Lima es una ciudad en la que no solo se han tejido, y todavía se tejen, las más increíbles historias de toda índole. Pero también hay de las que pocos hablan, por ser consideradas bajo lo que se conoce como paranormal, aunque no suelen ser más que relatos de excesiva imaginación o sugestión. Estas historias se han convertido en parte de la cultura popular. Incluso sin haber sido testigos de los acontecimientos, aun así, estos relatos pueden ponernos la piel de gallina.
Uno de los lugares predilectos en donde se pueden escuchar estos relatos casi como cosa cotidiana es Barranco. Este pequeño distrito es conocido por su vida bohemia y lo enigmático de sus pequeñas y coloridas calles. Y por algunos eventos que los rumores dicen que suelen ocurrir en la zona conocida como la Bajada de los baños.
Parecía una noche más
Por ejemplo, en este pintoresco punto de Lima que soportó la invasión de los chilenos en la guerra del Pacífico, hay una historia que más de un vecino barranquino asegura haber vivido. Se trata de una jovencita en etapa escolar que, aprovechando que estaba de vacaciones, decidió ganarse unas monedas trabajando en un restaurante de propiedad de un amigo de su abuelita.
El local se encuentra en la bajada que lleva camino a la playa, frente al emblemático Puente de los Suspiros. Todo iba normal hasta que una noche, su enamorado llegó a buscarla a la salida para acompañarla a casa. Esa acción era usual, pero esa vez todo sería diferente.
El muchacho entró a los tumbos al local, agitado y empapado de sudor. Preocupada por ver a su pareja en ese estado, le preguntó si había sido victima de un robo. Pues algunas veces, los malhechores se aprovechan de la oscuridad de la noche para realizar sus fechorías. Pero lo que escuchó la dejó pasmada.
¿Era un niño?
Mientras tomaba torpemente un vaso de agua que le había acercado previamente el dueño del restaurante el chico comenzó a relatar lo que le había sucedido. En una noche de verano más, cuando llegó la hora de ir a buscar a su amada. Pero al darse cuenta que todavía era temprano para pasar por ella, decidió caminar un poco más camino a la playa.
Más adelante, oyó unos ruidos como de otras personas que reían y hablaban. La curiosidad le ganó y continuó avanzando para ver de quién se trataba. Hasta que llegó al punto donde se dobla para pasar por el puente y sintió y escalofrío que le recorría el cuerpo. Pues no había nadie en el puente. Sin embargo, las risas y las voces altas seguían escuchando, pero ahora detrás de él.
En un principio solo se quedó mirando la profundidad del mar, pero el miedo ya lo invadía y optó por regresar corriendo por donde vino. Pero al voltear vio un ser de tamaño pequeño, como si fuera un niño de tres años. No tenía zapatos y sus manos y pies estaban totalmente arrugados. Al percatarse de la presencia del joven, el extraño ser trepó con rapidez a uno de los árboles y desapareció entre el follaje.
Y con las pocas fuerzas que aún le quedaban luego de tamaña impresión llegó al restaurante.
Más sorprendidos, si es que se podía, quedó la joven pareja al escuchar al dueño del establecimiento que él ya los había visto en más de una oportunidad. Decía que solían cuidar los locales de la zona cuando estaban cerrados y esto mantenía a alejados a los ladrones. Los enamorados no regresarían más por ese lugar.
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