¿Puede la educación socioemocional ser la pieza clave para el bienestar y éxito futuro de las nuevas generaciones?

Los sistemas educativos que buscan la constante mejora de los aprendizajes y trayectorias, así como los padres y madres que quieren, naturalmente, asegurarles mejores futuros a sus hijos e hijas continuamos poniendo más énfasis en las competencias cognitivas y las oportunidades académicas.

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Como resultado de la peor crisis de la educación y el aprendizaje de la que se tenga registro en la historia, la pobreza de aprendizajes se incrementó en un tercio en los países de ingreso bajo y mediano en América Latina.
Como resultado de la peor crisis de la educación y el aprendizaje de la que se tenga registro en la historia, la pobreza de aprendizajes se incrementó en un tercio en los países de ingreso bajo y mediano en América Latina.

Un estudio conducido por la Universidad de Harvard (1) que analiza las trayectorias de egresados universitarios en Estados Unidos concluía que el éxito laboral y satisfacción general con la vida pueden ser atribuidos en un 85% a las competencias socioemocionales mientras que el conocimiento y rendimiento académico explican solo el 15% restante.

Lo impactante de este estudio no es solamente esta información sobre los aspectos que definen el éxito futuro, sino que se trata de una publicación del año 1918. Si, leímos bien, estas nociones sobre la educación socioemocional y su importancia futura tienen más de 100 años. Sin embargo, los sistemas educativos que buscan la constante mejora de los aprendizajes y trayectorias, así como los padres y madres que quieren, naturalmente, asegurarles mejores futuros a sus hijos e hijas continuamos poniendo más énfasis en las competencias cognitivas y las oportunidades académicas.

En las últimas décadas, el aprendizaje y desarrollo socioemocional en la educación ha tomado especial relevancia en dos debates clave. Por un lado, desde la teoría del capital humano y educación, las demandas de las empresas por personas que competentes socioemocionalmente han permitido incluir en la educación escolar y superior competencias como trabajo en equipo, la empatía, la apertura al cambio, la planificación y acción de ideas, o la perseverancia (2). Por otro lado, la neurociencia aplicada a la educación así como el análisis de metadata han puesto el énfasis en la importancia de lo socioemocional para explicar los logros de aprendizaje y la capacidad de navegar situaciones de riesgo y reto que pueden afectar las trayectorias. Desde esta línea, competencias como autorregulación, autoeficacia, resiliencia, autonomía o la perseverancia han tomado relevancia en lo educativo (3).

Sin embargo, es el contexto de la pandemia y los efectos del cierre de las escuelas en la salud mental y bienestar socioemocional que esta dimensión del aprendizaje ha tomado un acertado y acelerado nivel de atención, generando que varios países incluyan o escalen estrategias que abordan lo socioemocional con el mismo énfasis de competencias que suele tener la lectura, la escritura o las matemáticas.

Hoy, 100 años después del estudio pionero de la Universidad de Harvard y tras varios años de debates, evaluaciones, aportes académicos y de intervenciones pioneras estamos poniendo, por fin, el énfasis en el aprendizaje socioemocional como un ruta clave para una educación centrada en la persona y que habilita a las nuevas generaciones a cumplir sus metas de futuro y gestionar su bienestar personal y aportar al del colectivo. Para lograrlo hay tres nociones claves que debemos tener en cuenta: Primero, las competencias socioemocionales son aprendizajes maleables, es decir pueden incrementarse en el tiempo, pero también perderse con los años si es que nos las afianzamos, ponemos en acción y las vamos adaptando a los nuevos retos que enfrentamos. Segundo, estas competencias se aprenden en la acción y a través de retos complejos y reflexión; así como conocer el concepto de nadar no nos permitirá nadar realmente en un piscina, saber que es la perseverancia no nos hará perseverantes, estas competencias deben abordarse con educación activa y reflexiva. Tercero, para poder acompañar este proceso los docentes y padres debemos revisar nuestras propias competencias socioemocionales, en este caso, con más énfasis que cualquier otro proceso educativo, el ejemplo, la no contradicción y la vivencia profunda nos permitirá realmente acompañar el proceso de aprendizaje y desarrollo socioemocional.

El aprendizaje socioemocional y la oportunidad que nos da para revolucionar la educación es uno de los temas que abordaremos en CADE Educación 2022. Del 13 al 16 de septiembre tendremos la oportunidad de continuar esta ruta de debate y aprendizaje. Si la educación socioemocional es una pieza clave para el éxito y bienestar de nuestras futuras generaciones, empecemos juntos la ruta de transformación para integrar este tema en nuestras escuelas y hogares, ahora.

(1) Riborg. C. (1918) A study of engineering education.The Carnegie Foundation. Harvard University and Stanford Research Center. Boston-USA.

(2) Ver por ejemplo: Ibarrarán et al en Banco Interamericano de Desarrollo-BID (2012) Life skills, employability and training for disadvantaged youth. World Economic Forum, (2020) The Future of Jobs Report 2020; Manpower (2021) Renew, Reskill, Redeploy: 2021 Skills Revolution Reboot Report.

(3) Ver por ejemplo: CASEL Foundation: Fundamentals of SEL en https://casel.org/fundamentals-of-sel/ (última visita 08/08/2022)

Angela Bravo Chacón
Angela Bravo Chacón

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