Los atentados de Abimael Guzmán y la captura que acabó con el máximo líder del terrorismo en el Perú

Los años en los que el terrorismo organizado por Abimael Guzmán se hizo protagonista, definitivamente fueron los más sombríos que vivió el país, debido a que muchas personas vieron el asesinato de sus seres queridos a quemarropa; sin embargo, hasta el día de hoy la justicia no ha llegado a los familiares de los difuntos.

Esos momentos de incesante angustia, no solo se vieron en la ciudad de Lima, donde los terroristas utilizaron cochebombas para generar miedo en la población y el gobierno, con el fin de tomar el poder. Esto se vivió en varias partes del Perú e inclusive con mayor violencia, en la zona sierra: Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, según diversos testimonios e informes. La violación sexual, matanza a menores, secuestros y diversas formas de tortura estuvieron presentes en estas regiones.

Pero, ¿cómo es que un profesor de Filosofía terminó liderando una masacre de tal magnitud? Según algunos historiadores, Guzmán poseía una gran inteligencia, que durante varios años lo ayudó a no ser descubierto ni capturado, pero un trabajo en conjunto por parte del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DIRCOTE) descubrió todos los escondites del genocida. Hoy se cumplen 30 años desde su captura y también un año de su muerte.

Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso nació el 3 de diciembre de 1934 en Mollendo, Arequipa. Sus primeros años transcurrieron entre Arequipa y el Callao, estableciéndose finalmente en su ciudad natal y así culminar la secundaria e iniciar su camino a la universidad, donde también comenzaría a crear una ideología gris para el Perú.

Derecho y Filosofía fueron las carreras que decidió estudiar en la Universidad Nacional de San Agustín. Culminó con éxito su carrera, presentando su tesis “El Estado democrático burgués y Acerca de la teoría del espacio de Kant”.

Luego de unos años, exactamente en 1962, ingresa a trabajar como catedrático de filosofía de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho. Es ahí donde iniciarían los primeros pasos de terrorismo en el Perú.

Efraín Morote Best, rector de dicha universidad y precursor de la antropología peruana, decide contratar a Guzmán para la carrera de Filosofía y tiempo después lo nombra jefe del área de recursos humanos de la universidad ayacuchana. Se conoce que Morote y Abimael compartían la ideología marxista, razón por la cual Guzmán decidió renovar la plana docente con aquellos que compartían estas ideas y empezar con el adoctrinamiento en las aulas de Huamanga.

Nadie sospecharía qué era lo que venía después, menos en un lugar donde la presencia del Gobierno era casi nula.

En 1970 se transformó en un grupo subversivo, pero no fue hasta 10 años después (1980) que se hicieron notar quemando los votos de Chuschi, un pueblo en Ayacucho. Esto era una clara declaración de guerra. Es así que comenzaron a tomar Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. Los pobladores sabían que si no les daban información, su vida corría peligro, al igual que la de sus seres queridos.

Tomaron la zona sierra de Lima y finalmente llegaron al corazón de la capital. Es ahí cuando el gobierno de Alberto Fujimori en 1990 y la población limeña se da cuenta de que el terrorismo había invadido el Perú.

Fueron años de gran desconcierto para los peruanos, no sabían quién era la persona que hacía tanto daño. Cuerpos de policías tirados por las calles, civiles, empresarios y jefes de la milicia peruana.

La supervivencia y la adrenalina por el terror de ser interrogados era el día a día de estas personas. En Lima, el terror de caminar por la calle y morir en medio de una explosión de cochebomba se hacía más común.

Durante varios años los militares y policías no sabían a qué persona se enfrentaban, por lo que fue indispensable la creación del GEIN, los cuales iniciaron con cinco miembros, más adelante se sumarían más agentes de inteligencia y así comenzarían a descubrir la motivación y quiénes eran los integrantes de esta guerrilla armada.

El 12 de setiembre de 1992 se dio la captura al mayor genocida de la historia, Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso, conocido como “camarada Gonzalo”, quien fue en vida, líder de Sendero Luminoso. Según revelaciones del Mayor Marco Castro, exmiembro del GEIN, cuyo alias fue “aluminio”, para las 7:00 p.m. de aquel épico día la unidad ya se encontraba lista para la captura del terrorista y los demás miembros, según declaró para Latina.

