Desde hace dos meses y medio, Matías* no puede conseguir su tratamiento antirretroviral completo. Él vive con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) desde hace tres años y desde hace dos con tuberculosis pulmonar. “Yo intento seguir mi tratamiento al pie de la letra, pero si hay faltantes, cómo puedo hacer. Eso hace que mis defensas bajen. He visto morir a muchas personas y amigos por complicaciones con el virus”, manifiesta.
La calidad de vida de este joven de 25 años, oriundo de la región Amazonas, está amenazada, al igual que la de unos 87.000 peruanos que han sido diagnosticados con la infección del VIH en Perú. Ello porque el Gobierno propone destinar menos dinero al programa presupuestal 0016 TBC-VIH/SIDA, de acuerdo al proyecto de ley 2907/2022, Ley de Presupuesto de Presupuesto para el Año Fiscal 2023.
Para el siguiente año se tiene presupuestado un total de 593 millones de soles para las estrategias de prevención y tratamiento, un descenso de 10 millones de soles en comparación a este 2022. Una situación que se mantiene desde el 2021 pese a la vulnerabilidad de estos grupos de pacientes.
“Lo primero que hay que señalar es que cualquier reducción en el tema de salud tiene un impacto directo en los pacientes, es un tema preocupante. Si bien el Estado puede tener menores recursos, se tienen que priorizar determinadas intervenciones, el tema de TBC y VIH es un problema histórico que tenemos en el país y que no se debería descuidar”, indica Carlos Almonacid, jefe del Programa de Salud de la Defensoría del Pueblo.
El funcionario también explicó que este año se han efectuado reportes de desabastecimiento de fármacos antirretrovirales para las personas con VIH en hospitales del Ministerio de Salud (Minsa) y de Gobiernos Regionales.
Ante ello, la institución realizó supervisiones en 24 direcciones y gerencias regionales de salud y encontró que el 54% se presentaron problemas en la adquisición o distribución de medicamentos para el VIH/SIDA. En consecuencia, esto provocó que los pacientes no reciban sus tratamientos completos, se los cambien sin sustento o retrasen su entrega hasta en tres meses en al menos 13 regiones, de acuerdo al oficio defensorial que enviaron al Minsa alertando sobre estos problemas.
No es todo, si se toma en cuenta el presupuesto destinado solo al sector Salud la disminución de presupuesto a la atención y tratamiento de TBC-VIH/SIDA es aún más alarmante, pues del 2021 al 2022 se redujo en casi la mitad, un 44% en su monto inicial (PIA).
Esto afectó drásticamente al programa de atención integral a personas con VIH/SIDA, pues solo recibió la tercera parte de dinero en comparación al año precedente.
Ahora que el presupuesto ha sido reducido una vez más, ¿qué les espera a los miles de pacientes?
Quizá Matías y su vida pausada tengan una respuesta, pues debido a la falta de medicinas su carga viral aumentó, sus defensas decayeron y una toxoplasmosis oportunista afectó su cerebro. Ahora vive solo y con dolor crónico en un tiempo en el que, gracias a los avances en tratamientos, las personas con VIH ya pueden obtener mejores condiciones de vida tras su diagnóstico. “Yo dependo de mis padres, ya no trabajo porque no puedo, mis defensas están bajas y aunque me enseñan que lleve el tratamiento al pie de la letra no puedo, no porque no quiera si no porque me dicen que no hay. Solo pido que en los hospitales no falten medicinas”.
Más problemas con el presupuesto
Este viernes 2 de septiembre el primer ministro Aníbal Torres y Kurt Burneo, ministro de Economía y Finanzas sustentaron el proyecto de presupuesto para el 2023 ante el Congreso y aunque este podría ser modificado tras la evaluación de los parlamentarios, las asociaciones de pacientes no confían en esta posibilidad, debido a la experiencia del año anterior.
Esta disminución presupuestal fue advertida por el Grupo Impulsor de Vigilancia sobre Abastecimiento de Medicamentos Antirretrovirales en el Perú (GIVAR), cuyo coordinador, Marlon Castillo precisa que el problema va más allá de este descenso, puesto que Perú no tiene cuantificado el monto que gasta en cada persona con TBC o VIH/SIDA, lo cual le permitiría conocer al país cuál es la brecha real de inversión.
“No tenemos información que nos diga cuál es el presupuesto ideal que deberíamos tener para sector salud en prevención, atención y tratamiento. Lo que se maneja actualmente es en base al histórico de lo que se ha gastado año pasado y no siempre tiene la validez de ser lo que realmente necesitamos. Hay años en donde se complejizan las compras de medicamentos o situaciones políticas que hacen que el presupuesto varíe. Mientras no tengamos un monto calculado con todos los beneficios y garantías que necesitan los pacientes con VIH y TBC no vamos a saber cuáles son las brechas”, explica Castillo.
También precisa que este año se inyectó un adicional de 22 millones de soles para la compra de antirretrovirales, lo que, según dice, evidencia la necesidad de mayor inversión.
“Los presupuestos, más en salud, deben tener la flexibilidad de tener una holgura de tal manera que te permita generar ese tipo de compras sin contratiempos”, precisa el activista.
¿Y la TBC?
También sorprende la reducción en este ámbito porque el Perú es uno de los países con mayor número de casos de tuberculosis en América, solo después del empobrecido Haití, pues acumula el 14% del total de diagnósticos en la región, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades (CDC) del Minsa estima que cada año se diagnostican 27.000 casos nuevos de enfermedad activa y 17.000 casos nuevos de tuberculosis pulmonar frotis positivo.
Mientras que desde el 2020 se reportaron más de 1.500 pacientes con tuberculosis multidrogo resistente (MDR) y alrededor de 100 casos de tuberculosis extensamente resistente (XDR), por año.
Y aunque en el Perú, la Ley 30287, Ley de Control y Prevención de la Tuberculosis en el Perú declara de interés nacional la lucha contra la enfermedad en el país y su control es una política de Estado también se ha dado una drástica reducción presupuestal. Del 2021 al 2022 se redujo en al menos la mitad el monto inicial destinado a tratamientos integrales.
Explicaciones contradictorias
Actualmente, a nivel mundial —Perú no es la excepción— el VIH afecta precisamente a las poblaciones que sufren mayor estigma y discriminación: los hombres gays, los hombres que tienen sexo con hombres, las mujeres trans y personas que se dedican al trabajo sexual, de acuerdo a ONU Sida y a datos del Minsa.
En el caso de la TBC, Carlos Almonacid, de la Defensoría advierte que su vulnerabilidad obedece a condiciones de pobreza, por lo que la disminución de presupuesto no tiene sustento desde el ámbito sanitario.
El funcionario defensorial explica que desde el Minsa le explicaron que el hecho responde a “techos” o límites presupuestales que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) envía a las instituciones.
“Para este año está un poco condicionado en que ha habido una reducción de las atenciones pero eso es un poco irónico porque los servicios, en lo que concierne a tuberculosis y VIH, se han visto afectados por el cierre de atenciones debido a la pandemia. No es que no exista la demanda sino que la oferta se ha reducido. Puede ser un poco contradictorio reducirles el presupuesto porque se han encontrado menos casos. No podemos desaprovechar la necesidad de fortalecer nuestro sistema de salud, es un tema que tiene que entrar en agenda pública y eso también significa asignar un presupuesto adecuado al sistema de salud”, finaliza.
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