El lunes pasado apareció una pinta con contenido racista en la calle Domeyer. “No negros en Barranco”, decía la inscripción. En una rápida acción, un grupo de vecinos y artistas taparon la frase con pintura y pusieron mensajes en contra de la discriminación.
Pese a que ellos no tomaron acción con las pintas, la Municipalidad del distrito se pronunció este martes rechazando todo acto de discriminación en su jurisdicción. “El Perú es un país rico en diversidad cultural y en Barranco lo promovemos a través de la música, la cultura, el arte y su gente”, escribieron en sus redes sociales. Aseguran que se encuentran investigando este hecho y adelantaron que habrá sanción a los responsables.
Este martes, en redes sociales, también apareció un video que daba cuenta de una indignante agresión de una mujer mayor a una familia afroperuana en un bus de transporte público. El hecho ocurrió ante la mirada sin reacción de los presentes.
Dos hechos que preocupan en una ciudad que parece no condenar estas manifestaciones de odio. ¿Lima se está volviendo más intolerante? Para Ana Lucía Mosquera Rosado, comunicadora y especialista en temas de diversidades y no discriminación, la capital siempre ha sido una ciudad naturalmente discirminadora. “Lo que creo es que ahora hay mucho más espacios para manifestar estos discursos de odio de manera abierta”.
Para la experta hay una conexión entre los carteles del colectivo ‘Con mis hijos no te metas’ que se muestran en las principales arterias, con el incidente del camión con un mensaje contra la igualdad de género en el Congreso, lo ocurrido en un bus contra una familia afroperuana, y estas pintas en Barranco.
“Pensamos que no tiene relación, pero tiene mucha relación, porque básicamente estamos viendo de manera real una validación de los discursos de odio y una demostración muy directa de estos discursos a través de frases, pancartas y pintas, cosas que no habíamos visto antes, o habíamos visto con menor periodicidad”, explicó Mosquera.
Asimismo, cree que al tener un virtual alcalde de Lima como Rafael López Aliaga, que representa a un partido que por mucho tiempo ha validado estos discursos y ha apoyado públicamente a colectivos que promueven la intolerancia y el odio, las personas que piensan igual se sienten de algún modo validadas.
Todo esto pasa mientras el virtual alcalde no ha deslindado de estos discursos de odio. Por ejemplo, recuerda la especialista que en el debate municipal se le preguntó a López Aliaga qué opinaba sobre la discriminación y dio una respuesta que no tenía nada que ver. “Hay una falta de visión sobre esto. En su plan de trabajo tampoco hay nada que hable sobre la lucha frontal contra la discriminación y eso es bastante preocupante”, refiere.
Mosquera sostiene que si bien una autoridad puede tener una manera de pensar con posturas religiosas o factores que la influencian, debe entender que gerencia para toda una ciudad, no solo para los que piensan como él o ella. Precisa que debe tener como principio fundamental el respeto a la diversidad y a la no discriminación, independientemente de cuál sea su manera de pensar.
Por otro lado, afirma que debe haber una respuesta firme unificada ante estos hechos, para garantizar que la ciudad sea una ciudad amable con todo el mundo, algo que no está en discusión con la visión personal que tiene el alcalde.
Reflexión más amplia
Para la experta, lo que tiene que hacer la ciudadanía es no restarle peso a estas acciones. “A lo largo de estas semanas hemos visto discursos que dicen que el racismo no existe, que las personas que denuncian discriminación intentan victimizarse, o autoflagelarse. Esas son declaraciones desafortunadas, porque le restan peso a la acción de la persona que discrimina y se lo colocan a la persona discriminada. Básicamente, estás diciendo que si ves discriminación o racismo es tu culpa”, apunta.
Cree que reacciones de esta naturaleza no nos permiten avanzar, porque no nos ayudan a ver realmente en qué estamos fallando como sociedad y no nos ayuda a reconocer un problema para buscarle una solución.
Finalmente, puntualiza que este tipo de acciones debería generar una reflexión mucho más amplia, “sobre la naturaleza de nuestra sociedad que es abiertamente racista, intolerante y que ahora se manifiesta de manera mucho más explícita”.
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