‘Negro Canebo’: la noche que tuvo en vilo al país por su fuga de Maranguita

El entonces joven criminal protagonizó una historia que hasta hoy es recordada en los anales de la Policía.

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(Andina)
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Durante la década de 1990, el Perú todavía sufría los estragos de la crisis económica desatada en la segunda mitad de los ochentas. Y eso se reflejaba en la creciente delincuencia que invadía cada rincón de Lima.

Los protagonistas eran, sobre todo, los llamados ‘pirañas’. Estos eran grupos de menores deedad que solían asaltar a cualquier desprevenido peatón, quintándoles sus pertenencias al paso. Se le decía así por la rapidez con la llegaban hasta su víctima, la desvalijaban y huían a la velocidad de la luz. Todo en cuestión de segundos. Pero muchas veces, esa mala maña se convertía en la academia perfecta para los futuros delincuentes.

Justamente uno de esos muchachitos que traspasó la frontera de lo permitido, y por lejos, fue Juan Aguilar Chacón, el tristemente célebre ‘Negro Canebo’.

Con menos de 18 años, este sujeto ya se había vuelto el terror de medio Lima y en un verdadero dolor de cabeza para la Policía Nacional.

En su haber ya tenía 37 denuncias por diferentes delitos: once de ellas, eran por secuestro, tres por homicidio y otras 23 por asalto y robo usando diferentes modalidades.

Por si eso no era suficiente, el 29 de noviembre de 1995 saltó a la fama por protagonizar una espectacular fuga, junto a otros 21 internos, del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima. Lugar conocido como ‘Maranguita’. Y es así como sucedió.

No soportó el encierro

(El chino)
(El chino)

Luego de cometer uno de sus tantas felonías, el ‘Negro Canebo’ fue capturado el 8 de setiembre de ese 1995. Como una fiera acostumbrada a vagar por la sabana, el muchachito no estuvo quieto por mucho tiempo y pronto comenzó a buscar la manera de ver la luz de la calle otra vez. Sin importar la manera o el costo. Hasta que tres meses después de su captura, puso en marcha su plan.

Parecía ser un miércoles más en el centro juvenil. Eran casi las 7 p.m. y ya era la hora de la cena. Uno a uno fueron llegando al comedor para ingerir sus alimentos y luego proceder a pasar a sus habitaciones.

Cuando los 22 jóvenes estaban completos, ‘Canebo’ y tres cómplices más sorprendieron a su tutor y lo capturaron, tomándolo de rehén y amenazando su vida con armas punzocortantes que ellos mismos se habían fabricado.

Así lo llevaron hasta la puerta principal que da a la avenida Costanera e intimidando al portero ganaron la calle.

No fueron los únicos en escapar. Esa misma noche, otros jovencitos se aprovecharon de las circunstancias de que la puerta ya estaba abierta y también abandonaron el lugar. Algunos, más audaces, usaron la puerta que da para la avenida La Paz y se fueron por ahí.

¿Por qué todo fue tan fácil? Pues luego se supo que esa misma mañana el contingente policial que resguardaba el local se había retirado.

Esa noche, 22 internos se fugaron. Uno de ellos estaba acusado de terrorismo. Con relación a ‘Canebo’, se dice tras estar en la calle solo corrió un par de cuadras, pues afuera ya lo esperaba un moderno automóvil para llevarlo lo más lejos de ahí.

No terminó ahí

(Andina)
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La fuga solo fue el inicio de una larga y tortuosa noche para las autoridades. Pues, tras conocerse la noticia, hasta ‘Maranguita’ llegó personal policial de San Miguel y el Callao solo para ver cómo la anarquía se había convertido en la reina del lugar y todo era un absoluto caos.

También se toparon con un incendio de regulares proporciones luego que los internos del pabellón 2 lograran conseguir el kerosene de la cocina y quemaron varios colchones y diversos enseres.

Si ya todo pintaba mal, con el fuego todo empeoró. Algunos reclusos quedaron atrapados en los pabellones, aspirando el espeso humo que cubría la zona. La desesperación cada vez era mayor. Sin oxígeno, sin poder ver, con algunos otros reclusos avivando el fuego con más colchones y con otras cosas que hallaban a su paso. A su vez que le tiraban varios objetos a los efectivos policías y hasta a la prensa que había llegado a cubrir el bochornoso evento.

Los héroes de rojo

Como siempre, los grandes sacrificados y los que son capaces de ofrendar su vida misma con tal de salvar la del prójimo fueron los bomberos. Aquella infausta noche, varias unidades del Callao llegaron para darle fin al infierno que se había desatado en el centro juvenil. Sin embargo, no contaron con la violencia con la que fueron recibidos por los internos que no habían podido escapar. Estaban todos descontrolados.

Es por eso que un contingente de la policía antimotines dio una mano a los bomberos chalacos para que ingresen al recinto y sofoquen el fuego.

A pesar de todo lo ocurrido, no hubo muertos ni nada muy grave que lamentar. Solo cinco reclusos terminaron heridos y un valiente bombero sufrió un cuadro de asfixia. Todos fueron atendidos en el hospital San Juan de Dios, en el Callao.

La tragedia tocó la puerta del infierno aquella noche, pero felizmente nadie le abrió. El diablo ya se había fugado.

Todo estaba fríamente calculado

(Peru.com)
(Peru.com)

De acuerdo con los primeros informes de la Policía, los responsables de la fuga masiva había sido el ‘Negro Canebo’ y sus compañeros de celda. Además, durante su estancia, estos habían formado una pandilla que, a punta de violencia, intimidaban a los demás jóvenes.

Igualmente, se dio a conocer que ese 29 de noviembre solo cuatros efectivos policiales, y encima desarmados, se quedaron a resguardar el local durante el relevo.

Justamente este cambio de personal se dio por pedido de la entonces presidenta del Instituto de Bienestar Familiar (Inabif), Ana Kanashiro de Escalante, luego de las múltiples denuncias de malos tratos y cobros indebidos a los familiares de los internos durante los días de visita.

De vuelta al barrio

Sin embargo los aires de libertad no le duraron mucho a ‘Canebo’, pues el 2 de diciembre fue recapturado. El mismo día, cinco de los 22 fugados regresaron voluntariamente a ‘Maranguita’.

Para agosto de 1996, Juan Aguilar Chacón fue enviado al penal de Lurigancho tras cumplir la mayoría de edad.

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