Andrés Avelino Cáceres, de héroe de la Nación a propulsor de la reconstrucción del Perú

El Mariscal tuvo una destacada participación durante la guerra con Chile y luego se dedicó a levantar de los escombros al país.

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(BNP)
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En la historia republicana del Perú hay muchos personajes que se han quedado en la memoria colectiva como lo son: unos verdaderos héroes que ofrendaron su vida por ver a este país libres de sus opresores. Es así como tenemos, por ejemplo, a Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte o Miguel Grau; solo por mencionar a los pesos pesados de nuestro pasado.

Sin embargo, hay uno que cumplió en cada estamento que le tocó estar, desde el mismo campo de batalla hasta llegar a la vida política y convertirse en presidente de la República y darle forma a un país que se caía a pedazos luego de la guerra con Chile.

Se trata de Andrés Avelino Cáceres, también llamado ‘el brujo de los Andes’, que no necesitó de ningún poder sobrenatural para trabajar hasta casi el último de sus días por lograr la unidad y reconstrucción del Perú tras la estrepitosa derrota en la Guerra del Pacífico.

Nacido para pelear

Desde muy temprana edad las armas parecieron convocar a Cáceres, pues cuando tenía unos 19 años se unió a las fuerzas de Ramón Castilla en un motín en contra del entonces presidente del Perú, José Rufino Echenique.

Fue precisamente la figura de Castilla la que sedujo al joven y decidió dejar los estudios para comenzar su vida como militar.

“El general Castilla, a quien sin duda caí en gracia, me llamó a su despacho y me dijo: “¿Quieres seguir la carrera?”, “Sí, señor, es mi mayor deseo”, le contesté con aplomo. Entonces, me respondió, palmeándome la espalda, “serás un buen guerrero”, contó el mismo Cáceres en una entrevista al diario La Crónica en 1921.

Logró su ascenso en el Ejército a punta de plomo. Pues participó de más de una batalla durante las rebeliones que ocurrían una y otra vez por todo el territorio nacional. En todas apoyando siempre a Castilla.

Luego de haber residido en Francia, a donde fue enviado como adjunto de una delegación peruana, regresó al país para enfrascarse en lo que sería, tal vez, su primera gran batalla.

Y es que los españoles habían atracado en las costas peruanas con la intención de recuperar lo que un día había sido el virreinato más grande del continente.

Por sus constantes y duras críticas, sobre todo luego de firmarse el tratado Vivanco-Pareja, fue exiliado en Chile. Pero su amor al Perú era más grande y junto a otros oficiales se las ingeniaron para volver y unirse la revolución encabezada por Mariano Ignacio Prado contra el genuflexo gobierno de Juan Antonio Pezet.

Vencedor el movimiento revolucionario, y ya con Pardo como dictador, participó del decisivo combate del dos de mayo en el Callao en la que tuvo incidencia directa. Pues al mando del fuerte Ayacucho provocó los hundimientos de las fragatas realistas Villa de Madrid y Berenguela.

Breve retiro

Cáceres, junto a su esposa Antonia Moreno y sus hijas Zoila, Hortensia y Rosa (1886). (Estudio Courret)
Cáceres, junto a su esposa Antonia Moreno y sus hijas Zoila, Hortensia y Rosa (1886). (Estudio Courret)

Pelear todo el tiempo también cansa, por lo que para 1868, Andrés Avelino decidió apartarse de la vida militar para dedicarse a la agricultura. En 1870 se casó con Antonia Moreno y tuvieron tres hijas Aurora, Rosa Amelia y Lucila Hortensia.

Pero el destino, caprichoso como él solo, le tenía preparada muchas más batallas y sorpresas en su vida.

Ocurre que en 1872 volvió a las armas, para sofocar una rebelión liderada por el coronel Tomás Gutiérrez contra el presidente José Balta tras la elección de Manuel Pardo y Lavalle como primer presidente civil del Perú.

Si alguien creía que a estas alturas lo que le faltaba era fama, pues ahora sí la consiguió. Fue después de reprimir, personalmente por casi 45 minutos, una rebelión dentro de su propio batallón. El momento cumbre fue cuando mató de un certero balazo en la cabeza al líder de los amotinados.

Para 1874 derrotó a las tropas de Nicolás de Piérola que se habían sublevado. Tras esta última acción fue ascendido a coronel graduado y asumió la prefectura y comandancia militar del departamento del Cusco. Fue ejerciendo este cargo que estalla la guerra con Chile, en 1879.

El brujo de los Andes

Fotografía captada hacia 1880, donde se aprecia a Cáceres (primero de la izquierda, sentado) junto a Ramón Zavala. Parados: Remigio Morales Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal y Andrés Freyre Arias (Estudio Cosme Rodrigo & Co).
Fotografía captada hacia 1880, donde se aprecia a Cáceres (primero de la izquierda, sentado) junto a Ramón Zavala. Parados: Remigio Morales Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal y Andrés Freyre Arias (Estudio Cosme Rodrigo & Co).

Con el enfrentamiento contra los sureños iniciado, Cáceres fue convocado para defender el departamento de Tarapacá. Desde entonces y hasta el final de la contienda bélica en 1884, el militar peruano fue uno de los más destacados defensores de la patria, organizando las campañas y saliendo vencedor de muchas batallas aunque no tuvieran relevancia para el desenlace final de la guerra debido a la inoperancia del gobierno central.

