“El Call Center del crimen”: reos contaban con módems de internet y un centenar de celulares para extorsionar a empresarios

A través de un operativo realizado por el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) dentro del penal Miguel Castro Castro en San Juan de Lurigancho se logró intervenir a una mafia que tenía instalaciones de internet, celulares, aplicativos de WhatsApp y una lista de nombres y teléfonos de empresarios para extorsionar.

La intervención expuso al reo Óscar Romero Cueva, quien tenía en su poder una libreta con varios nombres y cuentas bancarias. El delincuente no dudó en negar los hechos a pesar de que las pruebas se encontraron en su propia celda.

Romero Cueva es un delincuente que cuenta con un alto prontuario. Hace no mucho un informe de Latina evidenció que también lideraba una mafia que alteraba tarjetas de la Línea 1 del Metro de Lima.

La forma en cómo funcionaba la red de telecomunicaciones era la siguiente: los internos que querían acceder a internet, tener equipos con WhatsApp o llamadas, debían de hacer un pago semanal para acceder a este servicio. Se trataba de una suscripción.

A través de mensajes los ladrones se presentaban y les decían a las víctimas que les ofrecían cuidarlos de otras bandas de extorsionadores y que, por lo tanto, debían de realizar un pago mensual de hasta S/80.000 soles.

“Ya basta, basta, por favor. No sabemos si son peruanos o extranjeros”, fue el pedido de una de las afectadas por parte de la banda criminal.

A pesar de que los delincuentes seguían bajo el anonimato, la Policía Nacional del Perú (PNP) logró dar con ellos, debido a que las direcciones IP de los números se encontraban en un mismo punto. El penal Miguel Castro Castro era el centro de operación y el lugar de donde salían los mensajes.

El miércoles 2 de noviembre, personal del Inpe, junto a investigadores de la Dirección de Secuestros de la Dirincri fueron al lugar de donde venían los mensajes.

Parte de la información que tenía era el nombre de las empresas, negocios, los dueños y hasta croquis de los lugares, los cuales le servían para indicarle a sus víctimas que conocían todos sobre ellos. Esto se daba dentro del distrito de San Juan de Lurigancho.

Ante la interrogante de todo lo que se le imputaba, el facineroso negó todas las imputaciones.

“Señorita, usted no puede decirme de cosas que no están probadas, es la gente lo que dice, son hablares”, exclamó Romero Cueva a Latina.

¿Cómo obtenían internet los presos? Los reos del pabellón 9 instalaron un sistema que consistía en piratear la señal de las viviendas aledañas al penal, hackeaban las contraseñas y la distribuían entre ellos. El pago que realizaban por dicho servicio era de 20 a 25 soles.

Para que los cables y conexiones pasen desapercibidos, los presos utilizaban cables blancos de electricidad, pero en el interior tenían el cableado de internet.

Finalmente, con el fin de irrumpir el accionar de esta banda, ‘Kasifur’ fue trasladado al penal de máxima seguridad, Ancón 1.

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