Sarita Colonia, la ‘patrona del pobre’: su milagrosa vida y la misión de Dios para que sirva a los desposeídos

Se convirtió en una imagen de religiosidad popular que fue construida por el pueblo. Aunque no ha sido canonizada, su culto se ha extendido por todo el Perú.

Guardar
La huaracina, considerada 'la patrona
La huaracina, considerada 'la patrona del pobre', obtuvo el título de santa por parte de sus creyentes, sin ser canonizada oficialmente.

La historia contemporánea del Perú tiene uno de los personajes más fascinantes, y al mismo tiempo, misteriosos que logró conquistar al pueblo, sin que existan brechas de clase social, edad o género. Hablamos de Sarita Colonia, uno de los importantes factores que caracteriza a esta santa -título no oficial, que fue entregado por sus creyentes-.

En un humilde barrio de Belén, ubicado en Huaraz, nació Sara Colonia Zambrano el 1 de marzo de 1914. Su hogar fue sostenido por Doña Rosalía y Don Amadeo, quienes hacían hasta lo imposible para poder tener una calidad de vida que les permita desarrollarse como familia y darle a su pequeña todo lo que le permita desarrollarse en la sociedad.

Con el paso de los años, Sarita no solo se convirtió en hermana mayor de tres hermanos, también fue pieza fundamental en su crecimiento, ayudando a su madre en las labores diarias, considerando que no tenían los privilegios de otros peruanos y peruanas al vivir una condición humilde con escasos recursos.

Autor y compositor: Jorge Chávez Malaver y su grupo Maravilla.
Cuando la capital era considerada una cuna de oportunidades durante el gobierno de Leguía, los Colonia Zambrano decidieron migrar a Lima, siendo parte de esa primera ola de cambios que causó la movilización masiva de peruanos.

Tenían un maletín de sueños que deseaban cumplir, así como resolver problemas que los mantenían angustiados. Uno de ellos era la salud deteriorada de la matriarca, ya que sufría de los bronquios. Permanecieron por 2 o 3 años en el país, refugiándose en la religión.

La misteriosa vida de Sarita Colonia

La niña sabía que debía ser un apoyo para sus padres, y es así como se enrumba a buscar empleo, uno al que pudiera acceder con tan solo 10 años. Es así como inicia su vínculo con las casas limeñas, siendo empleada doméstica, vendedora, entre otras actividades populares que se le presentaran como oportunidades.

Historiadores y antropólogos, así como curiosos de su vida, se han topado con el problema que existe poca información sobre ella y su familia. Se conoce que no hay una partida de nacimiento o acta de bautizo.

Devotos rindiendo culto a Sarita
Devotos rindiendo culto a Sarita Colonia en el Callao. (Andina)
Tampoco se han hallado documentos que indiquen su nivel de estudios o si es que logró capacitarse en una escuela. Según la tradición oral relata, luego de establecerse en el histórico distrito de Barrios Altos, su padre la inscribió en el colegio Santa Teresa, gestionado por monjas francesas.

En un escrito, Hipólito Colonia, su hermano, precisó que, de no ser por la enfermedad de la madre y por el regreso a Huaraz, “nuestra venerada sierva de Dios hubiera sido una excelente monja de la orden teresiana”.

Un nuevo entorno

Al regresar a la ciudad ancashina, en el norte de Perú, la familia experimentó dolorosos acontecimientos, siendo el principal el fallecimiento de Doña Rosalía. Sarita se encargó del cuidado y crianza de sus hermanos, mientras que destinaba su tiempo en trabajos que le permitieran estar cerca a su hogar.

Restos de Sarita Colonia en
Restos de Sarita Colonia en el cementerio del Callao. (Andina)

Para mantener su promesa de protegerlos, toma la decisión de regresar a la capital donde gana experiencia como cuidadora de niños, vendedora de ropa y de pescado en el mercado central del Callao. Al poco tiempo, sus hermanos y padre se reunieron con ella. En este punto, Don Amadeo perdió a su nueva pareja y quedó a cargo de otros 6 hijos en total.

Una vida modo

El Puerto de la Ciudad de los Reyes fue el escenario donde Sarita Colonia pasó sus últimos días con vida, falleciendo el 20 de diciembre de 1940 a la corta edad de 25 años, en el hospital de Bellavista, que actualmente es conocido como Alcides Carrión. De acuerdo al acta de defunción, su muerte fue causada por paludismo pernicioso. Por los síntomas que se producen, ella sufrió de fiebres muy altas y delirios.

Mensaje de un devoto dedicado
Mensaje de un devoto dedicado a Sarita Colonia. (Andina)
Una versión cercana a sus familiares indica que la causa fue una sobredosis de aceite de ricino, que en aquellas épocas era usado como purgante. Otras explicaciones sostienen que perdió la vida a manos de sus patrones o en medio de un asalto. También se maneja la hipótesis de que intentó escapar de un abusador sexual y se lanzó al mar para no ser atacada.

La santa del pueblo

Al no contar con los recursos suficientes, sus restos fueron colocados en una fosa común del Camposanto Baquíjano del Callao. Don Amadeo colocó una cruz cerca al lugar, en la que indicaba que ahí descansaba su hija. Este espacio fue visitado por todas aquellas personas que la conocieron y que recibieron de ella una ayuda sincera, así como comida cuando más lo necesitaban.

Entre 1960 y 1970 se generó un culto hacia su persona y lo que representaba. Es así como se dio inicio a los primeros rituales religiosos en su honor, generando interés, y quizás curiosidad, en conocer más sobre ella y por qué representaba a ese sector olvidado y discriminado del Perú.

Ilustración de Sarita Colonia. (LUM)
Ilustración de Sarita Colonia. (LUM)

En 1999, se hace público un relato de su hermano, el cual detalla un acontecimiento extraordinario. Este cuenta que su hermana perdió el equilibrio mientras lavaba ropa en un río, siendo arrastrada hacia un molino.

Da a conocer que Sara fue salvada por la mano piadosa de Jesús, suspendiéndola en el aire. Tras salvarla, le encomendó una poderosa misión, servir a los desposeídos.

Los estibadores chalacos se encargaron de transmitir lo poco que conocían sobre ella, sintiendo una gran admiración y empatía por lo que le tocó vivir. A ellos se les sumaron delincuentes, quienes la tomaron como su patrona y salvadora. Con el tiempo, los familiares y devotos construyeron una pequeña capilla para recibir a todos los peruanos que consideraban santa a la huaracina.

De esa manera, se convirtió en un icono de identidad popular. Su imagen en estampitas -desde niña hasta la adultez- se difundieron en el país, y su rostro era tatuado en los cuerpos de aquellos hombres y mujeres que encontraron redención en su historia. Lo que vivió sirvió de inspiración para crear temas musicales, siendo los más recordados las composiciones de Los Mojarras y del Grupo Maravilla. Estos elevaron su nombre, otorgándole el título de “patrona de los pobres”.

SEGUIR LEYENDO

Guardar