Lo que ocurrió en la zona de Zarumilla, en la frontera entre Ecuador y Perú y un día como hoy pero en 1941, siempre quedará en el recuerdo de todos los peruanos como una de las gestas heroicas más grandes que haya hecho el ejército nacional en defensa del territorio patrio. Esta es la historia de loa que
ANTECEDENTES
Desde el mismo de día de su independencia en 1830, la república del Ecuador siempre tuvo las intenciones de extender su territorio a costas de sus vecinos. En ese sentido, los norteños pretendieron desconocer que las provincias de Tumbes, Jaén y Maynas siempre había sido parte de la soberanía peruana desde el virreinato y cuya situación no cambió tras nuestra independencia en 1821.
De acuerdo con la versión peruana, toda historia tiene dos, el ejército ecuatoriano atacó varios puestos peruanos la mañana del 5 de julio de 1941. Primero fueron miembros de la entonces Guardia Civil quienes repelieron el ataque y soportaron a los invasores por media hora. Hasta que llegó la infantería y obligaron a los ecuatorianos a retroceder hasta el otro lado del río Zarumilla.
Las escaramuzas continuaron hasta que finalmente el 23 de julio las tropas peruanas lanzaron un duro ataque contra la provincia de El Oro.
SACRIFICIO POR LA PATRIA
Ese día, la 41.ª Escuadrilla de la Fuerza Aérea peruana salió de Tumbes para cumplir una misión sin saber todavía que la misma se volvería histórica. La escuadra liderada por el teniente comandante CAP Antonio Alberti e integrada por los tenientes CAP Fernando Paraud, José Abelardo Quiñones y el alférez CAP Manuel Rivera, a bordo de sus aviones caza North American NA-50 (conocidos como Toritos) partió con la misión de bombardear el puesto ecuatoriano de Quebrada Seca. A filas peruanas había llegado la información que en ese lugar, los ecuatorianos habían concentrado la mayoría de su artillería antiaérea y colocado ametralladoras.
Los peruanos no demoraron mucho tiempo en llegar al sitio indicado y comenzaron su ataque.
Y cuando fue el turno del teniendo Quiñones de descender su avión para tener más precisión a la hora de lanzar su bombas, el aparato fue alcanzado por balas enemigas haciéndole un daño irreversible.
Pero Quiñones sabía que morir era una posibilidad, pero nada más gratificante para un miembro de nuestras fuerzas armadas que dejar la vida en defensa de la tierra que te vio nace.
Así fue que en lugar de huir del fuego que consumía el avión y salvar su vida usando el paracaídas, en lo que era muy diestro según los reportes de la época, decidió enfilar la nave en dirección a las baterías antiaéreas y se estrelló. Con esta acción no solo entregó su vida sino que dejó mermada la capacidad de ataque de los enemigos.
El ataque continuó con los demás aviones de la Escuadrilla 41 y culminaron su misión, realizaron un siguiente ataque para finalmente regresar a Tumbes.
UN PAR DE INCIDENTES MÁS
Tras esa batalla, la historia cuenta dos hechos más que no supusieron un gran cambio en el desarrollo de la guerra. El primero de ellos fue cuando el destructor peruano Almirante Villar se encontró con el cañonero ecuatoriano Abdón Calderón en el canal de Jambelí. Tras un intercambio de balas, el buque norteño pudo esquivar la posición peruana y huyó refugiándose en puerto Bolívar. La nave peruana tampoco fue más allá debido al bajo fondo de esta parte. Tras poco más de 21 minutos, la refriega terminó.
La segunda fue cuando la Comandancia General de la Escuadra capturó el Puerto Bolívar. Dicha acción fue llevada a cabo por personal del crucero Coronel Bolognesi y del remolcador Guardián Ríos, buque en el cual se realizó la misión.
Ese mismo día, el 31 de julio, antes de darse la orden de cese de hostilidades, 20 hombres al mando de teniente segundo Jesús Polar Valdivia de la dotación del Coronel Bolognesi llegaron a Puerto Bolívar, pero se dieron con la sorpresa que el sitio ya había sido evacuado tras los bombardeos de la Escuadra y del Cuerpo Aéreo.
Además se encontraron con una unidad de paracaidistas del Cuerpo de Aviación del Perú que ya habían tomado Puerto Bolívar. Este hecho también pasaría a la historia de la aviación militar, por considerarse la primera vez que se utilizaron fuerzas aerotransportadas en toda América.
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