La vez que Carlos Santana llegó a tocar a Lima, pero el gobierno militar se lo impidió

El guitarrista mexicano venía con el aura de superestrella luego de brillar el Woodstock, pero no pudo concretar su show.

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(bulla.com)
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Desde la creación del rock and roll, siempre ha estado relacionado con los más jóvenes. Y en ese sentido, con lo que la edad representa como libertad, rebeldía y ganas de vivir al máximo. Esto ha sido así del principio y de alguna manera ese espíritu se mantiene incólume a pesar de los más de 80 años que tiene de vida este género musical.

Justamente en nuestro país se dio uno de los capítulos más inauditos en torno a este ritmo. Fue durante la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado que se le prohibió al excelso guitarrista de origen mexicano Carlos Santana tocar en nuestra tierra por cuestiones ‘morales’. Y esta es la historia de lo que ocurrió en años convulsos en nuestra sociedad.

Aquí no

(Arkiv Perú)
(Arkiv Perú)

Luego de triunfar de manera brillante en el festival de Woodstock un par de años antes, Santana y su grupo fueron contratados para tocar por primera vez en nuestra capital.

Obviamente los amantes de su música se entusiasmaron con la posibilidad de ver en suelo peruano a uno de los principales exponentes musicales del mundo en ese momento.

La fecha designada para dicho evento era el 11 de diciembre de 1971 en el estadio de la Universidad Mayor de San Marcos y en total ya se habían recaudado más de cinco millones de soles de la época.

Hasta entonces, el jalisciense ya había publicado tres trabajos monumentales como Santana (1969), Abraxas (1970) y Santana III (1971). En estas producciones se incluían éxitos rotundos que pasarían a la historia de la música popular como ‘Evil ways’, ‘Soul Sacrifice’, ‘Black Magic Woman’, ‘Oye como va’, ‘Samba pa’ ti’, ‘Guajira’ entre otros. Las ventas superaron el millón de copias. Entonces, Santana ya era un peso pesado por esos tiempos .

Carlos Santana en Lima (peru immigration documentation project)
Carlos Santana en Lima (peru immigration documentation project)

Los problemas reales comenzaron cuando a solo días del esperado show, un grupo de miembros de la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), enfurecidos por la realización del show en su casa de estudios, algo que consideraron una afrenta, protestaron de manera violenta. Los incidentes incluyeron la quema de un vehículo y el hecho de tratar de inundar la cancha al abrir los grifos. También realizaron varias pintas en su propio estadio.

Sin embargo, esta situación no amilanó a los organizadores del evento, que eran los hermanos Jorge y Peter Koechlin. Ocurre que a esas alturas ya se tenían los permisos respectivos de la Municipalidad de Lima, el Ministerio de Educación y el Instituto Nacional de Cultura, por lo que no debería haber ningún problema.

Pero nadie contaba con la ‘astucia’ del Ministerio del Interior que esperó hasta el último día para dar el visto bueno faltante al concierto. Después de todo, ¿qué podría salir mal con un gobierno militar que buscaba llevar a cabo su contrarevolución cultural y que ‘odiaba’ a los hippies?

Una vergüenza tras otra

Santana y el boleto del show (Caretas)
Santana y el boleto del show (Caretas)

Como era de esperarse, para adaptarse y familiarizarse mejor al lugar donde iba a tocar, Santana y toda su banda llegaron al país un par de días antes del show. El 8 de diciembre arribaron al aeropuerto internacional Jorge Chávez.

Casi de inmediato fueron llevados a las instalaciones de Seguridad del Estado de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Eso sí, siempre en calidad de ‘invitados’, aunque a todos luces era más una detención.

En ese lugar, los músicos y miembros del staff se mantuvieron todo el día en ese lugar hasta que se hizo público el comunicado oficial del Ministerio de Interior dando por cancelado el espectáculo y ordenando la salida inmediata del país.

“Sus actividades son contrarias a las buenas costumbres del pueblo peruano y al objetivo moralizador del Gobierno Revolucionario”, rezaba parte del documento.

Hasta los hermanos Koechlin pasaron el día detenidos en las instalaciones de la ya desaparecida PIP. Una vez liberados, y tras la cancelación del recital, se vieron en la obligación de devolver el dinero de los boletos. Los jóvenes empresarios dieron a conocer que sufrieron pérdidas por casi tres millones de soles.

Otro grupo perjudicado, acaso los más importantes para un artista, fueron sus fanáticos a los que se les impidió ver al extraordinario guitarrista en la mejor de sus formas.

La revancha

(Captura: Panamericana Televisión)
(Captura: Panamericana Televisión)

A diferencia de tantas otras historias, esta si tuvo un final feliz. Solo que se tuvo que esperar casi 25 años.

Y el escenario de fondo ya no era la vieja cancha de la Universidad de San Marcos, sino más bien un remozado Estadio Nacional. El día fue un 21 de julio de 1995.

Aquella vez debe haber sido una de las noches más mágicas que haya visto el cielo de la capital peruana. Pues no solo se presentó un artista muy esperado, también se logró la comunión de abuelos, padres, hijos y hasta nietos; todos hipnotizados por el embrujo maravilloso que salía de cada nota de la guitarra de Carlos Santana, que por primera vez tocaba en el Perú.

Como habrá sido el impacto de su llegada a nuestro país, que poco tiempo después de esa presentación, Panamericana Televisión pasó el show para todos aquellos que no pudieron ser parte de los más de 50 mil afortunados que lo vieron en vivo y en directo.

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