El ekeko, un dios de abundancia y prosperidad que es celebrado en el altiplano peruano-boliviano

La Fiesta de la Alasita es una celebración al ekeko, dios de la abundancia. Aunque atrae abundancia y riqueza, se cree que puede traer mal augurio si no lo engríes y cumples con sus requerimientos.

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El dios de la abundancia:
El dios de la abundancia: el ekeko, un símbolo de suerte en el altiplano.

Una manifestación cultural propia de los Andes. La figura ancestral se ha convertido en una de las máximas representaciones del imaginario popular, sostenido entre las generaciones, abarcando naciones con su magia y deseos que le puede conceder a su portador. Este ser bonachón se caracteriza por un curioso bigote y una tierna sonrisa que dibuja su rostro, además de diminutos objetos que simbolizan todo aquello que la persona desea conseguir con su ayuda. Lo conocemos con el nombre de ekeko a lo largo del altiplano, que abarca el territorio de Perú y Bolivia.

Algunos consideran que su singular tamaño, que no supera los 20 cm, no debe considerarse como un adorno que se coloca en la casa, todo lo contrario. La historias que giran entorno a su presencia anuncian que tenerlo significa adoptar una responsabilidad de cuidarlo, ya que, de no hacerlo, puede revertirse la buena suerte, sumergiéndote en tragedias.

¿Qué sabemos sobre el ekeko?

Para conocer su origen tenemos que recordar a la antigua cultura Tiahuanaco, donde este ser era reconocido como el dios de la prosperidad, la abundancia y la fertilidad. El paso de los años no ha intervenido en su significado, al seguir siendo un objeto de adoración en los pueblos. Esta sagrada deidad ha sido representada en diferentes tamaños, siendo los tallados en piedra los primeros que trazaron sus rasgos, como el tener los brazos abiertos y su mirada hacia el cielo.

Con la finalidad de que sea apreciado por más comunidades, se inició la construcción de pequeñas figuras para que sean trasladadas sin dificultades.

Tanto Perú como Bolivia comparten esta creencia y tradición del hombre que cuida el dinero y atrae la abundancia a quien lo recibe en su hogar. No posee una afinidad exclusiva a una nación, al ser una expresión que se ha venido transmitiendo a través de las generaciones y sin pensar en los límites territoriales.

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¿Cómo cuidar al ekeko?

La creencia sostiene que debe ser regalado de buena fe, por una persona que quiere verte prosperar y alcanzar tus objetivos. Pese a ser lo ideal, no se cumple en su totalidad. Muchos prefieren acercarse a las ferias o tiendas especializadas para comprarlos con su propio dinero.

Cuando lo recibimos tenemos que comprar las miniaturas de aquellas cosas que queremos tener a nuestro nombre, como por ejemplo, una casa, un carro, dinero, alimentos, entre otros. Estos suelen venderlos en tiendas artesanales. Lo correcto es colocarlo sobre su cuerpo o en las manos, mientras le pedimos que nos ayude a cumplir con lo que deseamos.

Se debe tener presente que el ekeko no solo es un invitado, por lo que debe ser tratado como un amigo. Entre sus principales requerimientos esta el hacerlo fumar, por medio de un orificio en la boca, dos veces a la semana o solo los viernes. Los creyentes mencionan que se le debe hablar, preguntarle cómo está, si se siente cómodo o si requiere algo más para que su estancia sea mejor.

El ekeko es celoso y vengativo

Los relatos cuentan que este señor de tamaño pequeño es rencoroso y castiga a todos aquellos que no lo protegen. Si lo tienen sucio o uno de sus accesorios está roto y no ha sido cambiado, posiblemente este hombrecillo elimina su lealtad hacia ti e ignore cualquier pedido que le hagas. Son estos mitos que giran entorno a la deidad que muchos de sus devotos prefieren celebrarlo en las ferias o festivales que se realizan en su nombre, de esta manera, evitan ingresarlo a sus hogares.

Aquellos que han querido comprar por primera vez un ekeko han recibido una advertencia, sobre todo si se trata de mujeres solteras. Se cree que este dios de la prosperidad es celoso con su dueña, por lo que no quiere compartirla con otro ser. De tener pareja, este podría manifestarse de una forma negativa, arrastrando carencias y penas. Algunas señoritas que han pasado por esa experiencia detallan que deciden voltearlo, mirando a la pared, para que no vea quien ingresa al inmueble, y evitan mencionar el nombre del amado o amada.

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