Han pasado seis días del incendio que dejó a siete familias a la intemperie. En total 45 personas del asentamiento humano San Martín de Porres en el kilómetro 24, ubicado en el distrito de Carabayllo lo han perdido todo. El olor que aún se siente en el lugar es evidencia de la atrocidad de este siniestro. Los vecinos nunca imaginaron que en unos minutos su vida cambiaría y todo lo que algún día invirtieron sería arrebatado por el fuego.
El pasado martes 8 de noviembre recibieron una notificación que les daba aviso que ese día no tendrían energía eléctrica por diez horas. No obstante, pasaron los minutos y no había ninguna novedad. En la casa de la señora Rosa Linares, como todos los días, se quedaban sus hijas de 10 y 15 años. Las menores que se encontraban en su cuarto decidieron prender una vela para alumbrarse, pero ésta cayó al piso y su casa empezó a arder. Las viviendas en este sector son de material noble, por lo que el fuego se extendió hasta la cocina, ocasionando que el cilindro de gas explotara.
Infobae llegó hasta la zona afectada, donde familias y mascotas piden ayuda para volver a tener un techo donde vivir. Personas de buen corazón entre vecinos, empresas y la municipalidad del distrito han entregado algunos alimentos básicos y materiales para que vuelvan a empezar.
El inicio de una pesadilla
El incendio consumió de manera rápida los hogares de las siete familias. Algunas víctimas se aferraban a sus materiales, pero era imposible rescatarlas. Los balones de gas de cada vivienda explotaron en minutos. Las hijas de la señora Rosa lograron salir a tiempo, solo pudieron tomar el celular y a su gatito. El siniestro se agravó y no pudo ser controlado hasta la llegada del cuerpo de bomberos.
“El incendio empezó en el cuarto de mis hijas. No hubo luz, siempre falta aquí. Prendieron la vela, se descuidaron y se dieron cuenta que el fuego ya no podían apagarlo”, relató Linares, dueña de la casa, a Infobae.
La madre de familia se siente muy afectada por lo sucedido, pero agradece que no hubo ninguna víctima mortal. Hoy, con la ayuda de sus familiares está construyendo un pequeño cuarto para que pueda dormir junto a su esposo e hijas.
Una nueva oportunidad
En conversación con el otro damnificado, Alcemiro Sánchez Hernández, informó que la Municipalidad de Carabayllo los ha ayudado con algunas cosas, pero necesitan una carpa donde puedan dormir. Los servicios higiénicos del señor estaban construidos con ladrillos y cemento, espacio que no se consumió por completo, pero quedó la evidencia del trágico accidente.
“Todo lo hemos perdido, no tenemos una casa, una carpa, no tenemos nada. La Municipalidad se hizo presente con unas cuantas colchonetas, calaminas y palos. Hasta el momento, ninguna entidad del Estado se ha acercado. Necesitamos el apoyo del Estado o empresas”, declaró desde Carabayllo.
Sánchez Hernández no tiene un trabajo estable, debido a que se dedica a la albañilería. En esta oportunidad, pide apoyo con materiales para que él mismo pueda volver a construir su vivienda, donde convive junto a su esposa, hijas y suegra.
Sobreviviendo
Ese día, Solange se encontraba en su trabajo y se enteró de la tragedia cuando el fuego pudo ser controlado. Sus hermanos evitaron informar, porque presenta problemas al corazón. Recibir la impactante noticia podría haberle causado un paro cardíaco.
Sus hermanos de 19 y seis años se encontraban en casa, ambos tuvieron que salir corriendo al escuchar la explosión de la casa de su vecina. Luego, desde afuera eran testigos de cómo su hogar se iba consumiendo. En las imágenes registradas por algunas personas se visualiza y escucha la desesperación que vivieron.
La joven también relata que su madre Sadid Melina Cavero Janto se dedica a la venta de chocotejas y es el sustento para su hogar. Sin embargo, el incendio les arrebató su cocina, cilindro de gas, utensilios y otros artículos para que puedan preparar. “Si no fuera por la voluntad de los vecinos no tendríamos dónde cocinar”, añadió.
Asimismo, reveló que su progenitora perdió más de S/4.000 que era lo ahorrado por las mamás del salón de su hermano para la chocolatada navideña. De la misma manera, su hermana guardaba dinero para que puedan pagar los servicios y necesidades de la casa. “(A mí mamá) no le gustaba ahorrar en el banco, a ella le gustaba guardar en el repostero de su cocina”, precisó.
Volver a empezar
Sara Loyola Ortega se mudó a esta zona hace dos años tras tomar la decisión que ya no pagaría por alquiler, sino por su casa propia. A diferencia de sus vecinos, ella logró rescatar sus dormitorios donde se ha instalado en un espacio pequeño y duerme junto a sus cuatro hijos.
Sin embargo, otros de los pocos artículos que logró rescatar fueron robados por las personas que vinieron a ver. Asimismo, cuenta que los alimentos que las personas solidarias les han brindado están a punto de malograrse, porque no saben dónde guardarlo, como también las altas temperaturas no han contribuido para que se mantengan.
“No tenemos casita para poder guardar, las cosas que nos han donado se están malogrando. No tenemos dónde poner nuestras cosas”, manifestó Loyola Ortega.
Sueño de la casa propia
Las familias soñaban con tener su casa propia, por lo que decidieron comprar un terreno en el distrito de Carabayllo. Desde hace casi uno dos años comenzaron a vivir en esta zona, pero con un contrato de diez años y con una mensualidad que oscila de USD 350 a 390, de acuerdo con el metraje de su espacio.
En esta oportunidad, solicitan a la empresa inmobiliaria que los puedan esperar en la cuota de su mensualidad. Este mes, para todos, será difícil de cubrir y darle prioridad al pago. “Estamos haciendo la solicitud para que nos puedan apoyar y nos esperen. No nos estamos negando a pagar, pero necesitamos que nos esperen”, indicó uno de los vecinos.
El lugar ha quedado vacío, como si fuera el día que se les entregó su terreno. Hoy, saben que tienen que volver a empezar, aunque sea difícil de asimilarlo.
Cualquier ayuda puedes comunicarte con el señor Sánchez Hernández a través de su contacto: 967-329 888.
SEGUIR LEYENDO