La alerta de Miguel Grau que el Congreso de 1877 ignoró y que pudo cambiar el curso de la Guerra del Pacífico

El Archivo General de la Nación expuso algunos documentos de gran valor para la historia del Perú que pone al descubierto el trabajo del Caballero de los Mares.

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Grau tuvo una importante participación
Grau tuvo una importante participación en la Guerra del Pacífico estando al mando del monitor Huáscar.

El 8 de octubre es una fecha notable en la historia de nuestro país en la que se celebra el Aniversario Marina de Guerra del Perú, tiempo idóneo para recordar a uno de los personajes heroicos que marcaron el curso de esta nación, Miguel María Grau Seminario, almirante que fue nombrado como el Caballero de los Mares.

Gracias a la labor del Archivo General de la Nación, se dio a conocer algunos documentos inéditos sobre la vida de este héroe nacional. El jefe institucional, Ricardo Moreau Heredia, destacó la valentía del peruano, así como los hitos para entender el trabajo que asumió el comandante del monitor Huáscar.

Su ingreso a las Fuerzas Armadas

En diálogo con Canal N, Moreau enseñó unos archivos suscritos por el expresidente del Perú, José Rufino Echenique, en el que admite a Miguel Grau en la armada nacional en 1854, cuando tenía tan solo 20 años y lo incorporan en la Guarda Marina, cargo con el que se iniciaba la carrera militar.

Nueve años más tarde de recibir ese cargo, fue ascendido al grado de teniendo segundo.

Para el año 1875 es elegido como diputado por Paita -una de las ocho provincias que integran el departamento de Piura- además de ser miembro del Partido Republicano. En 1877 -dos años antes del Combate de Angamos- lo designan como Comandante General. Al obtener este puesto, el héroe nacional realizó un diagnóstico situacional del estado de la armada peruana para conocer cuál es la defensa del país ante un ataque.

El Congreso ignora las recomendaciones de Miguel Grau

El profesional que resguarda esta documentación, describe que el marino peruano no se quedó de brazos cruzados al conocer el grave estado del equipo armamentista que tenían disponible. Este valioso reporte fue enviado al Congreso de 1877, compuesto por el Presidente del Senado, el Doctor Francisco Rosas Balcázar, y el Presidente de la Cámara de Diputados, Ignacio de Osma y Ramírez de Arellano; según se expone en el archivo digital del Parlamento.

“Hace un informe lapidario respecto a las malas condiciones en que se encontraba nuestra armada antes de afrontar una posible guerra con Chile. Este documento es elevado al Congreso de la República. Lamentablemente las autoridades gubernamentales, no oyeron este informe, ni tomaron en cuenta sus recomendaciones de equipamiento urgente”.

De ser tomado en consideración este valioso documento, posiblemente las Fuerzas Armadas del Perú hubieran tenido otra defensa en el combate naval del 8 de octubre de 1879, uno de los eventos bélicos que formó parte de la Guerra del Pacífico, enfrentamiento que duró hasta el año 1883.

Sabía el destino que le esperaba

Moreau ofrece una hipótesis para entender una de las acciones de Miguel Grau. El mismo año que hizo la evaluación sobre el valor de armamentos habilitados, y quizás imaginando el trágico escenario al que se enfrentaría, él regularizó los registros de sus cuatro hijos -Carlos, Rafael, Victoria y Elena, en unas actas con la finalidad de, ante la declaración de su muerte, sus herederos no queden desamparados y se respeten los derechos que les corresponden. “Seguramente también lo hizo con las propiedades, sabiendo que no iba a volver”, sentenció.

La despedida de un héroe nacional

Durante cinco meses defendió el monitor Huáscar que no tenía el mismo refuerzo que el chileno, por lo que cada impacto era un daño que no podía ser controlado. De manera heroica llegó el fin de su vida en el Combate de Angamos de 1879 tras enfrentar a las fuerzas superiores.

Un petitorio del ministro de Justicia para que se realicen los oficios fúnebres en honor a Grau y demás tripulantes del Huáscar.

El eterno diputado en el Congreso

Un documento que conserva el Archivo General de la Nación describe un anuncio oficial de la Mesa Directiva del Senado, emitido en el año 1833, para que la curul del Caballero de los Mares siempre esté presente en el hemiciclo.

Este elemento valioso se ubicó de la zona ocupada por la presidencia, teniendo como medida obligatoria a cumplir que nadie la ocupe.

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