Carlos Burela fue un adelantado a su época. Si bien en el mundo del fútbol Perú fue conocido por mucho tiempo como tierra de arqueros, él fue uno de los responsables de hacer esa frase realidad. Antes de Ramón Quiroga y Erick Delgado, él fue el primer ‘Loco’ que vimos en canchas peruanas aunque su díscolo carácter y su elevado concepto sobre sí mismo no le permitieron brillar en la blanquirroja. Esta es su historia.
Nacido en 1943, desde muy jovencito se dedicó al siempre complicado oficio de ser arquero de fútbol. Su primer equipo fue el Mariscal Sucre. Sus actuaciones en el torneo local le valieron ser preseleccionado por el húngaro György Orth (Jorge para los amigos) para los Juegos Olímpicos celebrados en Roma en 1960. Aunque finalmente no quedó en la lista que viajaría a la capital italiana, ya que Herminio Campos y Carlos “Pantera” Salinas fueron los elegidos.
Para 1964, firma por Sporting Cristal, pero las oportunidades de saltar al gramado de juego fueron escasas debido a la presencia de Lucho Rubiños y Reynaldo Párraga. Lo que Burela quería era jugar y por ello al año siguiente se mudó al Ciclista Lima, donde tuvo más continuidad pero lamentablemente los blanquinegros se fueron al descenso esa misma temporada.
EL CREMA LE CAE MEJOR
Para ese entonces, Universitario de Deportes ya se había fijado en Burela y decidió contratarlo para la temporada de 1966. En tienda merengue encontró su lugar en el mundo. Y es que sus excéntricas y arriesgadas salidas ayudaron al equipo de Odriozola —en ese entonces la sede del equipo estudiantil estaba en el distrito de Breña— a salir campeones nacionales en los años 1966, 1967 y 1969.
Como decíamos líneas arriba, su carácter siempre fue algo complicado de dominar, por lo que en 1970, fue prestado al Defensor Lima y en el equipo ‘carasucia’ realizó una aceptable campaña en la que el ya popular ‘Loco’ fue una de sus figuras más resaltantes.
El siguiente paso fue la internacionalización, en una época en donde realmente era complicado jugar el extranjero. Burela emigró al Deportivo Quito de Ecuador en 1971. Al año siguiente ya estaba de vuelta en Defensor Lima de nuevo.
LA SELECCIÓN
Hasta que llegó el momento soñado. El nuevo técnico de la selección de ese entonces, el uruguayo Roberto Scarone, buscaba al nuevo equipo que jugaría las eliminatorias rumbo al mundial de Alemania 1974.
Aquel grupo eliminatorio estaba formado por Perú, Chile y Venezuela. Pero en ese entonces, Venezuela era mucho más Cenicienta que ahora, por lo que decidió dar un paso al costado y dejar que incas y mapochos disputen un lugar que luego debían revalidar contra la URSS para luego recién llegar a la cita ecuménica en tierras teutonas.
“Seré el arquero de la selección por un buen tiempo”, dijo cuándo se enteró de su primera convocatoria para un amistoso contra México disputado el 9 de agosto de 1972. Aquella noche fue conocida como ‘El partido de las banderas’, pues 40 mil banderitas fueron repartidas por scouts y cadetes del colegio Militar Leoncio Prado al público asistente.
Del resultado, solo decir que el amistoso fue más duro de lo pensado, pero la blanquirroja logro imponerse por 3 a 2 a los aztecas.
Burela tuvo un papel aceptable pero, según reportes de El Comercio de la época, puso hacer algo más en el segundo gol norteamericano. La segunda prueba de fuego para el ‘Loco’ llegó el 25 de octubre del mismo año en el Nacional de Lima. Esta vez el rival era Argentina y era la primera vez que nos veíamos las caras tras humillarlos en ‘La Bombonera’ y dejarlos fuera de México 70.
Efectivamente, los rioplatenses dirigidos por la leyenda Enrique Omar Sívori se tomaron el partido demasiado en serio y vencieron sin atenuantes por dos a cero, con goles del ‘Ratón Ayala.
El detalle es que los tantos visitantes fueron única y exclusivamente culpa de Carlos Burela. Los testigos de aquel match señalan que en el primer gol no salió a cortar un centro de Ponce y en el segundo no supo cómo anticipar la carrera de Ayala.
Entonces quedó claro que nuestro personaje era más de atajadas felinas, pero que si se alejaba un poco del área chica sufría horrores. Es así como su historia llegó más rápido de lo esperado a su final, pues nunca más volvió a ser convocado a la selección. No pudo hacer cumplir su promesa de adueñarse del arco peruano.
Luego de esos partidos, no pudo volver a ser el mismo, se quedó en Defensor Lima hasta 1974. En 1975 pasó una temporada en Atlético Chalaco para darle fin a su excéntrica carrera en 1976 en el conjunto carasucia.
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