La crisis institucional del Perú y los constantes enfrentamientos entre Ejecutivo y Legislativo ha generado que la imagen a nivel internacional se vea perjudicada. El medio especializado The Economist le dedicó un artículo a esta problemática, donde hace referencia a la volatilidad política del país como un sello del gobierno de Pedro Castillo.
“En solo 14 meses en el cargo, Castillo ha logrado pasar por 72 ministros. El último, designado el 23 de septiembre, fue su cuarto ministro de Defensa este año. Cinco de sus designados fueron censurados por el Congreso. Muchos otros no estaban calificados o estaban involucrados en escándalos que iban desde denuncias de corrupción hasta golpes a las esposas. Lo más preocupante es que el presidente despidió a algunos aparentemente porque intentaron hacer su trabajo. Eso se aplica a un par de ministros del Interior”, precisa la publicación.
En el artículo, también califican a Castillo como “un presidente accidental sin experiencia política” y “sin aptitud para el trabajo”. Recuerdan que su elección se dio porque muchos peruanos no se atrevieron a votar por su contrincante, Keiko Fujimori, a quien llaman “una conservadora acusada de corrupción (lo que ella niega)”.
Y pese a que el mandatario llegó como un maestro de escuela rural y activista sindical que prometía representar a los peruanos pobres, señalan que en el cargo no ha logrado casi nada. También precisan que en el núcleo de su gobierno hay familiares y asociados de su lugar natal Chota. En esa línea, recuerdan las seis investigaciones que ha abierto la Fiscalía contra el presidente y su familia, tres de ellas relativas a contratos públicos. La publicación señala que si bien él niega haber actuado mal, “una hija está detenida y un sobrino está prófugo”.
Sin embargo, para The Economist, la enfermedad que sufre la política peruana va más allá del Ejecutivo. Refieren que el Congreso de la República ya lleva dos intentos fallidos de vacancia presidencial, al tener un bloque de más de 40 parlamentarios que pertenecen a “partidos nominalmente de izquierda”.
Además, en la publicación se describe que “algunos conservadores están felices de tener a un gobierno débil que comparte su interés en desmantelar la regulación de las universidades privadas y las empresas informales de transporte, o en oponerse al feminismo”. Y señalan que muchos de los legisladores temen que la destitución de Castillo desencadene una demanda pública de nuevas Elecciones generales, lo que los dejaría fuera de carrera.
El medio entrevistó al politólogo Alberto Vergara, quien señala que algunos congresistas buscan mantener un salario que de otro modo no ganarían, mientras que otros buscan obtener sobornos o colocar personas en ministerios.
El artículo hace referencia a la nueva moción que promueve el parlamentario no agrupado Edward Málaga para una vacancia de Castillo, para la que se necesitan 87 votos. Aunque explican que muchos dudan de que lo consiga.
Partidos débiles
The Economist indica que la degradación de la política peruana es extrema. Y pone como ejemplo a Alberto Fujimori, padre de Keiko, quien gobernó como autócrata en la década de 1990, y se propuso debilitar a los partidos políticos.
“La sociedad se ha vuelto menos organizada en un país donde más del 70% de los trabajadores laboran en la economía informal y menos del 5% están en sindicatos”, apuntan. Al respecto, Vergara señala: “Ahora no solo faltan partidos, sino también políticos”.
El medio señala que la crisis peruana ha generado que en los últimos cinco años haya cuatro presidentes y tres Congresos. Añaden que este escenario podría ser ideal para un candidato como Antauro Humala, a quien describen como un ex oficial del Ejército con puntos de vista fascistas.
El artículo finaliza afirmando que la inestabilidad de Perú es sorprendentemente estable. “Algunos analistas están empezando a pensar que, de manera improbable, Castillo puede terminar su mandato de cinco años. Pero la incertidumbre está recortando la inversión y el crecimiento económico. El gobierno errático está socavando la eficacia de la administración. El señor Málaga tiene razón en que el presidente está dañando al país. El problema es que eliminarlo no terminará necesariamente con el daño o la volatilidad”, precisan.
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