Durante más de un siglo, hablar del Perú obligaba a cualquiera a mencionar Machu Picchu, la ciudadela Inca que con la llegada de millones de visitantes generó la creación de un mercado turístico. El dinamismo económico ha beneficiado a muchos locales, pero ha puesto en peligro a una de las maravillas del mundo. La obra del Inca Pachacutec estaría llegando a envejecimiento prematuro, según Carlos Milla, expresidente de la Cámara regional de turismo de Cusco (Cartuc).
Se trata de un problema que motivó la creación de un plan de gestión territorial de Machu Picchu elaborado hace más de quince años por expertos peruanos y extranjeros, según el representante de la Cartuc. El proyecto que se encuentra en manos del Ministerio de Cultura (Mincul) busca la apertura de hasta cinco caminos Inca a la ciudadela y habilitar una entrada amazónica desde Santa Teresa, un pueblo ubicado en la ceja de selva del Cusco.
De las seis hectáreas de Machu Picchu se pretendía ampliar a 390 para poner en valor lugares ubicados entre los ríos Urubamba y Apurímac.
“Podrían ser incorporados al tour turístico más de una docena de ciudades precolombinas más chicas, pero tan impresionantes como Machu Picchu”, dijo a Infobae Carlos Milla en referencia a sitios históricos como Choquequirao, lugar que sirvió de refugio a los Incas tras la invasión española.
Pero en Aguas Calientes, también conocido como Machu Picchu pueblo, se han enquistado la informalidad y las mafias que hasta habrían amedrentado a funcionarios de la Dirección de Cultura, según Milla. El presidente de la Cartuc señala la existencia de un oligopolio en el servicio de trenes y buses, acaparamiento de entradas a la ciudadela por parte de informales y hasta un espíritu mercantilista en del municipio de la zona.
“Va a llegar un momento en el que Machu Picchu no va a poder recibir más gente por un tema de conservación”, aseguró Carlos Millas a este medio. Junto a un mejor manejo en la venta de entradas a la ciudadela ha de ponerse en marcha el plan de gestión territorial. Al ampliar los ingresos a la ciudadela, se dinamizaría la economía desde otras áreas de la región y regularía el manejo de flujo de visitantes.
Autoridades en aprietos
Desde 1999 existe la Unidad de Gestión del Santuario Histórico de Machu Picchu (UGM), la misma que está integrada por el ministro de Cultura, ministro del Ambiente, ministro de Comercio Exterior y Turismo, el gobernador regional de Cusco y el alcalde de Machu Picchu.
“El alcalde es el que no quiere el plan. Lo único que quiere es multiplicar el negocio informal en Aguas Calientes sin ordenar”, asegura Milla.
El burgomaestre creería que la construcción de un centro de visitantes, tal como dispone el plan mencionado, reduciría el flujo de turistas en su municipio. Para el representante de la Cartuc, el presidente gobernador del Cusco cedería a la visión del mencionado alcalde. Asimismo, cuestionó la falta de preparación y compromiso de los titulares de los ministerios, sobre todo tratándose de carteras que recientemente han sufrido drásticos cambios.
“Tenemos autoridades que cambian todas las semanas, no se empapan de su sector, no conocen y toman decisiones erráticas. Son autoridades que actúan por presión política y que no saben o no quieren solucionar el problema. El ministro (de Cultura) solo tiene que consultar sus documentos para saber lo que está pasando”, dijo en referencia al acceso del titular del sector al plan que beneficiaría la conservación del santuario Inca.
Hoy, Machu Picchu es protagonista de diversos titulares por los problemas que afronta. Sin embargo, Carlos Milla invita a mirar el problema desde un ángulo panorámico, uno que tenga vaya más allá de los límites impuestos hasta la actualidad y que recoja el trabajo de expertos que ya advertían desde hace más de una década los problemas que afrontaría la maravilla del mundo si no se transformaba.
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