En octubre del año 2005 se reportó una misteriosa desaparición en la capital. Nadie daba señales sobre el paradero de la ciudadana Claudina Herrera, de tan solo 18 años, quien se encontraba en la dulce espera y con ocho meses de gestación. A su corta edad, la joven asumió la responsabilidad que conllevaba ser madre, siendo una de las etapas más felices que estaba viviendo.
Este sentir permitió que se descartara cualquier idea de que había escapado. Es así como se despertaron las hipótesis de que algo le había ocurrido. Lo complejo del caso se dio cuando no habían muchos indicios que permitieran orientar la investigación.
¿Qué pasó con Claudina?
Calificado como uno de los crímenes más atroces de las últimas décadas paralizó al país por cómo se encontró el cadáver de la mujer desaparecida. El primer hecho detectado fue el hallazgo de un cuerpo sin vida al costado de la Panamericana Sur, hasta ese punto, sin ser identificado.
Estaba envuelto en unas colcha y colocado dentro de un costal junto a un pedazo de cartón. Lo que llamó la atención de los forenses que se acercaron al lugar fue un profundo corte en el vientre, similar al que se realiza en una cesárea.
Esta señal dejó en evidencia que no se trató de un asalto o un crimen cualquiera. Miguel Herrera, padre de la víctima, precisó que los primeros resultados que arrojaron las autoridades precisaban que el móvil del asesinato fue el de extraerle al bebé que llevaba en su interior.
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Detrás del crimen
Antes del brutal hallazgo, Claudina se mostró algo impaciente, nerviosa y emocionada porque contaba los días para conocer a su hija. En medio de su alegría, la desgracia se cruzó por su camino. Cuando hacía una caminata por su casa, ubicada en el distrito de Villa María del Triunfo, una mujer se le acercó para ofrecerle una ecografía en 3D, la cual no tendría ningún costo. Ella aceptó de inmediato, con el anhelo de ver cómo sería la cara de su primera bebé.
Horas más tarde, y abordo de un vehículo, fue secuestrada, golpeada en la cabeza con un elemento pesado, y estando inconsciente, la inducieron al parto. Tras arrebatarle al recién nacido, la dejaron morir desangrada.
Una misteriosa mujer en la escena
Siguiendo el rastro de los lugares que pudo visitar Claudina, embarazadas de la zona declararon que durante esa fecha vieron merodear a una mujer que ofrecía ecografías gratis. Con la ayuda de ellas se elaboró un retrato hablado, que ayudó a la ubicación de Isabel Palacios.
El caso se agravó aún más cuando confirmaron que esa mujer ingresó a la Maternidad de Lima. Aprovechando su vientre abultado, manifestó que recién había dado a luz. La bebé de la víctima se encontraba con vida, y le emitieron un certificado de nacido vivo por parte de una obstetra que en ese día no había ido a trabajar.
Isabel empapó sus prendas con el líquido amniótico y sangre de Claudina para fingir que había estado en labor de parto y llevar acabo su parte del plan.
El reecuentro con su familia
Cuatro días después del asesinato de la joven, la pequeña conoció a su padre, quien la llevó con sus familiares para darle ese calor de hogar y protección para que nada le pase.
Mientras se vivía este clima de goce y tranquilidad, las autoridades destaparon una red de tráfico de recién nacidos, reconociendo a cuatro personas: la captora, un taxista, el supuesto padre y la obstetra. De este grupo, solo Palacios fue juzgada, pero nunca admitió su participación.
Un nuevo inicio
Fabiana Antonella es el nombre que Claudina Herrera le puso a su hija antes de ser asesinada. Los padres de la joven levantaron la Defensoría de la Madre Gestante y del Nonato, donde se ayuda a mujeres abandonadas y decorado con fotos de madre e hija.
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