El mundo ha conocido cinco pandemias letales a lo largo de la historia de la humanidad. Los primeros registros nos trasladan a la Edad Antigua y los últimos nos regresan a la actualidad con el COVID-19. En esta última pandemia que ha enlutado a gran parte de la población, la luz de la esperanza era transmitida por el personal médico y científico, quienes con sus investigaciones iban mostrando avances para ir reduciendo la letalidad de esta enfermedad.
Dentro de todo el grupo de galenos, salieron a relucir los epidemiólogos, quienes brindaban recomendaciones a la población para cuidar su salud frente a la nueva cepa del coronavirus, y a su vez brindaban información sobre el comportamiento del virus.
En Perú cada 22 de setiembre se conmemora el Día del Epidemiólogo Peruano, con el fin de reconocer la indispensable labor de estos profesionales, quienes trabajan incesantemente en la prevención y tratamiento de todas las enfermedades epidemiológicas que hay en el país y de aquellas que podrían llegar.
El 22 de setiembre de 1977 se reconoció de manera oficial el Día del Epidemiólogo Peruano, bajo la resolución RM 000748-76-SA/DS, aunque la ley fue emitida el 30 de diciembre de 1976. Un personaje clave de la medicina en Perú fue el precursor de esta conmemoración. Se trata de Joaquín Roberto Cornejo Ubillús, quien fue un médico epidemiólogo destacado en el país.
Para entender un poco más sobre esta labor médica compleja, es necesario conocer un poco más del promotor de esta fecha.
Joaquín Cornejo Ubillús, nació en el año 1925 en la ciudad de Piura. Ya siendo joven, se inclinó por las ciencias médicas e ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde mostró excelencia académica y sobresaliente. Sin embargo, se trataron de años difíciles a nivel político, que finalmente también impactaban en la educación de los estudiantes de la época, pero eso no minimizó las ansias de Cornejo como alumno y mucho menos como dirigente del Centro de Estudiantes de Medicina. Más adelante se convertiría en miembro del Consejo de la Facultad de Medicina y del Consejo Universitario de la UNMSM.
Luego de una larga travesía como estudiante e integrante del consejo de medicina, culminó su carrera en 1952, recibiéndose como médico cirujano. Pero su intelecto no pasó desapercibido, pues su tesis fue considerada la mejor del año, haciéndolo acreedor del “Premio Camino”, otorgado por la Asociación Médica Daniel A. Carrión. El nombre de su tesis es “Aporte al conocimiento de la leishmaniasis tegumentaria en el Perú”.
Para el año siguiente, el aún joven galeno, ingresó a trabajar como médico asistente de una nueva división que había sido creada en 1951, esta se llamaba División de Enfermedades Transmisibles del MSPAS y su jefe era el Dr. Enrique Villalobos Carranza, a quien se le considera pionero de los servicios antimaláricos en el Perú.
Esta nueva división poseía siete departamentos, cumpliendo en cada lugar funciones específicas. Asimismo, se trataba de la primera vez en la historia del país, que los jefes de estos departamentos eran profesionales de la salud que conocían las funciones de la dirección asignada.
Las direcciones eran: Epidemiología, Inmunizaciones, Lucha contra los Vectores, Peste, Lepra, Venereología y Sanidad Internacional.
Cornejo Ubillús ingresó por concurso público a la división y trabajó dentro del departamento de Epidemiología, sin saber que su destino estaba marcado por completo con esta rama médica. Al cabo de poco tiempo fue ascendido a jefe de operaciones de campo. Fue así que entre 1953 y 1956 evaluó los resultados de control de las enfermedades transmisibles de estudios epidemiológicos, bacteriológicos y entomológicos, acerca de la malaria, la peste, la distribución del triatoma infestat, los efectos de los insecticidas, entre otros temas más.
Luego, se le asignó la desinfestación de los valles del país para controlar las enfermedades transmitidas por insectos. Al ver que se le indicaban solo ciertas zonas, Cornejo ideó cómo incrementar los alcances de la aplicación de normas nacionales, lo cual en ese momento solo le trajo sanciones por parte de sus jefes.
Su destacada labor hizo que la División de Enfermedades Transmisibles decida enviarlo fuera para sus estudios de posgrado, desarrollándolos en la Universidad de Chile. Aquí trabajó en el área de Infectología del Hospital Barrios Lucco de Santiago de Chile. Sin embargo, al cabo de un tiempo, la división que lo acogió en sus primeros pasos como profesional fue desactivada y fue reemplaza por el Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria (SNEM).
Tras este episodio, Cornejo Ubillús fue designado en varios cargos directivos, los cuales estaban ligados en su mayoría a la epidemiología y el control de enfermedades transmisibles. Fue parte del primer y tercer Congreso de la Sociedad Peruana de Salud Pública, donde dejó en claro la importancia para la salud del país, el estudiar campos distintos al de las enfermedades transmisibles y la revisión de la legislación para así superar las deficiencias que existían.
Al llegar el año 1969, el médico especializado en epidemiología renunció al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MPAS), hoy conocido como Ministerio de Salud (MINSA), ¿el motivo? La reducción del nivel político-administrativo para desarrollar estudios epidemiológicos.
Fue hasta mediados de 1975 que Cornejo brilló en el mundo como asesor y consultor en epidemiología. Países como Egipto, Sudán, Uruguay, España, entre otros, solicitaban al cotizado médico.
Con un nuevo gobierno en Perú, Joaquín Cornejo es contactado y se le ofrece ser el nuevo viceministro de Salud (ex Director Superior) y él aceptó. En este puesto desarrollaría actividades de gran relevancia, entre ellas la elaboración de los primeros lineamientos de política de población en la historia del Perú.
Fomentó el acercamiento entre altos funcionarios del sector con jefes del servicio hospitalario. Además, promovió la idea de no solo conocer la problemática sanitaria del país, sino también aplicar la ‘solucionática’ que correspondía, entre otras cosas más.
La iniciativa de establecer una fecha de conmemoración para los epidemiólogos provino de él, acordándose en el año 1976 y celebrándose por primera vez el 22 de setiembre de 1977.
Durante esos mismos años, también se dedicó a la docencia, compartiendo sus conocimientos con alumnos de su alma mater y también con alumnos de la Universidad Cayetano Heredia.
Con el paso de los años, y ya retirado oficialmente, no dudó en brindar asesoría ad-honorem a los funcionarios del Minsa.
Falleció a la edad de 92 años el 19 de diciembre del 2017, dejando una joya para la salud en el Perú que es su obra “Registro biográfico-vivencial (vivigrama) de la historia de salud pública: Perú 1956-1999: entrevistas” y un libro que se truncó tras su deceso, el cual lleva como título “Experiencias y reflexiones sobre la epidemiología nacional”.
El trabajo de un epidemiólogo es sustancial para un país, pues dedican gran parte de su vida a la investigación que se segmenta de forma general así: identificar la distribución y los casos de diversas enfermedades. Esto incluye saber, quiénes se enferman, dónde se enferman, cuándo se enferman y por qué se enferman, abarcando todas las enfermedades que existen.
Las funciones se extienden inclusive a la elaboración de vacunas y medicinas para obtener resultados eficaces a futuro.
Todo lo mencionado también ayuda a elaborar mecanismos de prevención hacia sobre enfermedades transmisibles, agudas prevalentes e inmunoprevenibles
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