Perú registra un franco retroceso en la lucha contra el hambre

Son 17 regiones del país andino que continúan con resultados de hambre peores que los registrados con anterioridad a la pandemia. Las regiones de la sierra y selva han tenido un mayor impacto negativo a diferencia de la costa.

Las ollas comunes hoy hacen grandes esfuerzos para resistir el alza de precios de los alimentos.

A pesar de que el Perú es una ‘gran despensa’ de alimentos para el mundo por su rol agroexportador, la lucha contra el hambre del país andino muestra un crítico retroceso debido a la deficiente gestión de los sistemas alimentarios y la constante crisis que tiene enfrentados a los actores políticos.

Según el informe sobre el Índice Global del Hambre (IGH), el Perú se ubica en el puesto 38 de 121 países, pero su resultado demuestra un franco retroceso de diez años con una puntación de 17.7 similar a la que se registró en 2012.

Ante esta estadística, William Campbell, coordinador de la red Alliance2015 en Perú, señaló que esto significa que existe una mayor incidencia de hambre en el país comparado con la época prepandemia.

“El fortalecimiento de la producción agroindustrial, el boom de la agroexportación y el desarrollo económico o el potencial minero, son factores insuficientes para reducir el hambre en el Perú”, indicó el ejecutivo.

Te puede interesar: 6.8 millones de peruanos no consumen alimentos durante un día o más, según la FAO

Asimismo, Campbell comentó que durante muchos años estos sectores económicos ayudaron a reducir el hambre para el pueblo peruano, sin embargo, la deficiente gobernanza de los sistemas alimentarios, sumando las crisis que enfrenta el país, llevan a prever un panorama “sombrío” frente al hambre.

En el estudio se estima que el IGH de Perú para el cierre de 2022 se mantendrá en condiciones críticas, condiciones que son similares a las del año pasado, en un contexto donde la reactivación económica y social, el crecimiento y la situación de departamentos con un índice grave no cambiaran.

Las ollas comunes son una medida de solución inmediata para luchar contra el hambre, pero no cuenta con un presupuesto por parte del Estado.

Regiones con menor y mayor incidencia

El informe también señala que las regiones de Ica y Lambayeque con 7.2 y 8.4 respectivamente, son los únicos que se mantienen con un índice bajo de hambre este año en el Perú.

En el caso de las regiones de Tacna y Moquegua, el indicador pasó a moderado con 13.4 y 13.9 volviéndolo un índice moderado, en comparación con el 2019 donde presentaban un índice bajo.

Sin embargo, situación totalmente distinta muestran Apurímac, Huancavelica, Ayacucho, Loreto, Huánuco, Puno y Ucayali que registran un índice grave de hambre. Estas siete regiones son los más alejados del litoral, que están caracterizados por un menor desarrollo económico, social, institucional y alimentario.

Te puede interesar: Limeños optan por alternativas más económicas ante alza de precios de alimentos

Además, el informe revela que hace tres años solo Huancavelica presentaba un índice grave en el país, pero debido a diversas situaciones como la crisis por la pandemia está generando mayor índice de desnutrición crónica y mortalidad infantil.

“Aunque la transformación de los sistemas alimentarios requiere, en última instancia, intervenciones a múltiples niveles, se justifica una mayor atención a la gobernanza local de los sistemas alimentarios”, dijo Campbell.

Esta atención se justifica por varias razones que se basan en las prácticas de gestión de los recursos naturales, los métodos de agricultura, ganadería y las preferencias alimentarias suelen basarse en las tradiciones culturales locales, las experiencias históricas y las condiciones agroecológicas.

Recomendaciones

El IGH de 2022 refleja tanto el escándalo del hambre alarmante en demasiados países del mundo como la trayectoria cambiante en países, como Perú, donde se están erosionando años de progreso en la lucha contra el hambre.

En ese sentido, Susanna Daag, vocera de la red Alliance 2015, sostuvo que es importante poner la gobernanza inclusiva y la responsabilidad en el centro de los esfuerzos para transformar los sistemas alimentarios.

“Los gobiernos deben respetar, proteger y cumplir el derecho a la alimentación, que debe estar consagrado en la legislación nacional y respaldado por mecanismos de reparación de agravio”, señalo la ejecutiva.

Además, recalcó que el problema del hambre es complejo y como tal, requerirá de soluciones en varios niveles y con la participación de varios actores, que incluyen también las instituciones del sector público y privado, la ciudadanía y las organizaciones de base comunitaria que las representan por ejemplo las ollas comunes.

SEGUIR LEYENDO