró sus críticas contra el presidente Castillo al considerar que no es transparente para afrontar las investigaciones por presuntos actos de corrupción. Recalcó que la sociedad civil debería tener un papel más activo para buscar una salida a la crisis.
¿Si usted hubiese sido primera ministra, en la actual coyuntura, también planteaba una cuestión de confianza?
La cuestión de confianza es un mecanismo que da la Constitución para que el Ejecutivo pueda generar una manera que el Congreso resuelva un asunto que es fundamental para el Estado. Sin embargo, en este caso, me parece que hay dos problemas. El primero, es una cuestión de confianza que claramente tiene una intencionalidad política y no tiene el propósito para la cual fue generada este mecanismo. ¿Por qué digo esto? Porque interponer cuestión de confianza por una ley que ha sido aprobada hace casi ya diez meses. O sea, es una norma que ya fue aprobada, que el Ejecutivo no hizo ninguna cuestión de Estado. Incluso, yo estaba como primera ministra en ese entonces, y no hubo una preocupación respecto a este tema. El otro signo que esto tiene más intencionalidad política es que, previamente, ya se había manifestado que se iba a interponer otra cuestión de confianza.
Cuando señala que hay intencionalidad política, la oposición menciona que el plan del Gobierno es cerrar el Congreso. ¿Coincide con esa lectura?
No diría que esa [cerrar el Congreso] es la única intencionalidad política que puede haber. También puede haber como intención que, ahora que viene la misión de la OEA, mostrar el balance de poderes que hay. Es una manera interesante de mostrar que en este país hay modificaciones generadas e importantes sobre otros poderes del Estado. O también el tema de lo que iba pasar en los últimos tiempos: tanto el Ejecutivo como el Legislativo usan estos instrumentos constitucionales como respuesta a otro tipo de situaciones que se han dado previamente. Por ejemplo, el Congreso había aprobado el asunto de la posible denuncia por traición a la patria, entonces esto [la presentación de la cuestión de confianza] es una respuesta. Es ‘Tú me amenazas con que vas desestabilizar mi gestión, pues yo te respondo con este recurso que también puede desestabilizarte’.
El primer ministro Aníbal Torres señaló que si la cuestión de confianza es declarada improcedente, pues lo va interpretar como una negación y, por tanto, renunciaría.
Ahí hay una intencionalidad política porque claro, sea cual fuere la respuesta, para el Ejecutivo ya habrá una interpretación: que le están negando y frente a eso pueden haber varias consecuencias. Una, y que ya se anuncia, es que el premier va renunciar. Pero el premier, desde hace tiempo, ya está con la idea de salir del cargo. De hecho, en una oportunidad presentó su renuncia. Entonces, eso es una manera de salir atribuyéndole responsabilidad al Legislativo.
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El Ejecutivo y el Legislativo se lanzan ataques a diario. Usted ha sido crítica y dijo que la izquierda debería ser valiente para salir de la crisis. No hay votos para la vacancia, y tampoco lo habría para esta denuncia por traición a la patria.
Sí, pero también se debe anotar que ninguno de los dos poderes [Ejecutivo y Legislativo] van atreverse a dar un paso definitivo porque nadie quiere disolver o desaparecer al otro, ¿no? Yo creo que ambos saben que su situación de permanencia depende del otro. Entonces, me parece que están este juego, pero lo pensarían muy bien antes de dar un paso definitivo. Esta situación perniciosa en la que nos encontramos muestran que no tenemos fuerzas políticas que sean, digamos, o asuman diferentes liderazgos para tratar de avanzar hacia una salida real. Cualquiera de los actores políticos podría avanzar con una salida como es el adelanto de las elecciones que pueden impulsarlo desde el Congreso. Me parece que el objetivo, actualmente, es cómo nos quedamos.
Pero la propuesta del adelanto de las elecciones se encuentra encarpetada porque nadie tiene voluntad política. ¿Qué otra vía podría adoptarse? ¿Usted cree que la llegada de la misión de la OEA pueda iniciar la ruta de salida a la crisis?
