Vivir en un país inclusivo significa destruir aquellos muros que dividan a las personas y revalorando los esfuerzos que se han hecho a lo largo del tiempo para facilitar las comunicaciones. En nuestro país, la lengua de señas peruanas (LSP) es una herramienta construida por la comunidad sorda en el Perú a favor de la educación.
Si hablamos de los referentes en el movimiento de esta enseñanza con las manos, uno de los nombres que se resalta es el de Fray Pedro Ponce de León, de la orden benedictina y considerado un personaje principal a favor de estas comunidades con dificultades para oír y hablar.
Una labor constante, no un hecho milagroso
Sobre la vida del religioso, se conoce poco de su biografía de sus primeros años de vida. Gracias a los archivos históricos, tomó el hábito benedictino en noviembre de 1526. Los conflictos sociopolíticos que aparecieron en aquella época causaron que sea desterrado, llegando al Monasterio burgalés de San Salvador de Oña. Recibió algunos títulos, siendo uno de ellos el de visitar de hospitales.
Un acto de rebeldía
Siguiendo su instinto y compasión, este personaje se enfrento a una sentencia que declaraba a los sordos de nacimiento como “personas imposibilitadas” para hablar e incluso expresar sus ideas, según explica la Real Academia de la Historia. Un caso cercano a él fue la de presenciar una injusticia, en la que un noble no pudo convertirse en sacerdote a causa de su sordomudez. Ponce se comprometió con instruirlo, dedicándose a enseñarle a hablar y escribir.
Un caso de éxito
Esta primera labor llamó la atención de los condestables de Castilla, provenientes de una familia conformada por algunas personas mudas. Otro caso que llegó al Fray fue el de los hijos de Juan Sánchez de Tovar, marqués de Berlanga, quien tenía a dos hijos incapaces de heredar porque no podían hablar. El hombre religioso los recibió en Oña para ayudarlos y educarlos.
El método de Fray Pedro Ponce de León
El plan que puso en marcha causó un revuelto en la Corte porque podría tener consecuencias jurídicas, pero, ¿por qué? El factor principal es que aparecerían más personas aptas para heredar, ya que no se considerarían incapacitados. La popularidad de las acciones del Fray dio como resultado que Lasso, licenciado en Derecho escribiera un Tratado legal sobre los mudos. El mismo profesional fue testigo de los resultados favorables, ya que evidenció como unos niños podían comunicarse, y hasta confesarse, sin ningún impedimento.
Otros miembros de órdenes religiosas dejaron por escrito el trabajo dedicado de su compañero. “... Se les habla por señas y se les escribe, y ellos responden luego de palabra, y también escriben muy concertadamente una carta y cualquier cosa”.
“Enseña a hablar a los mudos por verdadera filosofía, la posibilidad y las razones que hay para ello, y lo dejaron bien probado en un libro que de ello tiene escrito”, precisó el padre Castañiza, testigo ocular.
La responsabilidad que adoptó Pedro por la enseñanza se ve reflejado en un pasaje de su vida, donde tuvo que aprender por su cuenta sobre los temas de su interés y que le permitieran ayudar a los demás. El método que estructuró fue el de dividir el proceso en pasos: primero a escribir, luego indicándoles con el dedo las cosas a las que hacían referencia. No se sabe más sobre los refuerzos y capacitaciones, ya que el manuscrito escrito por Lasso se perdió, o eso se cree.
El estar involucrado en las minorías de aquella época, el caso de Fray Pedro Ponce de León fue un gran inicio para ofrecer soluciones a la comunidad sorda que por mucho tiempo fue marginada, teniendo como finalidad ser reconocidos y que respeten sus derechos.
La situación en Perú
La Comisión de Inclusión Social y Personas con Discapacidad para el periodo 2021-2022, contó con el aporte de Margarita Cabrera Guerrero, presidenta de la Asociación de Padres y Amigos de los Sordos del Perú (APAS PERÚ), señaló que “en el país, según el último censo, existen más de 532 000 personas sordas, la mayoría de estas personas han sido atendidas desde la visión médica rehabilitadora”.
Precisó que, a pesar de que en el país existe la ley 29935, “los padres ignoran la lengua de señas” y envían a los niños a escuelas para no sordos. Al tener solo el idioma visual gestual, no lograrían aprender adecuadamente porque “los profesores no están preparados para esta educación”.
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