La historia criminal del Perú está llena de hechos que harían empalidecer hasta al más curtido policía acostumbrado a ver los más delitos más execrables. Sin embargo, en los últimos años ocurrió uno que hizo estremecer a todo el país por su crueldad, premeditación, alevosía, ventaja y, sobre todo, cobardía.
Se trata del ataque con consecuencias mortales que sufrió Eyvi Lizet Ágreda Marchena, de tan solo 22 años de edad, a manos Carlos Javier Hualpa Vacas (35), su acosador que no aceptó un ‘no’ como respuesta y decidió acabar con la vida de la joven.
El futuro en Lima
Como tantos otras jovencitas, Eyvi llegó a Lima, la capital del Perú, para buscar un mejor destino del que sus padres le podían ofrecer en Cajamarca, en donde nació un 8 de octubre de 1995, en el distrito de San José de Lourdes.
Dese muy niña demostró tener las ideas claras. Siendo la segunda de cinco hermanos, aprendió rápido las labores del campo para ayudar a la economía familiar. No obstante, sabía que si quería un mejor futuro lo mejor era salir de allí. Y su gusto por los estudios fueron determinantes para emprender la partida hacia Lima. “Ella quería estudiar y trabajar”, señaló su hermano James para La República.
Ya en Lima, la joven se hospedó en la casa de su tía en Chorrillos y esas ganas de crecer la hicieron independizarse rápidamente. Eso sí, siempre cerca de la casa de su familia. A fuerza de empeño y trabajo duro, logró traer de Cajamarca a su tercera y cuarta hermana a vivir con ella. Los sueños de estudiar, trabajar y ayudar a su familia se iban haciendo realidad. Hasta que la fatalidad se cruzó en su camino.
Noche fatal
El 24 de abril del 2018, Eyvi Ágreda regresaba a casa. Era martes y al caer la noche lo único que quería era llegar a casa y descansar luego de un largo día de trabajo. Para eso, se había subido a un bus de la Línea 8, ruta que cubre desde San Juan de Lurigancho hasta Chorrillos.
Pero a la altura de la avenida 28 de julio, en el distrito de Miraflores, un cobarde ataque lo cambió todo.
De acuerdo con algunos testigos del incidente, mientras Carlos Hualpa le rociaba gasolina en su rostro y cuerpo expresaba: “Si no eres para mí, no serás para nadie”. Acto seguido, sacó un fósforo y le prendió fuego. Aprovechando el pánico, el agresor huyó de la escena sin que nadie se lo impidiera.
Algunas personas le intentaron ofrecer ayuda, pero no era suficiente. Los testigos veían como la joven seguía ardiendo.
Al poco tiempo llegó la ayuda necesaria y fue llevada, con el 60% de su cuerpo quemado y al igual que los otros diez heridos, al hospital Casimiro Ulloa. Debido a la gravedad de sus heridas fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos de Guillermo Almenara en La Victoria. Ahí comenzó la infructuosa lucha por conservar la vida.
Cayó rápido
De manera inmediata, las autoridades solicitaron todos los videos de seguridad de la zona para dar con el autor. Y tan solo dos días después, en el mismo instante que Eyvi era operada por segunda vez (a las 10 de la mañana), la Policía logró la captura de Carlos Hualpa en una casa en el distrito de Carabayllo, en el norte de Lima. Al llegar el mediodía, el sospechoso fue llevado al Departamento de Investigación Criminal (Depincri) de Miraflores. Esa misma tarde, luego de negarlo en un principio, el hombre terminó aceptando su culpa.
Para el 27 d abril, el Juzgado Penal de Turno Permanente de la Corte Superior de Justicia de Lima determina que el violento sujeto debe pasar nueve meses de prisión preventiva.
Por su parte, la Segunda Fiscalía Penal de Miraflores lo acusó de feminicidio agravado en grado de tentativa contra Eyvi Ágreda. También de las lesiones graves contra siete pasajeros del ómnibus y del delito contra la seguridad pública. “Si me dan 20, 30 años, lo asumo, que lo hagan porque me lo merezco”, dijo Hualpa Vacas durante la audiencia.
Para evitar que su defensa use el argumento de alguna enfermedad mental que lo vuelva inimputable, la Fiscalía dio a conocer el peritaje psicológico que se le realizó a sujeto. El mismo que señalaba que estaba muy consciente de su realidad y sabía lo que estaba haciendo.
Mientras que se prepara el juicio, el acusado fue llevado al Penal Ancón 1. Por su parte, los médicos hacían hasta lo imposible por salvarle la vida a Eyvi. En total, fueron hasta ocho diferentes operaciones. El Perú estaba pendiente en todos los noticieros sobre la evolución de su estado.
Luchó hasta el final, tal como la recuerdan sus familiares, pero su cuerpo no resistió más. El primero de junio del 2018, en horas de la mañana, Eyvi Ágreda Marchena, de tan solo 22 años y con toda la vida por delante, dejó de existir. El dolor ya no era solo de su familia, sino de todas las mujeres del Perú.
Esa misma tarde, miles de activistas, feministas de diversos colectivos realizaron una gran manifestación hasta el Palacio de Justicia en el centro de Lima y dejaron velas y flores blancas como medida de protesta para pedirle al gobierno de ese entonces que tome medidas más drásticas para prevenir y castigar con dureza cualquier acto de violencia contra la mujeres.
El juicio
Tras la muerte de la jovencita, el proceso penal continuó su curso. Para el acusado, la Fiscalía había pedido una pena de 30 años de cárcel.
Para evitar esta situación, los abogados de Hualpa Vacas argumentaron que la idea de su defendido ‘solo’ era desfigurar a su víctima y no matarla. En ese sentido, lo que quería era que sea juzgado por lesiones graves y no por feminicidio. De haberse dado el caso, solamente hubiese recibido un castigo de hasta 12 años de prisión, solo cuando la víctima muere.
Pero los fiscales echaron por tierra esas hipótesis y con las pruebas demostraron que el tipo había actuado con inusitado odio hacía la joven por su condición de mujer. También que pudo haber previsto la muerte de su víctima producto del ataque.
Durante los interrogatorios, Hualpa reconoció que estaba enamorado de Ágreda y que ella, sabiéndolo, lo rechazó “a pesar de la ayuda que le prestaba”.
Este fue un punto importante para lograr la sentencia definitiva pues la sala concluyó que la víctima solo ejercía su propia libertad de elegir a quien quisiera corresponder. Esto no rompió ningún estereotipo de género, algo que según el asesino, merecía un castigo. “Quise darle un escarmiento”, fue una de las frases que más se recuerda de ese juicio.
De igual manera, se comprobó que el acusado pudo evitar la muerte pero no se detuvo, actuó con premeditación y dolo (lo planeó todo), hostigó a su víctima hasta el cansancio.
Finalmente, el 28 de mayo del 2019, Carlos Javier Hualpa Vacas fue condenado a cumplir la máxima pena de 35 años de cárcel por el delito de feminicidio agravado en grado consumado, en contra de Eyvi Ágreda Marchena; por lesiones graves contra otras siete personas que viajaban en el bus y por peligro por medio de incendio o explosión con circunstancia agravante.
Actualmente, el asesino cumple su condena en el penal del Cochamarca, conocido por su dureza ya que está ubicado a 4.350 metros sobre el nivel del mar, en lo que debe ser el lugar más frío del Perú: Cerro de Pasco.
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