El universo fantástico de Tilsa Tsuchiya, la artista peruana que pintó el dolor y sus sueños

Su valioso aporte le permitió ser calificado como una mujer clave en la Historia del Arte en Perú, reflejando su vida en cada cuadro.

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Tilsa, inmortalizada en el billete de 200 soles, es considerada como una mujer clave de la Historia del Arte peruano.
Tilsa, inmortalizada en el billete de 200 soles, es considerada como una mujer clave de la Historia del Arte peruano.

La comunión de la mitología peruana y tradición japonesa que logró retratar con sus manos. Expuso su vida como parte del autodescubrimiento artístico en el que destacaba su herencia mixta. Tilsa Tsuchiya nació el 24 de noviembre de 1928 en el distrito de Supe, Lima. Fue hija del médico japonés Yoshigoro Tsuchiya y de María Luisa Castillo, proveniente de una familia de descendientes chinos.

Le elección de su nombre recayó en su madre, quien modificó el nombre de Tirzah, la hermana de Ben-Hur, protagonista del libro de Lewis Wallace. Tiempo más tarde se convertiría en lo distintivo de su marca personal junto con su arte mágico.

Al verse expuesta a un escenario de decisiones, demostró un interés en estudiar medicina, dedicarse a las labores de la casa. Entre sus opciones no destacó el arte, al tener una clara intención de estudiar piano. La visión de lo que quería ser cambió bruscamente cuando se topó con un cuadro del pintor Rembrandt, manifestando con ímpetu que seguiría sus pasos.

La hija ilustre de Bellas Artes

En 1947, antes de cumplir los 20 años, ingresó a la Escuela de Bellas Artes, siguiendo su vocación que identificó a temprana edad. Esta primera etapa se vio eclipsada por el dolor. Una cadena de eventos desafortunados acompañaron a la artista en formación. La enfermedad y muerte de su madre no fue el único capítulo de tristeza. A los pocos años de la pérdida, quedó huérfana, teniendo como único soporte emocional a su hermano Wilfredo.

“El dolor no se cuenta, se pinta”, es una de sus frases que marcaron los primeros momentos de su aura artística.

Se separó temporalmente de las aulas y el aprendizaje. En ese tiempo de sanación dio a luz a su primer hijo y para no perder la conexión con su pasión, abrió una vidriería y taller de enmarcado junto a su hermano, espacio que se encontraba en la avenida Petit Thouars. Entre la crianza y el negocio, se apoderaba de su tiempo libre para elaborar réplicas de cuadros de Van Gogh.

En 1954 la artista reingresó a Bellas Artes para sumergirse nuevamente en sus estudios. De acuerdo a una publicación de ENSABAP, fue aprendiz de los maestros Carlos Quízpez-Asín, de quien aprendió la rigurosidad formal de corte geométrica; y de Ricardo Grau, su guía en la disciplina y vocación por el trabajo plenamente pictórico.

Sus primeros trabajos exponían una composición única en la que relacionaba la fantasía, su propio universo mitológico inspirado en tradiciones, además de incluir la esencia de su identidad peruana y asiática. “Mi pintura es bien real. Es lo más realista que hay, los sueños son reales”, confesó en una oportunidad al poeta Juan Ramírez Ruiz.

Convirtiéndose en la artista peruana más destacada del siglo XX

Los 10 años de una apasionada formación, con altibajos emocionales y autodescubrimiento, le otorgaron el Segundo Premio del Salón Municipal en 1957. Dos años más tarde fue condecorada con la Medalla de Oro, además de un Premio Especial por obtener la nota más alta de su promoción.

El Mito del Guerrero Rojo de Tilsa Tsuchiya. (ENSABAP)
El Mito del Guerrero Rojo de Tilsa Tsuchiya. (ENSABAP)

La integrante de la Promoción de Oro, como se conoce a este grupo de artistas graduados en 1959, inauguró su primera exposición individual en el Instituto de Arte Contemporáneo en 1959.

Su universo lo construyó con una verdadera iconografía, en la que se logra apreciar un mundo místico, en el que convive lo erótico, sublime y la liberación.

“Siempre nos quedará París”

La galardonada Tilsa Tsuchiya se abrió un nuevo camino al llegar a la ciudad del amor, y uno de los epicentros del arte antiguo y contemporáneo. Durante su estadía en París siguió absorbiendo los conocimientos para seguir perfeccionándose. Fue parte del L’école des Beaux-Arts y La Sorbona.

Se casó en Europa, donde agrandó su familia, teniendo a su segundo hijo. Tras plantarse en ese continente, regresó a su tierra, quizás buscando reconectarse con sus raíces. Se instaló en el distrito de Breña, convirtiendo su casa en un taller en el que aprovechaba cada ingreso de luz para poder dibujar.

El Mito de los sueños de Tilsa Tsuchiya. (ENSABAP)
El Mito de los sueños de Tilsa Tsuchiya. (ENSABAP)

El cáncer le impidió continuar con sus proyectos. Falleció a los 55 años a causa de esta enfermedad. Alrededor de 200 obras llevan su nombre, siendo ventanas para conocer su vida y adentrarnos a la ola de emociones que enfrentó durante su juventud.

La periodista Verónica Ramírez relató que antes de morir, Tilsa devolvió unos libros a su amigo y poeta José Watanabe. Entre las páginas colocó un separador, en el que subrayó con lápiz: “Luego de haber visto la luna / dejo esta vida / con su bendición”.

La Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú le otorgó la Medalla de Honor Daniel Hernández, una máxima condecoración institucional a la trascendental artista, que tuvo un papel importante en la producción y contribución al arte nacional.

En 2021 se informó que la autora de El Mito del Guerrero Rojo formaría parte de la nueva colección de diseños del Banco Central de Reserva, apareciendo en el billete de 200 soles.

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