“Habéis realizado una obra terrible, pero una obra de justicia”, fueron las palabras del primer presidente civil de la historia del Perú, Manuel Pardo y Lavalle, mientras se dirigía a la población.
¿A qué obra terrible se refería Pardo? Se trataba nada más y nada menos que al asesinato de tres hermanos militares, los cuales fueron asesinados de la manera más macabra posible, ellos son conocidos en la historia peruana como los hermanos Gutiérrez.
En el valle de Majes, en Arequipa nacieron cuatro hermanos, Tomás, Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez. Siendo grandes en edad, decidieron unirse a la fuerza militar peruana.
Tomás, el mayor de los tres, fue quien rápidamente ganó mayor notoriedad, debido a que participó en la revolución de Ramón Castilla y la batalla de La Palma, siendo ascendido a teniente coronel. Acompañó a varios gobiernos en los cuales desarrollaba roles importantes, ganando así popularidad entre varios militares que no dudaron en seguirlo.
Fue nombrado coronel por sus proezas, pero cuando quisieron ascenderlo a general, la ley no se aceptó. Aun así, Tomás y sus demás hermanos, seguían apoyando al gobierno del presidente Balta, quien también era militar.
Para 1972 fue nombrado ministro de Guerra y Marina, hecho que desencadenaría la preocupación de un joven Partido Civil, que poco tiempo después ganó las elecciones presidenciales ese año.
Según el historiador peruano, Jorge Basadre, la forma de ser de los hermanos era bastante peculiar y él los describe de la siguiente manera en su libro Historia de la República del Perú 1822 – 1933.
“Tomás era corpulento y tenía fama de brusco, impetuoso, altivo, ignorante y resuelto; Marceliano distinguíase por ser todavía más atleta, más brusco y más ignorante, con un defecto en el ojo derecho, por el cual se le llamaba el tuerto, y con una voz poderosísima y una presentación imponente, que atraían al público en los días de maniobras de tropas. Silvestre, más delgado y blanco, de cabello crespo, poseía más inteligencia e ilustración, pero creíasele duro y siniestro. Marcelino, en cambio, se distinguía por un carácter apacible”, describe Basadre en su libro.
El investigador en historia militar Juan Carlos Florez en entrevista para Infobae menciona que la descripción que Jorge Basadre le otorga a estos hermanos no sería del todo correcta.
“Basadre dice que eran ignorantes, pero no lo eran. Lo que sí, es que eran toscos, rudos, patanes, necios, solo que, ignorantes, era la forma más elegante de describirlos en aquel entonces”.
La conmoción por parte de los partidarios puso en alerta a los hermanos Gutiérrez, quienes además se enteraron de que, sus beneficios como militares desaparecerían una vez que el presidente electo, Manuel Pardo y Lavalle, tome el sillón presidencial.
“A los hermanos Gutiérrez les habían llegado noticias de que Pardo iba a quitarle poder al ejército y así fue más adelante”, sostiene Florez.
Pero a estos hermanos militares de carácter rudo en su mayoría, se les ocurrió orquestar un golpe de Estado. El aún presidente Balta era la pieza fundamental y Tomás se lo comentó. La idea le resultó atractiva en un inicio, pero luego la historia tuvo un giro distinto.
“Cuando Pardo fue electo había temor y al poco tiempo de tomar el mandato, este le propone a Balta que haga un golpe de Estado para que prolongue su mandato. El todavía presidente se siente atraído, pero luego de conversar con su hermano y Henry Meiggs, el empresario de los ferrocarriles en Perú, decide no hacerlo y le avisa a Tomás el 22 de julio”, dice Juan Carlos Florez.
Sin embargo, lejos de que esto quede ahí, los hermanos Gutiérrez emprenden un camino que terminaría acabando con sus propias vidas.
Al recibir el “no” de Balta, Tomás y Silvestre deciden iniciar un golpe de Estado, pero esto significaba traicionar a quien alguna vez juraron lealtad.
Los cuatro hermanos se organizaron, estudiaron qué personajes los apoyaban y ejecutaron el plan.
Eran las dos de la tarde del 22 de julio de 1872 y el plan entró en marcha. Silvestre entra a Palacio de Gobierno junto a su tropa y apresó a José Balta, quien no pudo hacer nada al darse cuenta el gran resguardo que tenían los Gutiérrez.
Al mismo tiempo, en la Plaza de Armas de Lima, estaba Marceliano con el batallón ‘Zepita’ y proclamó Jefe Supremo de la República a Tomás Gutiérrez. El hermano militar de Balta y su pelotón fue reducido por la milicia que apoyaba a los arequipeños.
El presidente secuestrado fue llevado al cuartel de San Francisco, mientras un nuevo presidente se erigía de manera autónoma, dejando de lado la elección popular.
El Congreso no estuvo de acuerdo con dicha elección, por lo que, los militares ingresaron y los sacaron bajo amenazas de uso de armas.
Era evidente que el presidente electo, Manuel Pardo y Lavalle, corría riesgo de muerte, por ello, Melitón Carvajal, un marino peruano, decidió trasladar a Pardo hacia Pisco en uno de los primeros buques blindados de la Marina de Guerra del Perú, la fragata de la Independencia.
“[…] El inaudito abuso de fuerza con que el día de ayer ha sido escandalizada la capital de la república, debía encontrar como en efecto ha sucedido el rechazo más completo de parte de los jefes y oficiales de la Armada que escriben […]”, fue la respuesta que dieron Miguel Grau, Aurelio García y García, entre otros grandes marinos como respuesta a la solicitud de subordinación de Tomás Gutiérrez.
Las personas no estaban de acuerdo con lo ocurrido y comenzaron a tomar las calles para manifestarse en contra.
