El término primera dama hace referencia a la esposa del presidente de algún país. En el Perú muchas todavía son recordadas por la labor social que desempeñaron acompañando a los mandatarios. Otras por la sencillez y elegancia que a la misma vez mostraban en cada aparición pública.
Claro ejemplo de esta situación son las exprimeras damas Violeta Correa y Pilar Nores de García. Parejas del arquitecto Fernando Belaunde Terry y Alan García Pérez, respectivamente. Ellas se ganaron un lugar en el corazón de todos los peruanos de esas épocas.
Pero no todas ocuparon el puesto con una sonrisa sin comprometerse más allá de lo que su labor le permitía.
Hay una que, tras llegar a Palacio de Gobierno, tuvo la valentía de enfrentarse al hombre más poderoso del Perú luego de ver como se hacían cosas que nada tenían que ver con la idea de ayudar a los más necesitados.
Ella fue Susana Higuchi, esposa de Alberto Fujimori, a quien ayudó a ganar la presidencia en 1990 derrotando nada más y nada menos que a Mario Vargas Llosa, cuando el escritor lideraba todas las encuestas para convertirse en el sucesor del primer gobierno de Alan García.
Hay dos acciones que hablan del amor que le profesaba al padre de sus cuatro hijos (Keiko, Hiro, Sachi y Kenji) con quien se casó en 1974.
¿Recuerdan? La icónica imagen del ‘Chino’ manejando un tractor como parte de la campaña. Pues esa pesada herramienta de trabajo era propiedad de la familia de ella.
La otra, fue cuando salió a dar la cara para justificar la ausencia de Alberto a una conferencia de prensa que él mismo había organizado para presentar su plan de trabajo, en caso saliera elegido presidente. Lo que dijo Susana pasó a los anales de la política peruana: dijo que se intoxicó luego de comer bacalao.
La denuncia
Corría marzo de 1992. El gobierno de Fujimori parecía no encontrar el rumbo prometido durante la campaña (‘honradez, tecnología y trabajo’) cuando una denuncia sacudió el ambiente en todo el territorio nacional.
De acuerdo con Susana Higuchi, dos de sus cuñadas, Juana y Rosa junto a sus respectivos esposos, se robaban la ropa que desde el Japón enviaban miles de personas para apoyar el gobierno de uno de sus hijos que había logrado ser presidente de un curioso país en la lejana Sudamérica.
“Reparten estropajos y utilizan mi nombre. Eso me indigna”, confesó a la prensa de ese entonces la primera dama. Y ese fue el primer capítulo del final del matrimonio Fujimori Higuchi.
Pero esta acusación caería en un segundo plano tras ejecutarse el autogolpe del 5 de abril. Es por eso que, por recomendación del asesor de su esposo, Vladimiro Montesinos, toda la familia se mudó de Palacio de Gobierno a las instalaciones del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE).
En ese lugar comenzaría otro martirio para la todavía primera dama, pues según sus propias palabras fue torturada por agentes del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).
Todo comenzó luego de su denuncia por la ropa robada y tras el autogolpe. “Sufrí tortura con electroshock dentro de los cuatro meses que me tuvieron encerrada en el Pentagonito. Me amarraban, me torturaban y luego me podían electroshock”, dijo. El obvio final de la pareja presidencial llegó en 1994 cuando se divorciaron.
Una vez fuera de las instalaciones del SIE, Higuchi comenzó su lucha contra el hombre que había jurado amarla hasta el final, pero en cambio la torturó hasta dejarle graves secuelas físicas y psicológicas.
Pero la primera de las consecuencias fue que la alejaron de sus cuatro hijos. Luego con los años, enviaría una sentida carta a la revista Caretas recordando lo que sintió aquellos años.
Lucha desigual
Para 1995, buscó su propia manera de tomar el poder y derrotar a su ya excónyuge. Es por eso que postuló a la presidencia de la República por el Movimiento Armonía Siglo XXI.
Pero el Jurado Nacional de Elecciones impidió que esta sucediera, luego que se aprobara una ley que no permitía que cónyuges o excónyuges puedan postular a la presidencia.
No se dio por vencida y luego trató con la alcaldía. Esta vez la ONPE le cerró el paso argumentando fallas en el proceso de inscripción. Para nadie había duda que tras esas decisiones se encontraba la mano del cada vez más poderoso Alberto Fujimori.
Recién para el año 2000 alcanzó una curul en el Congreso con el Frente Independiente Moralizador, pero en esa labor pasó desapercibida.
Otro hecho por el que la gente la recuerda es Susana estuvo presente, justo un día como hoy, pero del 2000, en el hotel Bolívar cuando Fernando Olivera y Luis Iberico dieron a conocer el video en el que exponía la podredumbre de gobierno de Fujimori. Esas imágenes serían conocidas como el primer ‘vladivideo’.
La reconciliación
Culminada su labor congresal, en el 2006, dejó la vida pública y pasó al anonimato. Desde ahí, buscó la reconciliación final con sus hijos. En especial con Keiko, quien la reemplazó como primera dama una vez que ella se separó de Alberto Fujimori. Es más, hasta no dudó en apoyarla en sus aventuras presidenciales cuando postuló los años 2016 y 2021.
Hasta que el ocho de diciembre del año pasado, sería la misma Keiko quien anunciaría su muerte vía Twitter. Tenía 83 años y dejó este mundo rodeada del amor de sus hijos.
Lo que tal vez lo que muchos (fujimoristas o anti) se preguntan sobre su vida es la razón del perdón a su hija, quien para algunos la había traicionado. Y es que Susana Higuchi fue ingeniera civil, empresaria, política y muchas otras cosas más, pero sobre todo era madre. Solo una mamá sabe lo que es el amor eterno hacia los hijos y eso lo sabía muy bien una de las primeras damas más combativas que haya conocido este país.
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