Es justamente la última campaña del conflicto, la de Breña, donde se gana el apodo con el que se haría inmortal: “el Brujo de los Andes”.

Esto se debe a que de alguna u otra manera, Cáceres siempre se las ingeniaba para evitar que sus tropas fueran capturas por el enemigo. Y porque en cada ataque que organizaba, lo hacía con tanta fluidez que parecía estar en muchas partes a la vez.

Otra de sus maniobras era hacerse perseguir por zonas intransitables hasta alturas que eran insoportables para el enemigo, nada acostumbrado, que caía vencido por el soroche. De igual manera, ponía las herraduras de los caballos al revés y así despistaba a los chilenos.

Luego de la guerra

El presidente Cáceres y su gabinete ministerial. De izquierda a derecha, se ve a los ministros Adolfo Villagarcía (Justicia), Aurelio Denegri (Pdte. de Consejos de ministros y Ministro de Gobierno), un personaje no identificado, el presidente Cáceres, Ántero Aspíllaga (Hacienda), Isaac Alzamora (RR.EE.), otro personaje no identificado, y Elías Mujica (Guerra y Marina). Año 1888. (Archivo Courret - BNP)
El presidente Cáceres y su gabinete ministerial. De izquierda a derecha, se ve a los ministros Adolfo Villagarcía (Justicia), Aurelio Denegri (Pdte. de Consejos de ministros y Ministro de Gobierno), un personaje no identificado, el presidente Cáceres, Ántero Aspíllaga (Hacienda), Isaac Alzamora (RR.EE.), otro personaje no identificado, y Elías Mujica (Guerra y Marina). Año 1888. (Archivo Courret - BNP)

Una vez culminada la conflagración, con derrota peruana, a Cáceres no le quedó más que aceptar el Tratado de Ancón pero no hizo lo mismo con el gobierno de Miguel Iglesias, por lo que organizó una guerra civil. Tanta fue la presión ejercida que tuvo que renunciar.

Poco después se organizaron unas elecciones en las que el caudillo militar resultó ganador con el partido Constitucional.

Durante su gobierno, se dio inicio a lo que se conoce como la gran reconstrucción nacional, en la que el Perú comienza su resurgimiento económico, político y social.

Entre los hechos más resaltantes de su mandato resaltan:

· La firma del Contrato Grace con los tenedores de bonos de la deuda externa del Perú. A cambio se entregan en concesión ferrocarriles, guano, territorios en la selva, etc.

· Se cambian los billetes fiscales por la moneda metálica (sol de plata).

· Se crear las Juntas Departamentales (1886), para descentralizar la recaudación de impuestos y usa r ese mismo dinero en beneficio de los mismos pueblos que tributaban.

· Se crearon escuelas y talleres artesanales.

· Se eliminó el Tribunal del Consulado de Lima (1887) y se creó la Cámara de Comercio de Lima (1888).

· Se fundó la Sociedad Geográfica de Lima (1888).

· El centro de Lima tuvo alumbrado eléctrico por primera vez gracias a la Empresa Peruvian Electric Construction and Supply Company. (1866)

· Dos años después se inauguró el servicio de telefonía. Aquellos primeros abonados eran de Lima, Callao, Miraflores, Barranco y Chorrillos.

· Se fundó el Banco Italiano (1888), hoy es el Banco de Crédito del Perú.

· Se reabrió la Escuela Militar (1889).

· Las primeras bicicletas llegaron al país (1889).

· Se dio un gran impulso a la industria del tejido al fundarse la Fábrica Nacional de Tejidos Santa Catalina, en la avenida Grau (1889).

· Se inauguró la London Pacific Petroleum, en Talara.

· Se repatrian los restos de los héroes de la guerra del Pacífico (1890).

Quería repetir

La tumba de Andrés Avelino Cáceres en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro. (Murillo fotográfico)
La tumba de Andrés Avelino Cáceres en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro. (Murillo fotográfico)

Para 1894, Cáceres postuló y ganó la presidencia una vez más. Pero esta vez el pueblo ya no estaba con él debido a que el gobierno saliente y aliado de él, hizo todo lo posible para allanarle el camino a su retorno. Algo que el pueblo no vio con buenos ojos.

Es así que a pesar de ganar las elecciones se dio una nueva guerra civil entre el gobierno de Cáceres y la oposición liderada por Nicolás de Piérola.

Luego de ver que su popularidad estaba por los suelos, el exhéroe de guerra renunció y se fue del país. Más concretamente a Buenos Aires, Argentina.

Pasada la marea, regresa al país en 1899 para afincarse entre Tacna y Arica. Más adelante se desempeñó como ministro plenipotenciario en Italia (1905-1909) y Alemania (1911-1914). También ayudó a llegar a Augusto B. Leguía en 1919, dando inicio al famoso oncenio.

Ese mismo año, recibió el grado de Mariscal del Perú como reconocimiento por su valentía y conducción de sus tropas durante la guerra del Pacífico.

Retirado ya en Ancón, Andrés Avelino Cáceres murió el 10 de octubre de 1923 con 86 años de edad. Ese día se declaró duelo nacional. Y su memoria siempre quedará en el recuerdo de todos los peruanos por su arrojo y astucia en las horas más aciagas de nuestra nación.

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