Así pasaron cuatro días, las personas se mostraban hostiles, pero los Gutiérrez seguían en el poder.
En palacio se escuchó de una revuelta en el Callao en contra de los hermanos militares. Silvestre fue el encargado de ir para poner orden y así lo hizo, aunque con dificultad.
Al regresar a Lima para contarle a su hermano Tomás cuál era la situación en el Callao, se preparaba un desenlace lleno de sangre que él no había tomado en cuenta.
Inició el día 26 de julio comentándole a su hermano lo que había sucedido, y luego, él tenía que regresar a su lugar de operación.
Silvestre toma el tranvía para llegar al Callao y se arma una trifulca donde las personas comienzan a gritar que ¡viva Manuel Pardo! Estos no solo eran civiles, sino también algunos militares encubiertos. No había duda alguna, Silvestre había sido descubierto. Los ánimos comenzaron a turbarse y empezó el tiroteo, el resultado fue un herido civil y la muerte de Silvestre. Las personas llenas de ira lo despojaron de todas sus pertenencias, dejando el cadáver tirado en la calle, pero una persona lo trasladó hasta la Iglesia de los Huérfanos, hoy conocida como Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, para que finalmente descanse.
“Marceliano an (sic) muerto a Silvestre. Asegúrate”, decía la carta que Tomás envió a su hermano Marceliano, quien custodiaba el cuartel donde se encontraba Balta. Este no dudó en ir con parte de su ejército al Callao para repeler a la población.
Balta, quien era sordo de un oído, había terminado de almorzar y se echó en su lecho. Este no sabía nada sobre lo que había pasado y comenzó a dormir, hasta que de pronto el mayor Narciso Nájar, el capitán Laureano Espinoza y el teniente Juan Patiño lo llamaron por su nombre, pero Balta no respondió. Sin mayor razón iniciaron los disparos a quemarropa, quitándole la vida a José Balta.
No se sabe exactamente quién dio la orden para que Balta muera, pues se dice que Marceliano preparaba un buque y una bolsa de dinero para que el expresidente esté a buen recaudo. Existen los que manifiestan que su forma alterada de ser había hecho que cambie de opinión y este dé la orden de muerte como venganza a su hermano, ya que se corría el rumor que un hijo de Balta había matado a Silvestre Gutiérrez.
Otros indican que en realidad Narciso Nájar aprovechó la ausencia de Marceliano para cobrar venganza por la pena de flagelación que había sufrido cuando era subordinado de Balta.
El hecho concreto es que la población estaba más enardecida que nunca al saber que Balta había muerto. Tomás no tuvo otra opción escapar de palacio e ir al cuartel donde estaba su hermano Marcelino, pero esto no detuvo a las personas.
Tomás salió a sofocar a la turba con parte de su tropa y decide huir, Marcelino hace lo mismo y encuentra refugio en la casa de un amigo.
Con el rostro cubierto y un sombrero en la cabeza, Tomás intentaba pasar como incógnito e inclusive gritaba “Viva Pardo”, mientras huía por Jirón de la Unión, pero su suerte ya estaba marcada.
Tropieza con unos militares que lo reconocen inmediatamente y lo apresan. Una furiosa población se va encima de ellos, haciendo que los militares lo trasladen hacia una botica y cierren las puertas para evitar una masacre.
Los ciudadanos no entendían de razón, la ira era incontrolable y casi infernal. Rompieron las puertas y al encontrar a Tomás en una tina, lo mataron con un disparo. Rápidamente, lo desvistieron y con un sable cortaron su pecho simulando una banda presidencial.
“¿Quieres banda? Toma banda”, fueron las palabras que expresó la muchedumbre descontrolada.
No contentos con la muerte del militar, trasladaron el cadáver hacia la plaza de Armas y lo colocaron en un farol. Mientras arrastraban al fallecido Tomás, las personas le clavaban armas punzocortantes. Asimismo, buscaron el cuerpo sin vida de Silvestre y también lo colgaron en otro de los faroles.
Una imagen de terror, nunca antes vista. Así permaneció hasta el día siguiente, y la imagen se volvió más terrorífica al cortar las cuerdas que los sostenían. Los cuerpos inertes cayeron 20 metros abajo y se estrellaron, terminando totalmente irreconocibles.
Marceliano no se salvó. Cuando intentaba repeler a las personas en el Callao, justo antes de detonar un cañón, le dispararon en el estómago, dejándolo sin vida. Lo enterraron en el cementerio Baquíjano, pero al día siguiente exhumaron su cuerpo y lo trasladaron a la plaza de Armas, donde ya se había creado una hoguera para quemar a los tres hermanos fallecidos.
Al día siguiente, el 28 de julio, el Perú celebró sus Fiestas Patrias.
Marcelino, el hermano que Basadre describe como el más apacible, sobrevivió y huyó al Callao. Finalmente, fue capturado y se le dio un juicio y luego de ocho meses fue liberado. Regresó a su natal Majes, y ocho años después fue convocado por el entonces presidente, Nicolás de Piérola para enfrentar la Guerra del Pacífico.
Falleció en 1904 a causa de un ataque al corazón.
Finalmente, Manuel Pardo y Lavalle, retorna a Lima y da sus primeras palabras como presidente electo.
“¡Pueblo de Lima! Habéis realizado una obra terrible, pero una obra de justicia. Aquellos tres cadáveres que se ostentan ante nuestra Metropolitana envuelven una tremenda lección que no olvidaré jamás”.
DATO: Este 2022 se cumplen 150 años de la atroz muerte de los hermanos Gutiérrez en Perú.
Esa fue probablemente la última vez que se dio un hecho similar en la capital del Perú.
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