A mi me parece que, lamentablemente, la OEA no vaya ser un mecanismo para que se construya una salida. La OEA es un mecanismo a la cual ha recurrido el Ejecutivo para demostrar que hay un problema de desbalance de poderes. Creo que la OEA pueda darse cuenta de esto, como también existe una situación o problema de corrupción que le cuestiona al Gobierno. [OEA] Ellos no pueden dar una opinión dirimente, pero lo que podría hacer es una invocación. Además, se tiene en cuenta que a la OEA le preocupa que se mantenga el orden constitucional, el Estado de Derecho, se respeten las normas dentro de nuestro país. Sin embargo, nos encontramos en una situación en la que no hay una salida. Lamentablemente, nuestras normas están hechas como para generar una serie de mecanismos que le da al presidente seguridad para mantenerse en el cargo y, por otro lado, también a un Parlamento. No se permite una salida que no pase por las leyes. Sin embargo, nosotros debemos pensar e impulsar desde la sociedad civil alguna propuesta. Los dos poderes no van a salir de esa situación entrampada.
Hace poco dijo que se sentía indignada de que personas como usted hayan sido utilizadas. ¿Cómo toma que este Gobierno pasó de ser el que iba a realizar cambios a uno que trata de mantenerse en medio de los graves indicios de corrupción?
Creo que decepciona porque este Gobierno termina siendo más de lo mismo. Lo que está pasando ahora, ocurre hace muchísimos años en nuestro país. Los temas de corrupción, clientelaje, aprovechamiento del Estado para favorecer a ciertos sectores. Es una cosa histórica que tenemos, sobre todo, en los últimos periodos de gobierno. Lo que pasa es que, ahora sí, hay una situación de que se ha avanzado permitir las investigaciones que antes no se hacía. Sí me parece que decepciona ese hecho que sea más de lo mismo, no sea el cambio que esperábamos y se prometió desde un gobierno supuestamente del pueblo.
Entonces, sí me parece que allí hay tener en cuenta que lo que se rechaza no es como algunos sectores dicen que ‘este es el peor Gobierno de la historia’ y que ‘en ningún momento de nuestra vida republicana hemos estado en esta situación’. No, siempre hemos estado en esta situación. Lo que pasa es que es la primera vez que los poderes del Estado se conjugan para poder avanzar hacia una investigación. Esto no es nuevo para nosotros porque nos estamos acostumbrando a gobiernos que, digamos, usan estos espacios de poder para servirse. Siempre se habla a nombre del pueblo, pero una cosa que hay que reclamarle a este Gobierno es que siga repitiendo este discurso de ser ‘a favor, es y lucha por el pueblo’, cuando en realidad nos hemos dado cuenta que está comprometido con serios indicios de corrupción.
¿La gestión de Pedro Castillo es de supervivencia?
Yo creo que, en estos momentos, es un Gobierno que no está gobernando y cuyo objetivo es solo sobrevivir en el poder. Mire el gabinete que tenemos. Es un gabinete que se va formando en función a qué persona puede ser parte no por un objetivo programático o de Estado, sino en volverse en alguien que escude al presidente. Lamentablemente, no tenemos ministros que sean especialistas en sus sectores. Son ministros que son especialistas en ser escuderos y eso, realmente, genera mucha preocupación porque necesitamos un Estado fuerte para poder llevar los objetivos programáticos y no solo conseguir la supervivencia, en realidad, del presidente de la República.
Volviendo un poco a Aníbal Torres. Usted fue primera ministra y lo tuvo a su lado en la cartera de Justicia. ¿Por qué el presidente no le busca un relevo en la PCM a pesar de sus opiniones confrontacionales y ofensivas contra las instituciones?
Creo que obedece a lo que hemos identificado: sobrevivir. Este Gobierno necesita a alguien que sea funcional a ese objetivo y creo que ahí el doctor Aníbal Torres cumple un papel fundamental. Realmente, puede salir con una actitud confrontacional frente a lo que ellos consideran sus contenedores y enemigos. Finalmente, es el objetivo del gobierno. Es su forma de gobernar.
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Esta semana, 200 organizaciones civiles agrupadas en la ‘Coalición Ciudadana’ han presentado un listado de reformas. En paralelo a este paso, ¿usted cree que la calle ya debería tener un papel más activo?
