La historia del fútbol peruano está de los ‘casi’ en muchos niveles. Los que casi se convirtieron en héroes al fallar un gol decisivo en una definición. O los casi se consolidan como estrellas en sus equipos, pero siempre hay algo de les falla.
Sin embargo, hay uno de esos ‘casi’ que, a pesar de haber sido casi olvidado por los fanáticos, hubiese supuesto uno de los golpes en el mercado más grandes en el fútbol peruano.
Y es que ¿quién no hubiese querido ver a un gigante como José Luis Chilavert jugando en el torneo local con un grande como Alianza Lima?
Tal vez el solo hecho de pensarlo era ya una utopía para esas épocas, pero había que intentarlo.
Antecedentes
Para 1993, ya habían pasado cinco años de la tragedia que enlutó al deporte más lindo de todos en el mundo: la caída del avión Fokker que traía de vuelta al primer equipo de Alianza Lima tras vencer al Deportivo Pucallpa y capturar la punta del torneo de 1987.
Desde entonces, aparte de la crisis institucional que esta situación supuso para el club también la parte futbolística se vio afectada. No solo por el hecho de reconstruir un equipo, sino porque se dejó de pelear la posibilidad de llegar a Copa Libertadores.
El torneo continental era entonces el único bálsamo económico que tenían los clubes para tener algo de dinero. En ese entonces no había derechos de televisión y los únicos partidos a estadio lleno eran los clásicos ante Universitario de Deportes.
Querían un título
En ese entonces, el equipo aliancista ya llevaba 12 años sin saber lo que era ganar un campeonato nacional. Para lograr el objetivo, la dirigencia miró hacia el Río de la Plata y contrató a los argentinos Juan Carlos Kopriva, Gustavo de Luca, Henry Homman y Rubén Tanucci. Ellos, junto al portero chileno Oscar Wirth, eran los encargados de darle una alegría a la sufrida hinchada blanquiazul.
Por diversos motivos, con el paso de los meses cada uno fue pegando la vuelta a casa. Aunque la mayoría por bajo rendimiento.
Entonces había llegado la hora de imprimirle al equipo una cuota de experiencia y rebeldía para tentar la tan ansiada corona.
En ese sentido, la dirigencia al mando del presidente Alberto Espantoso Pérez decidió por una arriesgada jugada. Total, como dicen, el que no arriesga no gana.
Las autoridades del club victoriano pensaron en contratar al arquero paraguayo José Luis Chilavert, quien recién tenía un par de años en Vélez Sarsfield luego de su paso por el Real Zaragoza de España y el San Lorenzo (Argentina).
El plan ‘Tentación’
El primer paso para lograr su contratación se dio durante la realización de la Copa América que ese año se disputó en Ecuador. Aprovechando que Paraguay y Perú serían rivales en el grupo B, la dirigencia aliancista fue a verlo hasta su concentración en la ciudad de Cuenca. Corría el mes de junio y lo más probable es que se hayan dicho asimismo “preguntar no cuesta nada”.
Para ese entonces, a pesar de la fuga de sus ‘estrellas’ argentinas, Alianza Lima peleaba con jugadores nacidos de sus canteras. Juveniles como Waldir Sáenz, Darío Muchotrigo, Juan Jayo Legario, Marco Valencia, entre otros eran la sensación de aquella temporada. De hecho, ‘Wally’ se consagraría como goleador absoluto del año con 31 tantos.
El último intento se daría dos meses después en Lima, cuando la selección paraguaya vino a nuestro país para intentar ganar su boleto para el mundial de Estados Unidos 1994.
Ocurre que, una vez terminada la Copa América de Ecuador, se inició el proceso eliminatorio para la cita norteamericana. Luego de varias fechas, en las que Perú no llegó a sumar ni un solo punto hasta llegar al definitivo último partido.
El mismo que tendría como protagonistas a la blanquirroja con el seleccionado guaraní. La situación era la siguiente: Paraguay debía ganar a Perú y esperar el milagro que Colombia le gane a Argentina en la propia Buenos Aires.
Durante su estadía en la capital peruana, el equipo dirigido técnicamente por Alicio Solalinde entrenó en la cancha de Matute previo al choque contra nuestro equipo.
“Al finaliza el entrenamiento de los paraguayos, entra gente de la barra al estadio y corea el nombre de Chilavert. Y como él es un hombre de pueblo, se sintió cómodo y acercó a ellos para agradecer el gesto”, recuerda con nostalgia el periodista y locutor radial Ricardo Ascencio.
La prensa de la época hizo eco de las intenciones de los aliancistas por contar con un portero de esa categoría.
Pero a la luz de los hechos, resulta que este pase no se dio, aunque nunca se dieron a conocer los reales motivos. Si hubo una negativa tajante o pedía un monto excesivo. Tal vez, los dirigentes se asustaron de lo que pedía y decidieron no avanzar más allá.
Lo cierto es que en Alianza Lima decidieron ir por Jacinto Espinoza, un excéntrico portero de nacionalidad ecuatoriana que llegó al país con buenos pergaminos. A pesar que muchos hinchas aliancistas lo siguen recordando por un error garrafal ante León de Huánuco en el estadio Alejandro Villanueva que, prácticamente, le costó el título a los victorianos en favor de Universitario.
Todavía habría que esperar hasta 1997 para grita campeón nuevamente con otras estrellas. Pero siempre quedará la duda sobre el impacto que hubiese tenido la llegada de Chilavert a nuestro futbol.
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