Perú es tierra de innumerables riquezas de todo tipo. Pero una en la que destaca a nivel mundial es la literatura. Además de Mario Vargas Llosa, Nobel incluido, a través de la historia, ha habido cientos de escritores que se han convertido en orgullo nacional.
Precisamente uno de ellos es Julio Ramón Ribeyro, que nació un día como hoy pero de 1929, quien llegó a ser considerado uno de los mejores cuentistas de todo Latinoamérica y uno de los grandes representantes de la llamada Generación del 50 del Perú, a la que también pertenecían el mismo Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique y Enrique Congrains Martin.
Inicios
Su infancia y juventud no fue diferente a la de cualquier chico de clase media de Lima de esas épocas. Y eso que en sus antepasados se cuentan personajes ligados a la cultura y política peruana.
Luego de unos primeros años en el barrio de Santa Beatriz (Lima), después se mudaría a Miraflores, cerca de la huaca Pucllana.
En 1946, ingresó a la Pontificia Universidad Católica para estudiar Derecho y Letras. Fue justamente en este recinto en donde comenzó a desatar esa vena literaria que le haría famoso con el tiempo. Ocurre que en 1949, publicó su primer cuento ‘La Vida Gris’ en la revista Correo Bolivariano.
Cuando le faltaba solo un año para culminar sus estudios en el Perú, se ganó una beca otorgada por el Instituto de Cultura Hispánica para estudiar periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Tras culminar su estancia en la capital española, se mudó a París continuar su formación en la Universidad de La Soborna. Justamente, mientras preparaba su tesis escribió su primera obra cumbre ‘Los gallinazos sin plumas’.
En la ‘Ciudad Luz’ también abandonaría los estudios y tuvo algunos trabajos eventuales, aunque se dio tiempo para estar en Amberes (Bélgica) y en las ciudades alemanas de Berlín, Hamburgo y Fráncfort.
Durante su aventura como exestudiante desempleado se vio en la necesidad de laborar en varios oficios como reciclador de periódicos, conserje, cargador de bultos. Cualquier dinero ganado de forma honrada era bienvenido con tal de sobrevivir.
Primer regreso
Cansado de la situación apremiante, decide volver al Perú en 1958 y entra a la Universidad de San Cristóbal de Huamanga (Ayacucho) como profesor. En este lugar creó el Instituto de Cultura Popular (1959) y terminó de darle forma a su novela ‘Crónica de San Gabriel’. Justamente esta obra le daría el primer lugar del Premio Nacional de Novela.
Para 1961, decide volver a París y trabaja como periodista en la Agencia France Press. Le dedica diez años de su vida a su nuevo centro de labores.
Cuando llega 1972, el gobierno del dictador Juan Velasco Alvarado lo nombra como agregado cultural en la capital de Francia. También se desempeña como Ministro Consejero y Delegado adjunto ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Eso sí, nunca dejó de colaborar con revistas literarias ni de publicar sus relatos.
La primera batalla ganada
Luego de contraer nupcias con Alida Cordero, con quien solo tuvo un hijo, Ribeyro enfrentó el primer round con la enfermedad que terminaría venciendo. En 1973 se operó por primera vez de un cáncer a los pulmones, causado por su adicción al tabaco. Esta experiencia cercana a la muerte se ve reflejada en ‘Solo para fumadores’.
En 1983, recibió el Premio Nacional de Literatura, y en 1993 el Nacional de Cultura.
Última pelea
A pesar que Julio Ramón Ribeyro siempre fue considerado como una persona muy generosa con sus amigos y con escritores más jóvenes, se podría decir que durante su vida solo se vio enfrascado en una discusión con alguien muy querido por él como Mario Vargas Llosa.
Todo pasó durante el primer gobierno de Alan García, cuando el autor de ‘Atusparia’ era Embajador - Delegado Permanente del Perú en la UNESCO.
El entonces presidente aprista anunció la estatización de la banca y las opiniones de todos en el Perú se dividieron a favor y en contra.
Entonces Ribeyro criticó con dureza que su excompañero de piso en París se opusiera a la, según él, irrupción de las clases populares, ya que Vargas Llosa se puso de lado de los sectores más conservadores del país.
La respuesta del perdedor en las elecciones presidenciales en 1990 llegó en sus memorias ‘El pez en el agua’. Aquí, Mario acusa a su ocasional rival de no ser coherente con ideales solo por mantener su puesto diplomático en la UNESCO.
Pero a pesar de este capítulo ingrato para ambos, el ganador del Premio Nobel no se ha cansado de alabar una y otra vez la obra de Ribeyro cada vez que le han preguntado sobre él.
El momento del adiós
Luego de dejar su cargo en la UNESCO en 1990, Ribeyro se la pasó entre Europa y el Perú. Para 1994 tomó la decisión de quedarse en la tierra que lo vio nacer.
Hasta que el cáncer que lo aquejaba reapareció con más fuerza. Tanto así que tuvo que ser internado Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (Surquillo), en donde finalmente dejaría de existir un 4 de diciembre de 1994. Tan solo unos días antes le habían otorgado el Premio de Literatura Juan Rulfo.
Sus restos reposan en el Cementerio Jardines de la Paz (La Molina) y en su epitafio reza: “La única manera de continuar en vida es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro”.
Libros de Julio Ramón Ribeyro
Cartas a Juan Antonio (1996-1998)
Cuentos completos (1994)
La tentación del fracaso (1992-1995)
Relatos santacrucinos (1992)
Dichos de Luder (1989)
Sólo para Fumadores (1987)
Atusparia (1981)
Prosas apátridas (1975-1978)
Silvio en el Rosedal (1977)
Cambio de guardia (1976)
Prosas apátridas (1975)
La caza sutil (1975)
Teatro (1975)
Santiago, el pajarero (1975)
La palabra del mudo (1973)
El próximo mes me nivelo (1972)
Los cautivos (1972)
Los geniecillos dominicales (1965)
Las botellas y los hombres (1964)
Tres historias sublevantes (1964)
Crónica de San Gabriel (1960)
Cuentos de circunstancias (1958)
Los gallinazos sin plumas (1955)
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