Cementerio Presbítero Maestro: misterios en el primer camposanto municipal de Latinoamérica

Los cementerios tienen significados distintos para cada persona. Lo cierto es que son lugares en donde la mayoría de cuerpos humanos inertes descansa. En Perú el más antiguo es el Presbítero Maestro, un camposanto a varios personajes destacados del Perú y que, además, cuenta con leyendas que pondrán nervioso a más de uno.

Aparte de ser el más antiguo del país, también es considerado el primer cementerio municipal de Latinoamérica, pues data desde 1808. Miles de almas de diversas épocas conviven en este recinto ubicado en Barrios Altos.

Conocido antiguamente como Cementerio General de Lima, el Presbítero Matías Maestro, fue inaugurado el 31 de mayo de 1808 en la zona de Barrios Altos, ubicado en el distrito de Cercado de Lima en Perú.

Se creó durante la etapa del virreinato y fue el virrey José Fernando de Abascal y Souza quien dio la orden para su construcción y posterior inauguración, pero ¿por qué escogió esta parte del país?

Se sabe que la influencia europea en aquel entonces indicaba que no era ideal que un cementerio esté debajo de las iglesias (lugar donde se acostumbraba enterrar a los difuntos) y menos dentro de la ciudad porque podría ser perjudicial para la salud por la proliferación de epidemias. Es así que, siguiendo la corriente del viejo continente, decidieron optar por Barrios Altos, una zona “alejada” en aquel entonces.

Era el primer cementerio de la ciudad más importante del virreinato, por lo tanto, se necesitó del conocimiento de un especialista. El arquitecto, músico, escultor, pintor y presbítero, Matías Maestro Alegría fue quien se encargó de la construcción del camposanto de 20 hectáreas.

Con el pasar de los años adoptó el nombre del creador arquitectónico del lugar.

Cuenta con una calle principal, conocida como “la calle de la muerte”. Alberga 766 mausoleos, 220.000 nichos y 320 esculturas. En su interior está la cripta de los héroes que tiene más de 290 cuerpos en tres niveles. Todos ellos murieron en plena Guerra del Pacífico.

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El pabellón de los suicidas, tumbas de brujas y hechiceras son alguno de los lugares que todos los asistentes pueden visitar en el Presbítero Maestro. Este lugar, entre otros más, alimentan las historias paranormales del lugar.

La tumba de Gregoria Camacho, es de las más tenebrosas, pues tiene dibujada en su lápida el cráneo de un esqueleto humano y dos huesos cruzados.

“La Bruja Mala” es el apodo con el que se le conoce y según cuentan, un familiar la dejó sobre la cancela herrumbrosa del cementerio. Estaba sentada en el suelo con los hombros apoyados en los hierros. El cuidador del cementerio cogió una carretilla y llevó el cuerpo sin vida hacia la parte interna del camposanto. Cavó con mucha fuerza y colocó el cuerpo en la fosa. Se persignó mientras cubría el cuerpo.

Para que Gregoria Camacho “descanse en paz” colocó una losa de mármol con la imagen de la Virgen de las Angustias, pero al amanecer, el desconcierto lo invadía. El mármol apareció quebrado.

No dudó en repetir la acción y puso una lápida con el Cristo de la Divina Paciencia, pero ocurrió lo mismo al amanecer. El terror invadió el cuerpo del cuidador del cementerio y decidió hacer algo inusual.

Puso una placa de mármol y sobre él una calavera con dos huesos cruzados. La lápida se mantiene intacta hasta el día de hoy.

Esta historia es conocida por muchas personas, e incluso aquellos que practican la magia oscura no dudan en ir a la tumba de Camacho los jueves, día en que se dice que los portales de distintos mundos se abren.

Esta es una de las tantas historias que esconden los pasillos del cementerio Presbítero Maestro.

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