Aquel día inició con dos agentes simulando ser ropavejeros, quienes hicieron seguimiento al senderista Zenón Vásquez Cárdenas, alias “el zorro” para GEIN y para su cúpula “camarada Arturo”. A unos minutos de su salida de la casa de Los Sauces en Surquillo, lo capturaron.

Se jugaba un clásico del fútbol peruano, por ello, dos de los agentes simularon estar bebiendo unas cervezas cerca al domicilio en donde se encontraba Guzmán. Por otro lado, otros dos agentes simularon ser una pareja de novios y se pusieron al lado de la casa en donde había una tienda. Compraron snacks y gaseosa, mientras pasaban “una tarde de enamorados” para los demás, pero ellos tenían un solo objetivo. La captura de “camarada Gonzalo”.

Minutos antes de la captura llegó a la casa de Surquillo un hombre que estaba acompañado de dos mujeres más. Los agentes sabían que esa era la oportunidad perfecta para dar el golpe, pero tenían que esperar a que la puerta se abra para no levantar sospechas. Para sorpresa de los policías, Maritza Garrido Lecca, la bailarina de ballet, fue quien abrió y es ahí donde los detienen.

El agente Julio Becerra, alias “ardilla”, decide ingresar al domicilio con una sola arma, mientras que, Cecilia Garzón, alias “gaviota”, se queda en el ingreso de la puerta con los cuatro detenidos a quienes ordenó que se echaran boca abajo.

El coronel Benedicto Jiménez Baca, junto con el general Marco Miyashiro y el director de la DIRCOTE el coronel PNP Ketín Vidal Herrera, fueron los que estaban al mando de la operación. Se designaron 14 agentes para el “Operativo Victoria”, de los cuales cuatro debían de permanecer dentro de sus vehículos que estaban rodeando la casa, mientras que los demás se dividieron entre el primer, segundo y tercer piso del inmueble.

Ingresaron, derribaron una pared que cubría un centro de operaciones. Los agentes siguieron, unas mujeres se encerraron en un cuarto, la puerta fue derribada hasta que encontraron a dos mujeres cubriendo a alguien.

“¡No lo maten, no lo maten, por favor!, se escuchó, hasta que al moverse del lugar los policías vieron al ser que tanto buscaban por primera vez. El “camarada Gonzalo” era capturado.

Durante su captura no se cobró la vida de nadie y los agentes del GEIN anunciaron lo siguiente con mucha emoción:

“¡Ha caído el Cachetón! ¡Ha caído el Cachetón!”, fue lo que exclamó Ketin Vidal.

Los medio nacionales e internacionales anunciaron la captura del máximo cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

Fue el grupo del GEIN los que hicieron posible la captura, mientras Alberto Fujimori se encontraba fuera de Lima en un paseo familiar. Además, Ketín Vidal anunció que en un momento se quería trasladar al reo al Pentagonito, para estar bajo la vigilancia del asesor presidencial Vladimiro Montesinos, lo cual no sucedió, ya que fue finalmente trasladado a la Base Naval del Callao.

Es sabido que el autodeclarado seguidor del marxismo, leninismo y maoísmo, intentó en más de una oportunidad abdicar su condena, pero nunca lo logró.

Era común ver en audiencias televisadas a Abimael Guzmán levantando su puño o mostrándose desafiante ante el tribunal; sin embargo, en sus últimos años, se apreciaba a un anciano que tenía el pesar de los años encima. A mediados del 2021, volvió a aparecer en los noticieros por las complicaciones que presentaba su salud y por no querer ingerir alimentos.

El 11 de setiembre de ese año el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) anunció su fallecimiento debido a complicaciones en su estado de salud. La neumonía había acabado con la vida de aquel hombre que implantó los años más terroríficos y sangrientos del Perú. Abimael Guzmán dio su último suspiro a las 6:40 de la mañana y a unas horas de cumplir un año de su captura. Sus restos fueron cremados y dispersados en un lugar desconocido.

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