La sociedad civil tiene un papel fundamental. Recuerde que, en los últimos años, ha sido la fuerza de la calle la que ha generado una modificación de determinadas situaciones como el tema del cierre del Congreso, cuando asumió [Manuel] Merino que se percibía era un presidente ilegítimo, entonces creo que tiene un rol fundamental. El problema es que la sociedad civil tiene dos asuntos. Uno, está golpeada porque en los últimos años le ha tocado tomarse esa tarea de luchar por cambios, pero con costos como la muerte de personas. Se logra un cambio, pero volvemos a lo mismo o algo mucho peor. Entonces, hay mucha duda de la sociedad civil de salir nuevamente a las calles para qué. Si realmente no hay cambios, finalmente nos toca repetir la historia. Por eso, creo que la sociedad civil duda.
Y lo segundo es que, en estas circunstancias, se ha generado una situación de mucha confusión porque tenemos dos bandos. Uno, que es esta derecha golpista, y del otro lado, todo un grupo que desea proteger al presidente y su entorno. Entonces, alguien de la sociedad civil desea salir a protestar y desmarcarse de estos dos grupos. Yo creo que, en algún momento, la sociedad civil puede reaccionar frente a este tema. Pero cuando tengamos más claro qué es lo que queremos la mayoría. Por ejemplo, pienso en las provincias donde la gente está muy confundida con el tema de impulsar nuevas elecciones. La gente siente que acá hay tantos factores de por medio que, incluso, podría constituir un golpe para que la derecha nuevamente suba. No está muy clara en este objetivo. Para mí, lo fundamental es conversar y reflexionar con la gente, sobre todo, de a pie.
El que se vayan todos no es necesariamente que este presidente y el Congreso se vayan, sino que la gente está esperando cambios más radicales. Por eso, es que sintonizan con propuestas radicales como las de Antauro [Humala]. La gente no desea a alguien que fusile a todos, sino que por lo menos promuevan cambios más reales y de fondo. Porque acá lo que se les está ofreciendo es que el presidente y el Congreso se vayan. Bueno, hacemos algunos cambios cosméticos y eso no va provocar que tengamos una mejor clase política.
¿Las reformas planteadas van a ser más de lo mismo?
Es que no estamos en condiciones de hacer cambios más profundos. Si te das cuenta, por ejemplo, lo que está proponiendo la ‘Coalición Ciudadana’, que me parece una iniciativa interesante, no refleja necesariamente las grandes necesidades que tiene el país. Entonces, ahí hay que tener más trabajo. Ellos proponen como un cambio que el presidente de la República sí puede ser investigado por delitos de corrupción y vacado por eso. En realidad, a mucha gente le suena un riesgo porque nos están diciendo de qué nos sirve elegir un presidente si después sube y cualquiera puede denunciarlo por un tema de corrupción, entonces lo sacan. Es un riesgo para la voluntad popular. También se promueve que haya dentro de las organizaciones políticas se den las elecciones internas, pero eso no ha garantizado que tengamos mejores representantes. Hay un problema de fondo de los partidos políticos que no representan a ninguna ideología y son, en realidad, empresas particulares. Entonces, esos cambios son de buena voluntad, pero no nos alcanzaría para tener una clase política diferente.
¿El centro debe resurgir en medio de esta polarización?
Creo que se debería trabajar en una opción de centro y que aglutine, además, a la derecha e izquierda democrática. Porque no es un centro neutro. Hay que realizar el esfuerzo por aglutinar una derecha e izquierda democrática que es lo que se ha perdido ahora. Lo que tenemos es la presencia de grupos radicales de derecha e izquierda. Entonces, hay que recuperar el centro democrático. Esa es la apuesta. Me parece que ahí se debería hacer el esfuerzo porque, si estamos atorados en esta crisis, algo que ha triunfado es la estrategia de poder deslegitimar a todo lo que significa centro democrático. Por eso, han aparecido estas calificaciones como ‘los caviares’. Finalmente, ¿a quién llaman caviar? A alguien de centroizquierda o centroderecha que quiere la institucionalidad, condiciones mínimas para funcionar como Estado, que se respeten algunos derechos. Lo que se ha logrado es que las polarizaciones sean las que primen. Un trabajo urgente es cómo reactivamos ese centro democrático que no es neutro, sino de constitución de izquierda y derecha que sea, realmente, democráta.
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