Era un día de fútbol. El 23 de marzo de 2017, Perú vs. Venezuela se enfrentaban por las clasificatorias al Mundial Rusia 2018. A Shirley Villanueva, una joven de 24 años que recientemente acaba de egresar de la carrera de Ingeniería Geográfica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), unos amigos la invitaron a ver el encuentro en un local llamado Sky, ubicado al frente del centro de estudios. Todos se fueron cuando terminó el medio tiempo. Después de ese día, nunca más se supo nada de ella.
Bryan Arenas, Joseph Velásquez y Édgar Pozo eran los compañeros de la universidad que estaban con la egresada ese día. Hubo demasiadas contradicciones en sus versiones de los hechos, según Norma Rivera, la madre Shirley.
Primero le contaron que la joven se ahogó en la playa, sin embargo, luego se cambió la versión a que la habían embarcado en un carro para que se vaya a su casa en Villa María del Triunfo y, finalmente, que se había retirado con Bryan Arenas al sur. Demasiadas contradicciones para una desaparición que sigue sin resolverse y que hasta ahora no tienen ningún culpable.
También están las cámaras de seguridad: se les ve saliendo con dirección a un grifo Primax que está cerca del malecón. No obstante, luego se desconoce qué sucedió.
La Policía tampoco hizo mucho, más bien culpó a Shirley por salir a tomar con unos hombres, contó Norma, que ha perdido toda la esperanza en la justicia. La progenitora de la joven fue a la comisaría de Villa María del Triunfo y la derivaron a la Divincri; allí la devolvieron a la dependencia de su distrito. Habían pasado 24 horas durante todo el trámite, el centro de labores de la desaparecida le había anunciado que no se había presentado al día siguiente a trabajar, y una madre seguía, desesperada, sin conocer el paradero de su hija.
Uno de los compañeros que había estado con la joven llamó a Norma. Le dijo que habían interpuesto una denuncia por desaparición en la comisaría de Magdalena indicando que se había ahogado. Al arribar a la dependencia policial, no la dejaron ingresar y le negaron que también ponga una denuncia porque los tres amigos ya lo habían hecho.
Norma recurrió al apoyo de un abogado del Ministerio de la Mujer, pudo poner la denuncia y conoció cómo iba el proceso. Fue maltratada por la PNP. “Uno se siente marginada, humillada, revictimizada”, dijo a La República.
Dos semanas después de la desaparición de Shirley Villanueva, todos los familiares de la joven buscaban en la playa, desde San Miguel hasta La Punta. No encontraron ningún rastro. Una vez más la PNP, indolente, le expresó a Norma que ella misma tenía que poner la alerta de la desaparición. Preguntó a los pescadores que le expusieron que si el cuerpo de su hija estuviera en el mar ya la hubiera devuelto. Fue (y sigue yendo) todos los días, aunque el cuerpo de su hija nunca apareció. “La justicia es creo para los que tienen dinero”, sentenció en la misma entrevista con el diario peruano.
Demanda contra compañeros
Las vidas de Bryan Arenas, Joseph Velásquez y Édgar Pozo continúan; más no la de Shirley Villanueva. En 2017 se abrió un proceso penal contra los jóvenes, pero, extrañamente, se cerró ese año.
Edith Aiquipa, abogada del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, la organización feminista que está llevando el caso desde 2018, contó que los acusados solo recibieron una pena menor por encubrimiento real por violación a las comunicaciones y omisión de auxilio, sin responsabilidades graves ni directas. No se tomaron en cuenta las contradicciones y que el celular de Shirley fue manipulado. “Hay un intento de encubrimiento, de desaparecer las pruebas”, dijo la letrada a Wayka.
También se intentó poner una denuncia por el delito de feminicidio, pero se desestimó. La abogada pidió reabrir el caso porque quiso demostrar al juez que hubo vulneración de derechos en la investigación penal, pero también fue rechazado.
Pese a las malas noticias, sin hallar justicia, la acusación se elevó a la Sala Constitucional que falló a su favor, así que la demanda volverá a ser revisada para que sea admitida.
Hace tres años y medio inició este proceso, aunque el tiempo debió de ser un año; no hay respuesta del Juzgado Constitucional Transitorio de Lima para saber si se ha admitido el proceso.
Una madre sin justicia
Norma Rivera sigue recorriendo los bordes de la Costa Verde. Ha exigido, mediante plantones —el último fue el 23 de marzo de 2022—, que el Juzgado Constitucional Transitorio de Lima reabra el caso.
Los colectivos feministas, como el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, también siguen con ella en la búsqueda de su hija.
Norma quiere encontrar paz, quiere encontrar justicia que, hasta el momento, es esquiva. Como toda madre, tiene derecho a saber qué le pasó a su hija.
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