En 2012 un psiquiatra le dijo a Rocío que tenía trastorno bipolar. A partir de ese día, su vida cambió por completo. Pero además del diagnóstico inesperado, la medicación y sus efectos secundarios, también tuvo que acostumbrarse cada mes a recorrer varios kilómetros para llegar a sus citas. Eran tres horas las que le tomaba llegar al hospital psiquiátrico Hermilio Valdizán, ubicado en el distrito de Santa Anita.
Sin embargo, esto cambió cuando se enteró que un Centro de Salud Mental Comunitario (CSMC) había abierto a pocas cuadras de su casa. Pero, ¿qué son exactamente estos establecimientos y cómo funcionan?
El inicio de su historia se remonta al 14 de diciembre del 2015, el día de la clausura definitiva del Centro de Rehabilitación de Enfermos Mentales de Iquitos (CREMI). Este centro se había convertido en el lugar de tortura de cientos de personas, muchos de los que se encontraban en situación de abandono.
Humberto Castillo Martell, el entonces director general del Instituto Nacional de Salud Mental, dijo en conferencia de prensa que el encierro no iba más y que a partir de ahora se buscaba implementar prácticas que respeten los derechos humanos de los usuarios. Detrás de él, un cartel rezaba “nunca más un manicomio en el Perú”.
“Los Centros de Salud Mental Comunitarios fueron creados para acercar los servicios de salud mental a la población. El problema con los hospitales psiquiátricos es que están aislados de la comunidad y eso ha contribuido a reforzar el estigma porque son lugares que se ven como desconocidos y peligrosos”, explicó a Infobae Liliana Quispe, directora del CSMC de Carabayllo, el primero en ser inaugurado en el Perú.
Un nuevo modelo de atención
Según datos del Ministerio de Salud, a la fecha existen 210 Centros de Salud Mental Comunitarios en nuestro país. Estos funcionan para brindar atención ambulatoria a usuarios con discapacidad psicosocial de la mano de un equipo multidisciplinario compuesto por psiquiatras, psicólogos, médicos de familia, trabajadores sociales, enfermeros, terapeutas de lenguaje y ocupacionales, entre otros profesionales.
La idea es que, mediante este sistema, eventualmente se pueda reducir la cantidad de hospitalizaciones e internamientos, que muchas veces duran años o toda la vida.
Pero lo más importante es dejar atrás el enfoque biomédico, centrado únicamente en la atención médica y el tratamiento psicofarmacológico para darle la bienvenida a un enfoque integral que tome en cuenta los determinantes sociales que afectan la salud mental, como la violencia y la pobreza.
“Desde los CSMC también organizamos actividades extramurales como campañas de salud mental con la municipalidad o con vasos de leche u ollas comunes. Ahora estamos sumando esfuerzos para llegar a los colegios. No es suficiente solo ver la parte del diagnóstico y tratamiento, también se tiene que se tiene que prestar atención a la promoción y prevención”, mencionó Quispe.
Al mismo tiempo están en constante coordinación con los centros de salud y postas de su zona para que puedan referirles casos que necesiten mayor atención: personas con diagnóstico de trastorno bipolar, como en el caso de Rocío, esquizofrenia o depresión mayor, por dar algunos ejemplos.
Desafíos pendientes
En junio de este año, los trabajadores del Centro de Salud Mental de Los Olivos denunciaron que la Municipalidad del mismo distrito amenazaba con desalojarlos, poniendo en riesgo la atención de más de 3.000 personas.
Esta noticia dejó en evidencia una realidad preocupante: que la mayoría de Centros de Salud Mental Comunitarios no cuentan con un local fijo y dependen de los convenios que se puedan conseguir con los alcaldes.
“Es mejor tener algo prestado a no tener nada, pero no podemos fingir que no nos perjudica que exista una falta de voluntad política para ubicarnos correctamente”, afirmó la directora del CSMC de Carabayllo, centro que también estuvo involucrado en una polémica cuando, por estar ubicado en un estadio, casi pierde algunas salas que se usaban para dar terapia para ser utilizadas como camerinos.
Otra de las problemáticas es que, aunque los CSMC siguen aumentando en cantidad, todavía son insuficientes, lo que genera que las citas sean muy espaciadas. La meta es tener uno por cada 100 mil habitantes, pero aún hay ciudades que no tienen ninguno, algo que ha sido alertado por la Defensoría del Pueblo.
Yuri Cutipé, jefe de la Dirección de Salud Mental del Minsa, ha admitido en varias ocasiones que el país necesita al menos 500. Por lo pronto se proyecta a llegar a 281 en los próximos meses.
En busca de ayuda
Existen varios caminos para poder acceder a un servicio de salud mental. El primero es acercarte al centro de salud más cercano a su casa. Después de algunas evaluaciones, este establecimiento decidirá si, por la complejidad, es necesario derivarte a un Centro de Salud Mental Comunitario.
Por otro lado, si se presenta una situación de emergencia, como por ejemplo una crisis de ansiedad acompañada con ideas suicidas que pueden poner en peligro tu bienestar, puedes ir a un CSMC. Sin importar si tienes Seguro Integral de Salud (SIS) o no, la atención no te será negada.
También puedes visitar su página web para más información haciendo click aquí o marcar el 113 opción 5 para recibir más orientación. Esta línea está disponible las 24 del día durante los 365 días del año.
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