Este domingo 25 de septiembre se cumple un año más del fallecimiento de Andrés de Santa Cruz, quien nació el 5 de diciembre de 1792 en La Paz y fue hijo del huamanguino José de Santa Cruz y Villavicencio -coronel de milicias reales y gobernador de Mojos y Chiquitos- y de Juana Basilia Calahumana y Salazar, cacica de Huarina. El militar y político peruano-boliviano tiene reservadas algunas de las páginas más memorables de la historia de Perú y Bolivia.
“Santa Cruz era un hombre muy pragmático y versado en temas de economía. Además sabía cómo trabajar con la gente. Por ejemplo, cuando Bolívar fue a Bolivia quiso reformar el tributo, hacer un censo. Y los indios estuvieron a punto de rebelarse en contra de ellos. Santa Cruz dijo que esa no era una buena idea. Pensó que si había que gobernar a los indios, debía negociarse con ellos. Él fue un francófilo, un admirador de Napoléon, estableció códigos legales en Bolivia. Creó el Estado boliviano de dicho periodo”, describe Natalia Sobrevilla Perea, autora de “Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes”.
Fue incorporado por su padre, en calidad de alférez, al regimiento “Dragones de Apolobamba”, combatiendo en Guaqui el 20 de julio de 1811) bajo las órdenes del brigadier José Manuel de Goyeneche. Allí consiguió su ascenso a teniente y desde entonces empieza su vida militar y más tarde política.
Designado supremo protector de la Confederación Perú-Boliviana
Resultó elegido presidente de Bolivia el 31 de enero de 1829, cuando se desempeñaba como ministro plenipotenciario en Santiago de Chile. Juramentó el cargo cuatro meses después con la autorización del gobierno peruano, iniciando una etapa de desarrollo de la hacienda pública y de fomento a la educación. Así, en pocos años, convirtió a Bolivia en un país que que generaba gran admiración. A solicitud del general Luis José de Orbegoso, pasó al Perú para sofocar el levantamiento de Felipe Santiago Salaverry, a quien venció en la Batalla de Socabaya el 7 de febrero de 1836 e hizo fusilar.
En una reunión en Sicuani, la asamblea de los departamentos del sur: Cusco, Arequipa, Ayacucho y Puno, designó a Andrés de Santa Cruz como supremo protector del Estado Sur Peruano en marzo de 1836 y unos meses después hizo lo propio la asamblea de los departamentos del norte. El 16 de agosto de 1836 Andrés de Santa Cruz tomó posesión del mando supremo en Lima y el Congreso de Tacna lo designó supremo protector de la Confederación Perú-Boliviana, integrada por tres estados y que parecí una proyecto utópico, pues tenía enemigos muy poderosos, tanto dentro del Perú, como en Bolivia y Chile.
En su gestión, reorganizó la administración de justicia, creó la Legión de Honor, a imitación de la francesa. Además, puso en vigencia los códigos civil, penal y de procedimientos, de inspiración napoleónica, que ya regían en Bolivia. Por otro lado, destaca el medio Historia Peruana, que fomentó los cultivos de trigo y caña de azúcar, así como la exportación de lana de oveja y algodón. Aumentó notoriamente la explotación de la minería de oro, plata, cobre, azogue y salitre, y dictó un reglamento de comercio. La caja fiscal pagaba a sus acreedores, desapareció el déficit del presupuesto nacional, el billete fiscal subió al doble de su precio.
Entre las medidas de mayor beneficio se halló el establecimiento de la navegación directa a vapor desde el Perú a Europa. Esta prosperidad fue interrumpida por las campañas restauradoras, organizadas desde Chile, y que culminaron con la derrota de Santa Cruz en la Batalla de Yungay el 20 de enero de 1839. Se vio obligado a dimitir y salir al destierro. Estuvo un tiempo en Guayaquil y Quito, pero luego de un fallido intento de retorno fue confinado en Chillán, hasta que se dispuso su abandono del territorio americano. Se estableció en Francia, donde se desempeñó como ministro plenipotenciario de Bolivia hasta su muerte el 25 de septiembre de 1865.
SEGUIR LEYENDO